A tan solo 20 años del comienzo de este nuevo siglo, el mundo nos encuentra en una situación desconocida y poco dimensionada en varios frentes: en lo social, cultural, económico, financiero, sanitario y hasta en el aspecto emocional de los hombres y mujeres que habitamos este planeta en este momento histórico.

Podríamos desarrollar cada uno de estos puntos y seguramente nos faltarán aspectos a tener en cuenta y esto sería injusto, por eso me voy a centrar en el aspecto cultural de este nuevo tiempo.

Históricamente la Humanidad ha sido solidaria con sus semejantes sobre todo en situaciones de mayores vulnerabilidades (sea cual sea) y este momento no es una excepción pero ¿qué es la solidaridad? 0 mejor dicho ¿qué es la solidaridad bien entendida y para quién?

Primeramente no debemos olvidar nuestra historia y los intereses de diversa índole que siempre han manejado el poder en todos y cada uno de los planos donde el binomio oprimido – opresor sigue latiendo y atento a cada quehacer o intentos del quehacer de la Humanidad con el único objetivo de la dominación.

Las estrategias usadas para destruir o desestabilizar a los pueblos han cambiado por otras formas pero con el resultado esperado, un claro ejemplo de ello son los golpes blandos ejercidos por la derecha atacando a gobiernos de izquierda de nuestro continente, donde los medios de comunicación han jugado (y juegan) un papel importante de dominio en un espectro sumamente amplio y que llega a todos;  a hombres, a  mujeres, a jóvenes, a veteranos… a los  trabajadores y donde poder discernir entre la realidad y la verdad se convierte más en un tema filosófico e ideológico que cultural.

Por otro lado, y no menos importante es el divorcio entre la solidaridad y el individualismo, entre los intereses particulares y los intereses dirigidos por unos pocos en beneficio de otros pocos. Y acá no podemos dejar de lado el avance rancio, agazapado, cruel y siempre latente del capitalismo, donde la insistencia del concepto de felicidad no solo se individualiza sino también que se reproduce a gran escala de manera social y culturalmente destructiva.

Una de las medidas más ejemplificantes en la famosa frase “Hacé la tuya” donde el mensaje no solo es  individualizado sino también es muy alejado de la solidaridad, en otras palabras nos dicen que hagas las cosas “por ti y para ti”, siempre en singular, direccional y descaradamente desprendido de los demás.

Lamentablemente la historia también nos ha demostrado que esta manera de vida y de vivir tuvo su tiempo de existencia pero no prevaleció demasiado pero ¿por qué? Pues porque el carácter social, innato y cultural de hombres y mujeres ha ganado esta batalla y lo ha hecho desde la humanidad y la humanización, desde la empatía, desde la construcción de nuevos saberes y relacionamientos con lazos mucho más fuertes entre hombres y mujeres.

Sabemos que las decisiones no pueden ser tomadas por unos pocos sino por el pueblo en su conjunto, un pueblo organizado y culturalmente unido contra las injusticias y las inequidades de las sociedades, por lo tanto necesitamos a un pueblo culturalmente armado desde todos los espectros. Desde todos y cada uno de los rincones, desde todas las expresiones del arte ya sea la música, literatura, teatro… donde la finalidad es estética pero también comunicativa, donde hombres y mujeres han podido transmitir sus sentimientos, emociones, sus deseos, ha podido hablar sin palabras y ha utilizado toda su inteligencia y sentimientos para decir su voz, porque la voz del arte y de la cultura jamás la han podido callar ni tan siquiera apagar.

Pero hay algo que no podemos obviar y es que este pueblo debe estar organizado porque nadie nunca ha podido vencer a un pueblo organizado y si está organizado es también solidario.

En esta coyuntura actual la organización es la única arma válida y potente para vencer al gran enemigo que se llama individualismo.

Por eso la única solución al dominio y a la dependencia es un pueblo… culturalmente armado.

Autora: Ana Claudia Pérez

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