Politólogos de distintas latitudes "occidentales", afirman que las elecciones post pandemia están favoreciendo a los opositores y la tendencia es a que los favorezcan cada vez más.

Los gobiernos que ellos consideran, están pagando el precio de las malas gestiones económicas de la crisis, que viene de antes de la pandemia.

Señalan Francia, Dominicana, País Vasco y Galicia, donde se dieron resultados adversos para los gobiernos centrales. No consideran que Putin ganó con el 78 % y una participación del 65% (pero, vaya a saberse por qué y comparado con qué, todo lo de Putin lo consideran conspirativo y turbio; el régimen autoritario de Wall Street y sus corporaciones no releva elecciones de las democracias menos retrasadas).

De varios modos, las encuestas para las próximas elecciones en Bolivia, Chile y USA, vaticinan triunfos opositores.

En Bolivia, para el 6 de septiembre, el MAS de Evo Morales, con su candidato Luis Arce obtendría mayor ventaja aún que la que se pronosticaba para mayo, cuando los comicios fueron postergados por la pandemia. La dictadura de J. Añez trata de zafar pidiendo una nueva postergación, pero el New York Times y el Washington Post prefieren que se vaya ahora por vía incruenta. Así lo hacen saber, al acusar a Almagro de fraguar el falso fraude de noviembre y Almagro, desencajado, los llama “nazis, stalinistas y castristas”.

¡Qué modales pendencieros los del colocado por Mujica, quien pudo haberlo sacado de la OEA fácil y perfectamente con un par de carajeadas de las suyas, de esas que les dedica a Ortega, Maduro, Cuba, los Kirchner y nunca a Piñera, Uribe y Almagro.

Existen palabras escritas a grito pelado, verdades que son puños para que las oiga el mundo entero y existe la esquela de Mujica a Almagro, en tono menor, color de rosa pálido y el sonido de un pétalo al caer, de florista sin voceo, un "adiós" íntimo, personal, con una guiñada cómplice, susurrado secreto al oído para que nadie se meta a desfacer el entuerto. Semejante cortesía para tanto daño cortesano, merece el Premio Nobel, pero, aunque Estocolmo esté entregado a Washington, otros datos políticos no lo favorecen.

En Chile, Piñera cayó al 17% de apoyo, el menor de la historia, por debajo de lo que convencionalmente se estima mínimo para sostener cualquier gobierno (20%) y perdería el plebiscito que se había previsto para abril y también se postergó.

En USA, Biden le lleva a Trump 9 puntos de ventaja, según siete encuestas del Real Clear Politics, muy por encima del margen de error (3%). Luego volveremos a comentar estos vaticinios, pero contrastan con el de Oscar Bottinelli (Factum) para las departamentales uruguayas. Según Bottinelli, los únicos que estarían en disputa serían los departamentos que gobierna el Frente, excepto Montevideo y Canelones, favoreciendo así un crecimiento electoral del gobierno nacional.

Cabe acotar que para 2021, también en Argentina, según la más reciente encuesta difundida por Clarín, sobre imagen en declive de Alberto Fernández, se espera un repunte opositor en legislativas. O sea, el de Uruguay sería un caso excepcional por donde se lo mire, desde izquierda o desde derecha.

Bottinelli no es Zuasnábar ni Cifra. Bottinelli es creíble y el dato que da también. Las departamentales y municipales no obligan a los medios hegemónicos a agendar programa de gobierno económico. El oleaje depende de la agenda. Un referéndum puede poner en la cresta de la ola, la gestión económica de la pandemia; pero una elección visiblemente de cargos, no necesariamente va a obligar.

En cambio los medios deben aceptar agenda programática, si se ve obligada a enfrentar un referéndum, pero antes de seguir relevando especulaciones, repasemos los resultados donde efectivamente ganó la oposición, con los motivos que pudieron incidir, en los tres comicios realizados en “occidente” desde que se propagó la pandemia. Todos programáticos.

En Francia las izquierdas y los verdes, unidas, dieron cuenta de Macron, generalizando las regionales con diversidad de unidades programáticas. No le alcanzaron al gerente de Rothschild las cabriolas keynesianas para contener el descontento social.

En Dominicana ganó la oposición de derecha al neoliberalismo de centroderecha, contrariamente a lo que señalaban muchas encuestas con vaticinios de un paso a la centroizquierda (ahora que por fin tenemos un par de horas de televisión, agendemos Legítima Defensa, que le erró al pronóstico, dejándose llevar por esas encuestas, pero fue el único medio que arriesgó el tema).

