"Los hombres quieren mujeres que ya no somos y las  mujeres queremos hombres que todavía no existen" [1]

 

Hace unos años se ha hecho masivo el relato público, a través de las redes sociales, de mujeres que vivieron algún tipo de violencia machista sobre sus cuerpos. Estuvo el “me too” de Hollywood, el “al macho escracho”, “mira como nos ponemos”, “me pasó en…”. Hubo pibas que pusieron sus cuentas personales para recepcionar y difundir denuncias, también se usaron plataformas anónimas como “ask fm” o “curious cat” para recibir testimonios. Ahora se crearon cuentas anónimas específicamente en Instagram caracterizadas por tener de nombre “varones” y el espacio donde ejercieron violencia, ahí muchas mujeres confiaron sus testimonios para que los difundan en placas de forma anónima y utilizando asteriscos para cubrir los nombres de los hombres denunciados.

En paralelo corren los protocolos intentando resolver el problema del acoso, abuso y violación a mujeres de forma “eficaz”, aparecen los dedos señalando a posibles “culpables” de la inoperancia por no habernos dado cuenta de que, efectivamente, el patriarcado existe.

MUJERES QUE YA NO SOMOS

Desde sus orígenes el movimiento feminista generó grupos de conciencia donde las mujeres expresaban y colectivizaban la hostilidad y rabia reprimida por los abusos. Era en estos espacios donde se destapaba y revelaba abiertamente la profundidad de las heridas más íntimas. Fue fundamental para la toma de conciencia y generador de fuerzas para la transformación.

Las nuevas generaciones de mujeres, nos identifiquemos con el feminismo o no, toleramos cada vez menos el pensamiento y acción sexista. No comprendemos el razonamiento que nos busca prohibir en los espacios públicos y encerrar nuevamente a lo privado, de donde “nunca deberíamos haber salido”. Disfrutamos del placer y lo buscamos, nos animamos a pensar proyectos por nosotras mismas y nos atrevemos a ponerlos en práctica, ejercemos derecho a decidir si no tener hijes o tener, cuándo, cuántos y con quien/es (aunque este derecho sea sistemáticamente vulnerado y tengamos que estar en constante vigilancia del mismo para defenderlo).

Los feminismos hoy somos reconocidos como parte del movimiento popular y entendidos como un estilo de vida para quienes buscamos practicarlo a diario.  Lo cual no implica que el feminismo tenga tantas versiones adaptables como mujeres hay en el mundo, ser mujer no nos da la capacidad divina de saber sobre feminismo sin haber leído ni participado de espacios feministas. El movimiento es diverso pero no infinito, tiene teorías y se identifica con diferentes corrientes del pensamiento, sobre eso hay que conocer y saber tomar postura.

Reproducir prácticas individualistas es lo que aporta a la campaña que desprestigia y vacía de contenido al movimiento. La renovación generacional siempre tiene que venir acompañada de intercambio intergeneracional, de formación constante, de participación, de crítica y autocrítica, de reflexión y cambio, de apertura y generación de lineamientos, de tomar postura política y asumirla sin tibiezas.

HOMBRES QUE TODAVÍA NO EXISTEN

Muchos hombres se están preocupando por su identidad y aunque se aferran al sistema comienzan a entender y aceptar que el patriarcado es parte del problema.

La masculinidad patriarcal enseña a los hombres que su conciencia de sí mismos y su identidad, su razón de ser, reside en su capacidad para dominar a otros y otras. Desde que se comenzaron a diseñar e implementar protocolos se acciona sobre hechos de violencia ya ocurridos, retirando a hombres de espacios, responsabilidades o cargos. Este mecanismo es necesario porque es contradictorio ser representante popular, grado 5 en la universidad, ginecólogo de confianza, etc. si se acosa, abusa y viola a compañeras, estudiantes, pacientes,etc. Pero al mismo tiempo este mecanismo es insuficiente y los resultados obtenidos hasta el momento son una clara evidencia.

