La trata de mujeres con fines de explotación sexual no es algo nuevo para el mundo, de hecho, hoy analizándolo desde la perspectiva de género, las mujeres han sido tratadas como productos comerciales, herramientas de guerra y venganza contra el enemigo, dando como resultado la cosificación de su identidad, de su ser mismo y su deshumanización. 

Estas formas de comercialización de los cuerpos de las mujeres, vulneran sistemáticamente sus derechos y Uruguay no es la excepción. En el 2015 se presentaron más de 100 investigaciones, pero solo fueron procesadas dos personas por este delito que despertó la atención luego de algunas denuncias de mujeres racializadas de origen dominicano, que argumentaban haber sido traídas con engaño y falsas promesas de trabajo al Uruguay, pero resultaron siendo explotadas en “bares” dedicados a la prostitución y exclavitud sexual en el interior del país, en donde “todo es silencioso”. 

Esta alerta no duró más de un año, como si se tratara de una noticia del momento, nunca más se escuchó sobre los casos de trata de mujeres y los colectivos feministas tratan casi sin éxito de visibilizar esta situación en un país en donde las mujeres siguen siendo asesinadas por el  hecho de ser mujeres. Es casi imposible que se mantengan las alertas activas cuando no se involucran todos los movimientos de lucha.

La trata de mujeres además de ser un crimen grave que atenta contra los derechos humanos, por tratarse de un hecho esclavizante, de retención, agresión, torturas físicas y psicológicas, violaciones, entre otras atrocidades, tienen una fuerte conexión con el capitalismo, en donde todo puede venderse y comprarse a costa de la vida misma.

¿Qué pasa con las mujeres que son rescatadas de estas mafias? ¿Cómo será su vida luego de esto? Son muchas de las preguntas que me hago cuando pienso en una situación de explotación sexual, en donde comerciaron con el cuerpo humano en contra de su voluntad. Los impactos a nivel físico y psicológico son devastadores, todo a causa de un sistema patriarcal que, vinculado al capitalismo considera que puede hacer de la existencia de las mujeres un objeto de compra-venta.

El Ministerio de Desarrollo social (MIDES), en el 2011 realizó un informe y manifiesta que: “Culturalmente, Uruguay es un país profundamente patriarcal y adultocéntrico. Estas discriminaciones según el sexo y la edad de las personas se manifiestan a través de diferentes formas de violencia: violencia física, sexual, psicológica, económica, violencia en el ámbito intrafamiliar, en el comunitario y en el institucional. Son discriminaciones a veces explícitas y otras veces solapadas por debajo de pautas culturales o leyes aparentemente neutras que inciden en forma negativa sobre las mujeres”.

Justamente esas formas solapadas en la que se manejan situaciones de violencia en el país, son las que llevan que se haga difícil visibilizar los hechos de trata de mujeres, cuando además se trata de migrantes afros y pobres.

El último informe sobre investigaciones de víctimas de trata con fines de explotación sexual, son mujeres adultas de 18  a 30 años, y menores de edad a partir de los 16 años.

“(...) Se han visualizado casos de mujeres que son captadas con la finalidad de ofrecerles trabajo doméstico o en bares y whiskerías” (MIDES, 2011).

Las formas de captación de las mujeres para este tipo de explotación, se hace a través de falsas promesas de trabajo, en general vinculadas al trabajo doméstico y cuidado de niños/as y adultos mayores.

El Mides sostiene en su informe, que no se cuenta con datos estadísticos articulados con cifras oficiales que permitan evidenciar esta problemática social, siendo Uruguay un país con fronteras permeables y altos flujos migratorios de paso hacía países con mayor “mercado” para este tipo de actividades deshumanizantes.

“(...) Se ha logrado reunir información sobre la existencia de una ruta de trata de adolescentes desde Argentina (Formosa, Chaco, Misiones, Corrientes) con destino a Punta del Este, vinculada al turismo sexual. Asimismo se identifica una ruta proveniente de Argentina, pasando por Uruguay (Paysandú, Tacuarembó y Rivera) con destino a San Pablo, resultando Uruguay país de destino y tránsito hacia Brasil" (González D., Tuana A., "Invisibles y silenciadas. Aportes y reflexiones sobre la trata de personas con fines de explotación sexual comercial en Uruguay", 2006.

Invito a todos los colectivos defensores de Derechos Humanos a poner atención a estos casos y no dejar que sean los medios hegemónicos de comunicación los que mantengan las alertas que duran lo mismo que dura un titular.

Autora: Yuli Torrez

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