En País Vasco, la mayoría abertzale y yeltzale es cada vez más abrumadora. Bildu (la izquierda abertzale) le comió la mitad de los votos a Unidas Podemos y el PNV también creció. El independentismo vasco tiende a la unanimidad electoral. El resultado para el gobierno de Sánchez e Iglesias fue malo y nefasto, respectivamente.

En Galicia triplicó su caudal el Bloque Nacionalista Gallego (la izquierda, soberanista) a costa de Unidas Podemos que se quedó sin representación parlamentaria, mientras el PP mantuvo su caudal y la coalición del gobierno central disminuyó el suyo. Soy de los que nunca se sumaron a los cantos de sirena de esta coalición. Dan testimonio nuestras notas sobre los primeros valedores europeos de Guaidó (Sánchez y Borrel).

Las victorias independentistas en Euskadi y Galicia, fortalecen a Catalunya, pero lo cierto es que la marea opositora crece y, más allá de las coyunturas locales, sobre las que podríamos abundar, algo ha de haber tenido que ver la incapacidad del neoliberalismo (incluyendo a su ala más perversa, mal llamada “socialdemócrata”) para resolver las epidemias y sus efectos antipopulares económicos. 

EN LEGÍTIMA DEFENSA

Una excelente exposición de Joaquín Toledo, en Legítima defensa, sobre el doble discurso del gobierno uruguayo en economía puede darnos una pista de qué tan Zuarnábar y Cifra son las encuestadoras. Lacalle le cuenta al mundo las maravillas del Frente Amplio y en la rendición de cuentas quiere hacerlas pasar por desastre. El gobierno es una agencia publicitaria que satura de fake news lo interno y consigue mil doscientos millones de dólares diciendo la verdad afuera.

No es una operación fácil. Sobre todo porque ahora tenemos al menos un par de horas semanales para contestar con llegada bastante masiva para la categoría que hemos venido manejando. También Santiago Soto, ex OPP, sumó su voz contra las falencias de Alfie. Señaló que con las espaldas financieras de Uruguay, el gobierno pudo haber hecho más para evitar el costo social popular de la pandemia.

Coincidimos plenamente en el concepto, pero los ejemplos que puso Soto para argumentarlo, fueron en rigor para negarlo. EEUU y Europa, que, sin dudas tienen bastante más espaldas financieras que Uruguay, en proporción a sus financias, tanto más que Uruguay por lo social no hicieron.

El ejemplo resulta especialmente contraproducente cuando lo pone en “el cheque de Trump” (que un compañero me explicó, además, salió por imposición “demócrata” en el Congreso). EEUU tiene la Reserva Federal. Trump no veta al Congreso y le dice a Jerome Powell “imprimíme tanto” y ya está. EEUU tiene, mínimo, ochocientas veces más espaldas financieras que Uruguay.

Comparando posibilidades, Uruguay hizo más que USA. Los ejemplos que debió poner Soto para favorecer su enunciado certero, son países con menos espaldas financieras que Uruguay y mayor inversión social (Cuba, Vietnam, Kerala, entre otros) que además controlan impecablemente la epidemia. Pero claro, si pone de ejemplos a Cuba, Vietnam y Kerala queda como un zurdito de mierda. No parece ser la intención.

El compañero Soto acierta al sugerir que la espalda financiera de Uruguay da para la renta básica universal que dicen tratar de aplicar países saqueadores. Mario Bergara fue más allá en su crítica, “la renta básica (que plantearon desde el comienzo de la emergencia el PIT-CNT y el FA) constituiría un porcentaje ínfimo de los fondos de contención”. Coincido con ambos, con Soto y con Bergara.

OPOSICIÓN CONSTRUCTIVA

Nuestro gobierno resulta desfasado en este siglo de declinación yanqui, y nuestro Frente Amplio hoy tiene un déficit de antiimperialismo tan atroz como nuestra pésima correlación de fuerzas en los medios. Se nos hace muy difícil ser oposición constructiva, porque nuestro futuro no está en el Norte.

El modelo usaeuropeo, el de las potencias más colonialistas e imperialistas, nos disciplina en la determinante fundamental de los siglos XIX y XX del lado de la genuflexión ante las armas invasoras. Tecnócratas respetados aprovechan el sentido común construido por los medios hegemónicos al eje París-New York, con un oportunismo que les rindió, pero ya fue: “En uno de sus últimos informes el Instituto Internacional de Finanzas -una de las instituciones con más influencia global por monitoreo de las variables económicas- adelantó que en China la recuperación comenzó a ser en forma de V.

Sus indicadores adelantados de actividad arrojaron un crecimiento del 2 por ciento en el segundo trimestre con normalización de la industria y las exportaciones.

La calidad de este indicador no puede ponerse en duda por ningún analista con intenciones de desacreditar a China. El Instituto Internacional de Finanzas tiene el patrocinio de los grandes bancos de occidente.