Formarse, intercambiar y dimensionar lo estructural del problema es lo que aporta a avanzar en la construcción de masculinidades dispuestas a romper el pacto patriarcal y que estén comprometidas con la lucha de los feminismos. Esto implica una responsabilidad y un desafío a asumir con convicción de que son posibles diversas formas de sentir, expresar y vincularse. En todos los niveles y espacios de formación se tienen que generar herramientas que permitan enfrentarse a un sexismo interiorizado y a una lealtad al pensamiento y acción patriarcal.

La incorporación del rol y asignación de tareas de los hombres a la lucha feminista no es planteo de este siglo, aunque para tener un ejemplo cercano cito a Bell Hooks [2] que en el 2000 escribía: “Sin hombres como aliados en la lucha el movimiento feminista no avanzará. En este momento tenemos mucho trabajo por hacer para contrarrestar la idea profundamente interiorizada en la psique cultural de que el feminismo es antihombres. El feminismo es antisexismo.”

UBICARNOS DENTRO DE UN PROCESO HISTÓRICO Y ANTE EL CONTEXTO POLÍTICO

Es importante que entendamos que somos parte de un proceso histórico, que incorporarnos a un movimiento social no significa que el mismo comienza conmigo y que la caída del patriarcado no está tan cerca como nos gustaría que lo esté. Pero esto no debe ser causa de desmotivación, todo lo contrario, nos permite conocer caminos ya andados (y desandados por errores), alianzas ya construidas y formas de accionar ante diferentes situaciones para poder fortalecer nuestras capacidades organizativas, afinar nuestra revolución y construir la sociedad por la cual luchamos, en unidad con otros movimientos sociales.

Hoy nos encontramos en momentos de represión, material y simbólica, ante un contexto político de avance de la derecha y la ultra derecha en la región y el mundo, promoviendo discursos de odio, en combate frontal con los feminismos y proponiéndose erradicarlos [3] .

Es nuestro deber hacer de los cuerpos territorios de emancipación, construirnos en lo personal en consecuencia con como nos proyectamos en colectivo. Teniendo en cuenta siempre que luchamos contra un sistema de opresión que continúa vigente y por lo tanto tuvo, tiene y tendrá repercusión sobre nuestro pensar y accionar.

Una y otra vez nos volvemos a encontrar con el desafío de optar por continuar con una política reformista de modificar y adaptar estatutos, generar protocolos que no nos convencen pero solucionan temporalmente la problemática. O finalmente decidir por cambiar todo lo que deba ser cambiado desde la raíz y avanzar en democracia.

“Debemos tener valentía para aprender del pasado y trabajar por un futuro en el que los principios feministas puedan regir en todos los ámbitos públicos y privados de nuestras vidas.”

Este artículo tiene reflexiones a partir del libro “El feminismo es para todo el mundo” de Bell Hooks: particularmente sobre los capítulos 1,2,4,12, 15 y 19.

https://www.traficantes.net/sites/default/files/pdfs/TDS_map47_hooks_web.pdf

 

[1] Frase sin cita en una pancarta colgada en la sede de Flora Tristán, organización feminista de Perú en los años 90. Recuerdo aportado por Lilián Abracinskas, gracias compañera por formarnos y no permitir que se borre la historia feminista.

[2] Gloria Jean Watkins, más conocida por su pseudónimo Bell Hooks. Escritora y activista feminista estadounidense, su trabajo ha estado siempre enfocado en el estudio y la crítica de la interseccionalidad de género, raza y clase.

[3]Para profundizar recomiendo leer el libro “Políticas Antigénero en Latinoamérica: Uruguay, el mal ejemplo”:

http://www.mysu.org.uy/wp-content/uploads/2019/10/Poli%CC%81ticas-antige%CC%81nero-en-Uruguay_web.pdf

Autora: Tamara Abracinskas

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