Hay conferencias y conferencias, me atrevería a decir, pero la de anoche no fue cualquier conferencia y hay que dedicarle a ella un poco de “pienso”.

Olvídense de la gestualidad presidencial, de la siempre repetida frase “abrimos las preguntas para los colegas”, de parte de quien no lo es, en tanto opera apenas como “presentadora”.

Hay que tomar esto como parte de esa gestualidad, casi cinematográfica que las define y no entrar a discutir, como se ha hecho, si la “credencial” que la sostiene es legítima o no.

Olvidemos también, esa teatralidad sintetizada en llamar a los periodistas por su nombre, una estrategia que intenta trasmitir una relación de confianza, cercanías y sentimientos compartidos.

Ese “gesto” es, en definitiva, una marca que este equipo de gobierno ya ha “patentado”.

Si, ya puedo imaginar una cadena de secuencias disparadas a partir de “patentado”, totalmente de acuerdo: “patentado” suena a patético.

¿Hará alguien, algún día, una película sobre esto?

No sobre la pandemia que daría mucho material para mostrar cómo, efectivamente, los diferentes países manejaron políticamente el problema, aunque lo disfrazaran todo de decisiones “sanitarias”.

No, no nos referimos a ese tipo de película, documental o serie.

Sería otro tipo de registro en el género cinematográfico, que pudiéramos llamar, sin esforzarnos mucho: “de cómo la política traspasó al umbral del pensamiento mágico”.

Si ello ronda la cabeza de algún cineasta ya podríamos casi que adelantar el título “La comunidad de los nombres propios”.

¿Un título cursi?, de acuerdo, pero ¿puede alguien no definirlo así, cuando ese es el tono, la forma y su contenido?

En su última conferencia de prensa, además de los anuncios, el Presidente nos mostró la forma en la que piensa el “manejo” de las decisiones y este no es un detalle menor, de modo que, comencemos por ello.

“Principio requieren las cosas”, versa el dicho, ¿no?

El “panel de control” del Presidente:

Tenemos un “panel de control”, así definió el mandatario el “modelo” que el gobierno utiliza para valorar y producir decisiones en medio de la emergencia sanitaria.

Lo del “panel de control” es claramente una metáfora, sin embargo, su descripción de las tres “perillas” resulta poco menos que relevante.

El Presidente afirmó que dicho “panel de control” se compone de tres “perillas”: la sanitaria, la social y la económica.

Afirmó además que la “perilla” sanitaria es la más importante: “nosotros en el panel de control, tenemos tres controles básicos, el primero y el más importante, el determinante es el sanitario, es el de la salud y los otros son, el social y el económico”.

A partir de este “orden” de los “controles”, es que se explica, por parte del mandatario la secuencia de informaciones diarias con relación al comportamiento de los nuevos afectados, los testeos, las internaciones y cuando han sucedido, los fallecimientos.

Ella ha ido definiendo, además, las medidas que trajeron aparejado el llamado al “aislamiento”, a partir de la declaración de la “emergencia sanitaria” en aquella conferencia “princeps” del 13 de marzo.

Sugerencia esta (en tanto no es obligatoria) que ha sido traducida en el “quédate en casa” que muchos hemos compartido en redes y charlas ocasionales.

Sin embargo y a pesar del “esfuerzo” del Presidente, este primer “control” ha sido uno de los más problemáticos.

Desde el mismo 13 de marzo, las desarticulaciones y tensiones, en el área sanitaria, han sido permanentes, solo así se pueden entender los “encontronazos” con el Sindicato Médico del Uruguay (SMU), las “discrepancias” ocultadas en una renuncia que no fue por parte del ministro de Salud Pública, las dificultades para alcanzar el número de testeos considerados necesarios, las indefiniciones de Protocolos, el señalamiento de ellos como la variable explicativa del bajo número de pruebas realizadas diariamente, la redefinición de los mismos, etc.

La ¿última? tensión la vimos anoche mismo, ante la pregunta de un periodista sobre los envíos a seguro de paro de cerca de 1000 trabajadores de la salud por parte de prestadoras privadas de atención médica y la respuesta del Presidente.