Estos datos son la contracara de la otra potencia. Estados Unidos no termina de resolver sus problemas sanitarios y otra vez las voces influyentes plantean que el mercado interno no tiene la capacidad de recuperarse rápidamente en los próximos meses.

La semana pasada el premio nobel de economía Paul Krugman fue uno de los más críticos: “El próximo desastre está a pocos días de distancia. Millones de estadounidenses desempleados enfrentan una catástrofe inminente”, resumió el analista financiero Enrique Milan.

Por su parte, Ecuador marcha hacia las elecciones de 2021 con clara ventaja del correísmo (aliado a movimientos sociales y especialmente indígenas), ante el gobierno cipayo de Moreno apoyado por todo el espectro neoliberal. Bolsonaro no es opción para 2022 y Moro-FBI también pierde aceptación tras las nuevas revelaciones de The Intercept sobre el fraudulento “Lava Jato”. En cambio el Chavismo, que hubiese tenido que entregar el gobierno en 2018 si la derecha hubiera tramitado pacíficamente su victoria electoral en legislativas, parece difícil que pierda las elecciones del 5 de diciembre, tras bastantes batallas cruciales ganadas, que lo fortalecieron.

La grieta de esta realidad la trazó la pandemia, entre los regímenes autoritarios de los “mercados” que se mostraron incapaces de sostener económicamente una cuarentena fugaz y efectiva, no saben cuánto tiempo de vacilaciones seguirán improvisando, mientras los pueblos mueren más por hambre que por COVID, y, del otro lado de la grieta, las democracias avanzadas que ya se recuperaron en V luego de planificar republicanos la acción colectiva eficaz. Vietnam creció el 0,64 el primer trimestre, con un par de meses de distanciamiento pero sin desempleo y proyecta volver al 6 anual. No están financierizados. Tienen gobiernos que mandan. O sea, democracias no meramente decorativas. No hay aprete del totalitarismo dictatorial de los mercados y sus cámaras patronales que se atreva a decirles lo que tienen que hacer.

Uruguay, por nuestra parte, bancó bastante colectivamente, porque el FA conservó quince años de gobierno con Estado fuerte. Ahora, con la coalición lacaya “se puso a la derecha del FMI”, tal cual lo definió exactamente Mario Bergara en Legítima Defensa. “El único país del mundo que en plena epidemia subió impuestos y tarifas y el único que, cuando el Fondo Monetario, a contrapelo de su historia, aconseja inversión social estatal, saca de apuro una ley de 500 capítulos en sentido privatizador”. 

Puede ser que Bottinelli tenga razón en cuanto a las departamentales, pero en programa nacional e internacional, político, todas las respuestas conducen a la oposición. Objetivamente.

Subjetivamente, sin embargo, nos falta mucho para los cambios sustentados en el poder. Cuando el Ministro de Educación cuestiona “el gasto” en alimentación escolar y una directora de escuela pregunta a sus estudiantes quién necesita la copa de leche y quién no, en un país donde la concentración de la riqueza en manos oligárquicas y el consumo de bienes suntuarios son impúdicos, la victoria del imperialismo es apabullante.

Y esto, desde el Frente Amplio, puede y debe decirse con la más severa autocrítica. Caímos en el burocratismo de controlar siempre al de abajo y de faltarle el respeto, por temor al ajuste de cuentas nimias con la alternancia gubernamental. Los polimediáticos que ven en esa alternancia la salvaguarda del sistema imperialista, nos la contaron “positiva” para la “democracia”. Entonces, antes de hacer “transferencias” hicimos encuestas. Fuimos a las casas de los pobres a preguntarles si son pobres, porque, si volvían los rosaditos verdosos, nos iban a cobrar las dos guitas que se nos podía pasar en algún “Housseman”. 

Por eso volvieron, porque les temimos al punto que nos hicieron pensar igual que ellos. Y facturan las dos guitas porque no nos perdonan que hayamos bajado la pobreza del 40% a un dígito, pero nosotros les perdonamos la ideología, esa trampa.

La maestra rural de mi vieja, la primera maestra rural que hubo en Uruguay, Emilia Burgueño Chury, no les daba la copa de leche a los gurises, porque muchos tenían vaca en su rancho. Iba al pueblo a comprar de su sueldo chocolate y les daba chocolate con leche. ¡A todos!

En mi casa nunca faltó la botella de leche, pero yo tomaba la copa de leche en el sótano de la escuela, donde nos la servían después del recreo. Y que le fuera a decirle Da Silveira a mi viejo que yo le estaba sacando esa copa a otro gurí. ¡A mi viejo, que era despachante de aduanas y conocía a los oligarcas!  

Autor: Joselo Olascuaga

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