Nuestra América en los últimos 20 años ha llevado adelante diferentes procesos políticos y sociales de cambio, que podríamos incluir dentro de lo que Luis Suarez Salazar (1), denomina tonalidad reformista reformadora, revolucionaria.

No obstante ello, este flujo “progresista”, en varios países ha sufrido retrocesos de variada índole y forma.

Una parte claramente responde al papel del imperialismo en esta dialéctica revolución contrarevolución, a ataques directos de impronta golpista desestabilizadora.

De igual forma se ha desarrollado una verdadera guerra mediática, que invisibilizó logros obtenidos por esos gobiernos, generando estados de ánimo, agendas políticas construidas con el fin de distorsionar la realidad, generando una verdadera realidad paralela.

También influye que muchos de estos procesos de cambio, no lograron construir una transformación productiva que permitiera mayores grados de industrialización y desarrollo, se mantiene fundamentalmente el carácter de productor de materias primas, con bajo valor agregado de nuestro continente.

El enlentecimiento económico, producto del agotamiento de un modelo, que aún distribuyendo ingresos no alteró sustancialmente el reparto de la riqueza, también llevó a que surgieran expectativas de cambio en ciertos sectores de la población.

Tampoco logramos que esta dinámica compartida por muchos países en nuestra América creara un proceso de integración profunda de nuestro continente.

Por otra parte, muchos de estos proyectos, dependen de liderazgos personales, resintiéndose en cuanto no lograr conformar una institucionalidad, que representara un nuevo bloque social en el poder.

Suárez nos plantea 5 utopías críticas que han guiado el proceso revolucionario en Cuba durante estos 60 aniversarios. Una de ellas la define “como la construcción de una democracia popular, integral, participativa y socialmente representativa radicalmente diferente de las democracias liberales burguesas ahora instaladas en la mayor parte de los países del mundo” (Luis Suárez Salazar, CLACSO, SEM 1955, clase 2, 2019).

Los procesos antes referidos, si bien fueron capaces de expandir derechos a sectores históricamente relegados en nuestros países, a mejorar sustancialmente el reconocimiento de minorías, étnicas, sexuales, etc., no se plantearon la construcción de una democracia de nuevo tipo y de un Estado de nuevo tipo, más allá de cambios constitucionales importantes en alguno de ellos.

Esto implicó en la práctica la renuncia de la izquierda a la lucha ideología, al combate por resignificar conceptos hegemónicos duros que dan significado a la vida social, constituyéndose como un ideal aspiracional al que acercarse.

Es decir se mantuvo como meta, consumir más, tener más mercancías, y además en forma continuamente creciente.

Es posible que al no avanzar en este sentido y tomando en cuenta tanto el panorama mundial como la necesidad de imperialismo estadounidense de re controlar la región para el desarrollo de sus planes imperiales globales, que al no plantearse este punto consecuentemente se estuvieran generando las condiciones para una restauración de una utopía reaccionaria.

Esto es volver a la idea propia del liberalismo que sostiene que mejorar continuamente la acumulación de quien más tiene, puede ser beneficio para todos mediante el derrame de la riqueza generada y asumir que quienes no participan de esa competencia quedan relegados es un hecho básicamente justo en tanto no se esforzaron lo suficiente.

Estamos frente a la vieja división reaccionaria y vulgar entre virtuosos y viciosos como explicación de las diferencias entre los hombres y también las mujeres aunque estas siempre en un grado inferior.

¿Se puede avanzar en democracia rumbo a una construcción socialista, sin plantearse seriamente la necesidad de construir una democracia radicalmente diferente a la democracia liberal?

¿Puede esto llevarse adelante en nuestro continente además sin advertir el carácter continental de nuestros procesos revolucionarios?

¿Es posible llevar adelante este planteo sin asumir como necesario, el impulso masivo de la participación de la población políticamente activa, mediante la organización de masas que al mismo tiempo que controlen impulsen las transformaciones planteadas?

Siguiendo el planteo de Rodney Arismendi podemos entender en planteo de una democracia radicalmente distinta a la liberal como una democracia avanzada.

María Luisa Battegazzore (2) retomando este planteo la define como:

“(3) La categoría democracia avanzada, de raíz leninista, si bien tiene una dimensión universal, en el pensamiento de Arismendi se imbrica sólidamente en su teoría de la revolución continental.

Debe entenderse a la luz de su tesis del carácter dual de la contradicción fundamental, concebida como “una unidad de contradicciones” y su explícita negativa a reducirla a la confrontación con el imperialismo….

La expresión democracia avanzada reviste básicamente dos sentidos.

Primero, orientación política: así habla de “partidos y personalidades democráticos avanzados, en general subjetivamente socialistas...”

Segundo, caracteriza un régimen político-social que, al mismo tiempo, pueda ser camino de aproximación al socialismo, dependiendo de las condiciones político-sociales, en particular, de qué clases hegemonicen el bloque histórico.