Recordemos lo que respondió el Presidente: “… la gran mayoría de los emprendimientos, de los empresarios, de las industrias, confiamos en que haya una muy buena utilización del sistema, seguramente algunos no, ¿qué significa esto? Y bueno, en vez de la lupa, el microscopio y sentarnos a hablar (…) porque es muy difícil alentar o hablar de cosas, si no se sabe exactamente cuáles son las razones, básicamente, sin profundizar en el tema de la atención de la salud, ¿qué hay? Fonasa, están las capitas, está la recarga sobre determinados servicios, no muchos pero si específicos, está la ausencia de prestación de otros temas de la medicina, porque el tema del coronavirus ha tenido especial relevancia, desde cirugías que estaban que se reprograman, como tantas otras cosas, entonces hay que ver, cuánto está el sistema utilizando de la economía, de lo que reciben, cuánto está recargando por sobre determinadas prestaciones, más vinculadas al coronavirus y en ese sentido, si es justo, equitativo, el envío al seguro de paro, pero es una preocupación no en el tema de la salud únicamente, es una preocupación en todo el ámbito, pero insisto, en esto hay que ser muy cuidadoso cuando uno señala con el dedo, simplemente nos sirve obviamente tener la información que yo me enteré creo por el periodista que estaba hoy acá, una pregunta que me hizo y hoy, justamente por una pregunta que me hizo uno de ustedes, profundicé con uno de los delegados del PIT-CNT…”

La respuesta del Presidente indica de qué forma, “la perilla” sanitaria, puede ser la coartada perfecta para invisibilizar los movimientos de las otras dos perillas: la “social” y la “económica”.

Y en esto, el mandatario ha sido claro: si para mantener la perilla “sanitaria” hay que enviar trabajadores al seguro de paro, entonces la decisión de hacerlo no debe ser leída en clave política, sino con el código de decisiones “sanitarias”.

Es sorprendente ver cómo la perilla “sanitaria”, produce la “magia” necesaria para intentar hacer creer que muchos de los envíos al seguro de paro, no responden a intereses corporativos y egoístas de las prestadoras privadas de salud, sino a un criterio de “solidaridad sanitaria”.

El Presidente podría haber citado a su actual canciller y otrora contrincante, cuando en el primer debate televisado de la pasada campaña electoral, lanzó aquél singular enunciado típico de los nuevos liberales: “Si ves a un empresario: abrázalo”.

Pero, nuestro mandatario, celoso representante de ese nuevo liberalismo, recordemos que le “viene de sangre”, entre otras razones, porque “el fruto no cae lejos del árbol”, eligió como enunciado propio el del “ciclista” que “arrastra al pelotón”.

De allí su respuesta incómoda, a la pregunta sobre si se gravaría al gran capital nacional.

El “ánima” que supuestamente debe regular el movimiento de la perilla “sanitaria”, no es la “solidaridad”, como de modo insistente se nos quiere hacer creer, por ejemplo, con esas “prestaciones” irrisorias a la población más vulnerada del país.

Se puede, una y otra vez, de forma “machacona” y “machacante”, repetir que el interés es la protección y la atención a la población sin que ello implique hacer “diferencias”, pero lo que resulta imposible de esconder o tergiversar, es que esas diferencias son las que definen la “posición del ciclista líder” y la define mucho antes que la propia “carrera” empiece.

De lo que se trata entonces, justamente, es de poder seguir denunciando, aún en este escenario de “magias” diversas, de volver a insistir sobre lo “inocultable”: estamos, desde siempre, en una falsa carrera, previamente acordada y organizada por criterios éticos y morales, como dijera el propio Presidente.

Pero se te trata, se ha tratado siempre: de una ética y unas reglas morales muy tramposas.

En la verdadera carrera de estas historias hay quienes, gracias al orden y las condiciones dispuestas para la “trayectoria ciclística”, saben, como diría un relevante periodista uruguayo, que muchos de ellos: “han nacido para perder”.

Autor: Rolando Arbesún

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