En las elecciones alemanas en Turingia ganó la izquierda (Die Linke). Esto luego de ser llevadas adelante unas segundas elecciones para ministro presidente.

Lo que sucedió en Turingia es aleccionador para el mundo, allí en las elecciones parlamentarias, la izquierda había sido la primera fuerza con el 30 por ciento de los votos. Su candidato Ramelow, obtenía 44 votos en el parlamento para ser investido presidente, no alcanzando la mayoría de votos (45 necesarios), este permitió que el candidato liberal minoritario sumará los votos de la derecha alcanzando 45 votos, siendo finalmente investido.

Sin embargo dimitió y en una segunda votación la izquierda finalmente gana.

¿Qué sucedió?

Para qué Kemmerich fuera elegido fue necesario contar con los votos AfD, partido ultraderechistas, machista y xenofobo que entre otras cosas relativiza el holocausto y lo que significó el nazi fascismo para Alemania, y la humanidad.

La canciller Merkel, sin duda alguna de derecha y extremadamente liberal en lo económico pero comprometida con la memoria democrática y el antifacismo, declaró que era completamente intolerable que su partido legitimara la existencia de la ultraderecha y que la conducta de su partido en Turingia era inexcusable e imperdonable.

Esto llevó a que el presidente electo tuviera que dimitir al no contar con apoyo político.

En una segunda vuelta es electo Bodo Ramelow, integrante de Die Linke, agrupación de izquierda a la izquierda de la socialdemocracia.

Es muy aleccionador este hecho, mientras la canciller Merkel (demócrata cristiana) no duda entre preferir que la izquierda gobierne antes que resurja cualquier expresión fascista, en nuestras latitudes un presidente que se dice nacionalista, blanco, democrático, y liberal, no duda con tal de desplazar a la izquierda de aliarse y legitimar con varios ministerios a un partido militar ultra reaccionario, que hace apología del fascismo y de la dictadura militar.

No duda en normalizar un discurso radicalmente conservador que culpa a las disidencias sexuales de que no nacen más niños en Uruguay, que vuelve al ocultamiento, la impunidad y la mentira diciendo que no van a aparecer más desaparecidos o que la dictadura donde él era Alférez era menos asesina que la chilena o la argentina porque mató y desapareció menos gente.

Un retrógrado ultramontano que reconoce como referente a alguien tan fascista y supremacísta como Bolsonaro que dice que los pueblos originarios son casi humanos.

No sólo lo legítima sino que permite que su gobierno sea plataforma de lanzamiento del partido militar de ultra derecha uruguayo.

Y lo que es peor al depender de los votos de Cabildo Abierto, deberá ceder a estos constantemente haciendo este proceso aún más radicalmente reaccionario y peligrosamente permisivo a la barbarie.

Qué lejos está este partido herrero derechista de aquel viva el Partido nacional de Wilson frente al golpe de Estado.

Pero si hay que tener claro que como sostenía Enrique Rodríguez en estas horas aciagas la clase obrera no fallará.

Autor: Diego Alonso

Compartir

Comentarios