En el transcurso de este año 2022, coincidiendo con el intento de magnicidio de Cristina Fernández, reapareció la mil veces repetida mentira, de los medios concentrados, de adjudicarle ese suicidio a Cristina.

El impacto de la serie sobre Nisman de Netflix, puso arriba de la mesa con fuerza el tema. Desnudó gran parte de las mentiras montadas para transformar un suicidio en un homicidio.

En setiembre de 2018 se publicó un libro de investigación, “¿Quién mató a Nisman?”, del abogado y periodista Pablo Duggan, que demuestra de manera irrefutable que Nisman se suicidó. Su fuente es la causa judicial instruida por la fiscal Viviana Fein. La denuncia de Nisman fue cuestionada por el juez de la causa AMIA, Rodolfo Canicoba Corral. El autor del libro dice que los jueces María Ronilda Servini de Cubría y Ariel Lijo se negaron en enero de 2015 a habilitar la feria judicial para investigar la denuncia “por ausencia de pruebas”.

Nisman no pudo responder lo que dijo Timerman en una conferencia de prensa al mostrar una carta de febrero de 2013, que le fue enviada por el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner al director de Interpol, Ronald Noble, aclarando que la firma del Memorándum con Irán en nada modificaba el estatus de las alertas rojas contra los iraníes acusados. Horas después de la denuncia de Nisman el propio Noble, confirmó ese dato en un reportaje del diario Página 12.

Nisman entró en una crisis depresiva al darse cuenta que su denuncia carecía de pruebas y que su amigo, el ingeniero de inteligencia de la ex SIDE, Stiuso, que había sido desplazado de su cargo, había dejado de contestar sus llamadas. O sea, que el fiscal de AFI-AMIA estaba solo, sin apoyos y sin pruebas. Además el periodista muestra en su libro los whatsapp entre Nisman y su ex mujer, la jueza Sandra Arroyo Salgado, que demuestran los graves problemas que tenía en su vida privada.

La película de Netflix confirma lo escrito en 2018 por el periodista.

¡Fue suicidio!

Empezando por la autopsia del médico forense, corroborada por la Junta Médica, de que fue un suicidio y en su muerte no participaron terceras personas. Es falso que el cuerpo presentara “sumisión química” como se llegó a decir. Nisman no estaba drogado, ni borracho. Su cuerpo no presentaba golpes más allá de los que causó su caída en la cabeza. El disparo, su trayectoria, el lugar donde entró la bala, donde queda el arma y el casquillo, todo indica que fue un auto disparo. Nada hay que indique un homicidio.

La data de muerte, todos hablan de un horario entre la 9 de la mañana y las 2 de la tarde del domingo 18 de enero de 2015. Salvo la truchada posterior para convertirlo en un homicidio que dio Gendarmería, que indicó que la muerte fue a las 02.46 de la madrugada, que no solo es inaceptable, ni poco serio, y no resiste un análisis académico. Esto también lo deja en evidencia la película.

Nisman se suicido en el baño y estaba solo. Esto lo confirman los análisis de las muestras de sangre, que indican que el cuerpo nunca fue movido, que cayó naturalmente y que Nisman estaba sólo en el baño, en el momento que se disparó y que la puerta del baño estaba cerrada.

Un argumento que tira abajo el libro y ahora la película, es lo de la ausencia de rastros completos de disparo de arma de fuego en las manos de Nisman. Hay más de 80 rastros en las dos manos de Nisman. ¡El complot asesino es una fantasía! ¡Un complot para llevar al poder a Mauricio Macri! No saben cómo explicar, cómo hicieron para entrar al departamento con dos puertas cerradas por dentro. No se sabe para qué se “quedaron” en la casa para navegar por internet desde la laptop del fiscal a las 7 de la mañana. No se sabe por qué un custodia declara que el fiscal le pidió un arma, que a la postre luego se la dio Lagomarsino, como todo el mundo sabe.

El 28 de febrero de 2019 se conoció el veredicto en la causa de encubrimiento. Por un lado el ex juez Galeano, como principal responsable, fue condenado a 6 años de prisión por los delitos de peculado, prevaricato, privación ilegal de la libertad y encubrimiento; el ex secretario de Inteligencia Anzorreguy fue condenado a 4 años y 6 meses de prisión por peculado y encubrimiento; Telledín, a 3 años y 6 meses de prisión como partícipe del peculado; Anchezar – ex subsecretario de Inteligencia de Menem-, a 3 años como partícipe del peculado y autor del encubrimiento; Mullen y Barbaccia –los fiscales protegidos por Macri y Garavano, denunciados por Cimadevilla- fueron condenados a 2 años de prisión de ejecución condicional, por incumplimiento de los deberes de funcionario público. Carlos Menem, Jorge Palacios y Raúl Beraja, fueron absueltos.

No hay duda que funcionarios judiciales y políticos encubrieron el atentado contra la AMIA y desviaron la investigación. El veredicto puso penas ridículas, teniendo en cuenta que se trata del atentado más grande de la historia de Argentina. Pero así funciona un poder judicial corrupto, que trata blandamente cuando son integrantes del Poder Judicial los que cometen delitos, y continúa en la persecución contra Cristina Fernández.

Fue el gobierno de Menem el que puso obstáculos en la investigación del atentado, como se comprobó en el juicio oral de 2004 y se ratifica en el juicio de encubrimiento.

Por lo tanto, el presentar el suicidio de Nisman como homicidio, es un claro intento de perjudicar a Néstor Kirchner y sobre todo a la figura de Cristina Fernández. Y de paso que no se sepa los motivos del encubrimiento. O sea, que no se sepa quiénes fueron los responsables del atentado.

Pero, además, una de las causas contra Cristina, que está atada a Nisman, es la del Memorándum con Irán. De esta ni habla la derecha argentina, porque recientemente el MOSSAD ha dicho que no fueron iraníes los que participaron del atentado. ¡Qué lástima que no lo dijeron antes! A parte, que dicho memorándum fue votado por el Congreso y nunca entró en vigencia.

Resulta que sobran las pruebas sobre el suicidio de Nisman y los medios concentrados, siguen diciendo que Nisman fue asesinado. También sobran las pruebas sobre el intento de magnicidio contra Cristina, y los mismos medios lo ponen en duda o le bajan la intensidad a uno de los hechos más graves ocurridos desde que se recuperó la democracia en Argentina. Los sembradores del odio en Argentina se hacen las victimas cuando hace una década que están mintiendo y profundizando una grieta, para que no vuelva a la Presidencia la única alternativa nacional y popular, que pueda evitar la entrega de los recursos del país hermano.

Pongamos las barbas en remojo. No alcanza con condenar el magnicidio contra la compañera Cristina. ¡Hay que condenar también el Lawfare contra ella! Porque en última instancia, tenemos enemigos demasiados parecidos, concentradores del poder y de la calumnia.

Autor: Gonzalo Alsina

Compartir

Comentarios