Un boicot publicitario de grandes consorcios, encabezados por Coca-cola, le ha restado el lunes más de siete mil millones de dólares en bolsa a la fortuna de Mark Zukerberg, CEO de Facebook, estimada en más de 70 mil millones, la cuarta del mundo según Bloomberg. El motivo expuesto: la permisividad de la red ante los avisos de odio de Trump contra las protestas antirracistas.

El propio equipo de operadores de la red había presionado a Zukerberg para que censurase algunas de esas publicaciones de Trump y alguna censuró. Trump respondió moviendo un proyecto de ley antiredes.

Ahora Zukerberg y sus redes reciben el aprete de la otra parte, la “demócrata”, con bastante más lógica. No olvidemos que la gran campaña de Steve Bannon, con Big Data, importante en la victoria de Trump en 2016, se hizo principalmente por Whatsapp y Hilary Clinton la atribuyó a servicios y capitales rusos. Este extremo todavía no ha sido probado, pero fue debatido a impulso de los “demócratas” durante todo el mandato de Trump, en el parlamento, en los tribunales y, fundamentalmente, en los medios. Entre las cadenas televisivas y los multimedios en general los "demócratas" tienen bastante mejor correlación de fuerzas que Trump, a quien sólo apoyó Fox en 2016 pero en las redes la ecuación se neutraliza. Si los “demócratas” consiguen rebajar la intensidad de la publicidad en redes, salen ganando para el 3 de noviembre, jornada electoral que hoy por hoy ya están ganando con luz, debido al pésimo manejo de la pandemia que hizo Trump, pero le temen al “síndrome Nixon”, según el cual, Trump podría capitalizar a su favor las protestas, apelando al odio supremacista blanco, protestante y anglosajón.

Estas movidas preelectorales deben contextualizarse en las contradicciones entre Wall Street-complejo armamentista industrial y las tecnológicas de Sillicon Valley. El aparato industrial armamentista festejó la mayoría “demócrata” en diputados, obtenida en las últimas legislativas y Wall Street está harto de un Presidente que llegó a la Casa Blanca señalándolo con acusaciones casi tantas como Bernie Sanders.

Después Trump no coincidió casi nunca con ningún capo de la Reserva Federal, ni siquiera con Jerome Powell y no dejó de favorecer al lobby industrial petrolero e inmobiliario que lo financió en gran parte y del cual proviene. Las tecnológicas tampoco fueron beneficiadas por Trump pero tienen verdadero poder propio, muchísimo mayor al de los cargos gubernamentales que pueden ostentar “republicanos” o “demócratas”, gobernantes perfectamente intercambiables con total indiferencia, una vez que Sanders quedó fuera. En lo único que el mundo puede favorecerse con otro intercambio entre “demócratas” y “republicanos” en USA, es que durante un tiempo de pasaje de posta puede haber desajuste, algún afloje y aparecer algún matiz, que permita una respiración a los pueblos a los que USA les hinca la rodilla en la garganta.

Hace un par de años, cuando fue citado a Comisión Parlamentaria por el Poder legislativo a informar sobre el modelo de negocios de sus redes, Zukerberg amenazó concomitantemente con el desarrollo de una criptomoneda. Movida a temer, teniendo en cuenta que Facebook tiene más de tres mil millones de usuarios y podría lograr menos difícilmente lo que muchas criptomonedas se propusieron sin éxito, consolidarse como términos de intercambio y no sólo de reserva. Este factor es muchísimo más importante que el electoral, para determinar los actuales ataques a Facebook desde ambos bandos del espectro electoral yanqui.

El ataque se inscribe, además, en la batalla de los antiglobalistas, Trump, Scott Hodge y otros neocons contra las empresas de Sillicon Valley en la “guerra comercial con China”. Se intentó restringirles desde el comercio de componentes para dispositivos telefónicos hasta sistemas operativos y plataformas digitales, en un plan que podría haber resultado exitoso a principios del siglo pasado, pero desde hace un siglo es pura utopía. Las cadenas de producción no pueden volver atrás.

Grandes corporaciones exigen mayor censura en las redes, ahora contra Trump pero mañana puede ser contra el uso de redes en general, es decir contra el disco interactivo en sí.

Trump, al proclamar la relocalización de inversiones fue tan utópico como Jorge Batlle cuando pedía comercio igualitario al norte y aflautaba la voz en el reclamo. La realidad es que las plataformas tecnológicas no acataron al poder corporativo mediático, siguieron proporcionando componentes y Android a Huawei, por ejemplo, y Trump debió “flexibilizar” las "sanciones" para no quedar pegado. Huawei desarrolló su propio sistema operativo similar o mejorado, forzado por la circunstancia, pero su política preferida respecto a las tecnológicas yanquis es "ganar-ganar", aunque ganan más con la regionalización del sector, que a partir de las “sanciones” de Trump, ensayaron con empresas japonesas y coreanas.  

Zukerberg tiene buena relación con Trump y con Andrés Manuel López Obrador, quienes a su vez tienen buena relación entre sí. Zukerberg ofreció a México Internet gratis para el enorme país pluricivlizatorio y AMLO se lo agradeció mientras también planea incorporar el 5G de China.