Arismendi rechaza frontalmente la noción de integración del capitalismo en el socialismo y la fetichizacion de la continuidad.”

En un momento de triunfos electorales de fuerzas “progresistas”, más o menos “de izquierda”, tienen especial vigencia las consideraciones acerca de las mayorías conseguidas por fuerzas populares.

Para Arismendi, la conquista de mayorías parlamentarias está lejos de ser la vía más probable al socialismo, y si se diera, en condiciones particulares, el tránsito dependerá de la medida en que esas fuerzas sean capaces de ir transformando el contenido de las formas institucionales y desmontando el aparato burocrático-represivo del estado. (El concepto de democracia avanzada en Rodney Arismendi: un referente en el proceso político latinoamericano. María Luisa Battegazzore)

Uruguay recientemente ha salido de un proceso electoral donde por muy poca diferencia una coalición de derechas ha ganado las elecciones.

Esto implica que nuevamente el bloque de poder se hace con el timón del Estado, con el “gobierno temporal” luego de 15 años de gobiernos de izquierda, lo cual necesariamente conducirá a un retroceso tanto en las medidas económicas, sociales y políticas hacia la interna del país, como un alineamiento al imperialismo en términos de su inserción geopolítica y geoeconómica.

Durante estos 15 años de gobierno de izquierda el país avanzó notoriamente en la distribución de riquezas, en los derechos civiles y sociales de minorías históricamente discriminadas, en las relaciones laborales, en educación, salud, vivienda, etc.

La enumeración de logros económicos y sociales es muy extensa, y si la población votara en términos de logros sería impensable que la coalición de izquierda pudiese haber sido derrotada electoralmente (políticamente el país quedo dividido en dos bloques similares, por lo cual la coalición de derechas es débil ya que, si bien tiene mayorías parlamentarias, carece de cualquier sustento social organizado).

Sostengo que causa de este retroceso, fue justamente no avanzar en la construcción de una democracia popular, integral, participativa y socialmente representativa radicalmente diferente de las democracias liberales burguesa.

Esto implicó que estos cambios no fuesen construidos en medio de una movilización política social de masas, justamente por mantener un esquema de democracia burguesa liberal que finalmente se transformó en barrera y boomerang para la continuidad del proceso de cambios, generando las condiciones para la restauración política de un proyecto conservador que no ha sido derrotada en términos de hegemonía.

El temor a la profundización de los cambios, que supondría una mayor participación popular organizada, implicó que sectores mayoritarios de las izquierda política renunciara a “ir transformando el contenido de las formas institucionales y desmontando el aparato burocrático-represivo del estado” y a la necesidad inevitable de un nuevo tipo de democracia que permitiera una transformación profunda en el sentido cultural civilizatorio, manteniendo como válida los valores sociales propios de un sociedad alienada y fetichizada.

Esto produce una enajenación de las masas del proceso, en lugar de sentirse agentes privilegiados en la construcción social e histórica, ven esos cambios como un cliente que consume un servicio, que en este caso es gobernar eficientemente.

Cuando está empresa partido proveedora de servicios de gestión estatal no garantiza la satisfacción del cliente, naturalmente se cambia por otra marca, en este caso otro partido.

Está concepción reforzada por un discurso carente de posición ideológica, de primacía de la gestión aséptica, eficiente y despolitizada (ignorando que si se gestiona algo siempre será a favor de alguien, en contra de otro y a pesar de un tercero) es nefasta para la izquierda.

Despolitizar la política, negar el conflicto subyacente en nuestras sociedades (fundamentalmente lucha de clases, pero con otras dimensiones éticas política, género, etnia, discapacidad, etc) conduce a que el poder se mantenga y se refuerce.

Cambiar el marco institucional del poder y dar un sentido democrático avanzado a los procesos, mediante una democracia plebeya, de masas, desprofesionalizar la representación política, crear nuevas instituciones de democracia directa que convivan con la institucionalidad liberal por un tiempo, y que la nieguen hacia una fase superior del desarrollo democrático avanzado es central para cualquier proyecto emancipador que quiera ser consecuente con sus sueños.

En última instancia para los ratones lo más importante no es el color del gato que los gobierne, sino que los intereses de los gatos siempre van a ser opuestos a los de los ratones.

 

 

 

 

(1) Luis Suárez Zalazar. Licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad de la Habana. Miembro de la Editorial de Lenguas Extranjeras José Martí y profesor del Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI) del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República de Cuba.

(2) María Luisa Battegazzore. Docente de historia. Autora de varios libros y publicaciones de historia y arte. Fue recluida en el 300 Carlos. Mantiene causa abierta desde 2011 como víctima del Operativo Morgan.

(3) Democracia avanzada en la perspectiva de la ... - Nodo50

Autor: Diego Alonso

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