Además, y principalmente, debemos contextualizar el ataque en la guerra híbrida en curso. Desde hace dos semanas los estados gobernados por “republicanos” son los que han sufrido mayor incremento de contagios y de muertes por COVID, luego de que en los primeros meses sufrieran más los estados gobernados por “demócratas” (era probable que la densidad poblacional de los “demócratas” sufriese primero). Hoy sigue subiendo la curva donde se levantaron los distanciamientos y están en un verano que difiere bastante del que esperaba Trump de “la gripecita” a lo Bolsonaro.

En este contexto, veremos qué pesa cada cual en Davos 2021, pero si gana Biden (lo más probable) los globalistas van a tomarse su tiempo para volver a acomodar su juego. Anticipa una pregunta Alfredo Jalife-Rahme. “El Reino Unido aún conserva su legendaria perfidia neocolonialista al empujar y patrocinar la convergencia de sus agendas de supervivencia en medio de su Brexit: desde el GAVI (y sus vacunas) y el Gran Reset, cuyo objetivo final conjunto es la instauración de un gobierno mundial bajo la financierista égida inglesa de la City.

¿Lo permitirán Rusia, la máxima superpotencia geoestratégica e hipersónica del planeta, y China, hoy la primera superpotencia geoeconómica, cuando se mide el PIB por el “poder adquisitivo [purchase power parity]“, sin contar su alunizaje en lado oculto de la Luna?”

Muy buena pregunta. La respuesta es "sí, lo van a permitir porque a dirigirlo van". Jalife, riguroso analista de geopolítica de nuestra América, es, a la vez, un operador político a gran escala, porque México es una potencia con López Obrador, de quien Jalife es asesor destacado. En este momento LO basa su táctica en una doble muy buena relación, con Trump y con China. Mientras éstos se bloquean, comercian a través de México, que ha fortalecido incluso su moneda respecto al dólar por la circunstancia general. Jalife plantea muy objetivamente la contradicción globalistas-antiglobalistas que viene desde "la noche tenebrosa de los tiempos" (ver https://joseloolascuaga.blogspot.com/2020/05/xi-trump-y-soros-juego-de-naipes-entre.html), pero no es la contradicción fundamental porque no es la que determina. Es subsidiada por otras contradicciones.

Trump no es un antiglobalista porque sí, por mero xenófobo, chauvinista, supremacista, excéntrico y "republicano". Trump es “Primero USA”, a ocho años. Sus guerras comerciales arancelarias y de todo tipo con China, Europa e Irán, perjudican especialmente a Europa, a RU, ahora que se brexiteó, y a todos sus antiguos aliados, porque Trump decidió, pensando en el plazo presidencial con reelección (que parece no va a lograr porque la epidemia se lo llevó puesto), recortar, si no terminar, todos los subsidios, abiertos o encubiertos, que USA usaba para no perder pie en el mundo.

Así logró un crecimiento del 3% interno que no se había dado en este siglo hasta que le rebotó la epidemia, se hizo pandemia, la manejó horrorosamente y se hundió. "Financierismo", es un término más preciso incluso que "imperialismo", pero éste designa desembozado la contradicción que determina. No existe una sola globalización en el mundo, ni un solo país en cualquier país del mundo, ni una sola ciudad en cualquier cuidad del mundo. Existe una globalización imperialista, "financierista" exactamente y una globalización antiimperialista, financiada principalmente por China.

Vista la contradicción entre globalistas y antiglobalistas en Occidente y el punto de irresolución al que habían llegado los problemas globales, China se puso al frente de Davos en 2017, luego de la reunión entre Xi y Trump en Florida, de la constatación del estado de correlación de fuerzas en USA, de un plenario de mil quinientos delegados en que el PCCH, autorizó a su Secretario General a adaptar la vieja consigna de Deng Xiaoping: "desarrollar las capacidades, no mostrar el brillo y jamás aspirar al liderazgo". La situación concreta obligó a China a asumir el liderazgo y a definir luego una confrontación estratégica con USA (ver Sergio Rodríguez Gelfenstein), que, obviamente, no excluye trabajar en todas y cada una de las contradicciones internas del enemigo.

Hoy el banco con mayor movimiento de capital del mundo es el Banco de Infrestructura e Inversión de Asia, básicamente chino, mayor que el Banco Mundial y que el FMI. El foro que reúne más poder económico propio, no es Davos ni Bildelberg, es el de Shangai. Rusia sigue a China en lo económico y hace en lo militar la contraparte de la alianza determinante geostratégica actual, la sinorrusa. Ahora, hace bastante que, chinos primero y rusos después, criticaron el retardatario antiglobalismo de Stalin "el socialismo en un solo país", que Sinoviev paradió "socialismo en una sola manzana". No existe entre chinos y rusos, ninguna duda sobre la inexorable globalización.

Tampoco sobre el rol de la tecnología en la vanguardia de la producción.

Autor: Joselo Olascuaga

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