Reflexionando sobre las idas y venidas del discurso político, la frase "es la economía estúpido" de James Carville adquiere una nueva actualidad. Luego de la convocatoria realizada por el Frente Amplio para lograr un clima de debate político que respetará la coexistencia democrática varios medios de prensa se han dedicado a demostrar que esa iniciativa no bajó los ánimos en la confrontación sino que al otro día el PIT-CNT reforzó sus acciones de resistencia al Gobierno.

Esto no es casual desde la derecha se busca identificar al programa y la lucha de la clase trabajadora organizada con el Frente Amplio. Cuando este era gobierno decían que la central era el brazo sindical del gobierno y al poco tiempo de las elecciones cambiaron el discurso para decir que el Frente Amplio es el brazo político de la Central sindical.

Ambos planteos son equivocados y responden exclusivamente a un interés de ensuciar la cancha por parte de la coalición de derecha en el gobierno.

De hecho si algo ha caracterizado a nuestra Central de trabajadores es la capacidad de organizar a trabajadores de distintas filiaciones políticas, ideológicas, religiosas y filosóficas en un mismo programa que desde la acción unitaria procura transformar la realidad en un sentido mucho más democrático radical que cualquier programa del Frente Amplio hasta proponerse construir una sociedad sin explotados ni explotadores.

Al mismo tiempo, el Frente Amplio nació como la expresión política sin exclusiones de todos los orientales que entendieron necesario impulsar un proyecto político nacional popular y democrático que permitiese avanzar en soluciones a las demandas populares, mejorar las condiciones de vida de la población mediante el desarrollo del país a través de un programa con clara vocación latinoamericanista, pero socialmente siempre representó un arco social de alianzas mucho más amplio que la clase obrera organizada y por tanto integrado por sectores sociales y políticos sin una visión superadora del Capitalismo.

Estas diferencias se mostraron bien claras durante los gobiernos del Frente en varios temas, desde la inserción internacional a la distribución de la riqueza, pasando por la reforma del Estado, el presupuesto nacional y la transformación de la educación. Esto se expresó tanto en debates como en movilizaciones y conflictos durante los 15 años de gobierno frenteamplista.

Por otra parte, es verdad que existen más puntos en común en los programas del Frente Amplio y el movimiento sindical que entre el PIT CNT y la actual coalición de derecha y ultraderecha en el gobierno. Esto tampoco es casual, ni tiene que ver con palos en la rueda ni con identificación del movimiento obrero con el Frente, el punto es cuál es el bloque social que representa el actual gobierno del país.

El Herrerismo junto con el ruralismo y el riverismo históricamente representaron los intereses del sector financiero, agro exportador latifundista y vinculado a los sectores del capital multinacional. Sus intereses económicos y sociales no están vinculados al mercado interno ni dependen de la capacidad de compra de la población laboriosa del país. Por el contrario se benefician de una apertura comercial indiscriminada que permita colocar en el exterior materias primas de bajo valor agregado a precios favorables y abrir el país al Capital internacional de forma desregulada para conseguir nuevos mercados.

Junto a ello persiguen una política de divisas a altos precios, un Estado ausente o que se limite a garantizar su seguridad y la de sus negocios asumiendo los costos estructurales que necesitan para la circulación de su mercancía. Junto a ello la especulación de los precios y la apropiación directa de la renta diferencial de la tierra de los latifundios es su mejor negocio.

Estos sectores se han opuesto de forma acérrima a la industrialización del país, a cualquier forma de integración regional complementaria, a cualquier tipo de reforma que permitiese superar el latifundio retardatario, a cualquier regulación al capital financiero y a la más mínima redistribución de la riqueza.

Por ello se enfrentaron al primer y segundo batllismo, al wilsonismo, al Frente Amplio y a cualquier proyecto político que quisiera utilizar el excedente para construir un país moderno democrático avanzando. Sienten y piensan al Uruguay como una extensión de su estancia sobre la cuál tienen derecho natural y casi divino.

Además conciben los aparatos del Estado tanto los ideológicos como los fácticos exclusivamente a su servicio de forma que garanticen la acumulación privada. Estos sectores además comparten lazos intrafamiliares y de vínculos sociales que les permiten conformar una verdadera Rosca elitista culturalmente conservadora, económicamente explotadora y política e ideológicamente reaccionaria que privilegia su interés antes del de la pública felicidad. Su lema bien podría ser (su) Familia, Tradición y Propiedad.

Por ende se verá enfrentada a cualquier proyecto progresista y antagónicamente opuesta al programa histórico e inmediato de la clase obrera y sus aliados. Pero también objetivamente se enfrentan a otros sectores capitalistas vinculados al mercado interno, a sectores que empujen el desarrollo científico tecnológico del país y a cualquier interés que necesite redistribuir recursos para impulsar políticas de desarrollo sostenible que en nuestros países inevitablemente tiene como motor al Estado.

Evidentemente estos sectores hoy denominados malla oro para defender sus intereses no van a asumir un discurso que ponga en el centro de la vida política la necesidad de la convivencia democrática sino que necesitan construir una "grieta" discursiva que deslegitime cualquier proyecto emancipador. Para ello puede ser válida cualquier estrategia.

En ese sentido proponer desde el Frente Amplio la necesidad de una normalidad democrática que permita confrontar modelos sin caer en provocaciones mediáticas es acertado.

Pero al mismo tiempo no podemos cifrar esperanzas en que esta derecha que sólo representa el interés de los 2500 uruguayos más ricos que depositan 9 mil millones de dólares en el exterior -mientras las grandes mayorías nacionales se empobrecen- se comprometa con ningún cauce democrático si este toca en lo más mínimo sus privilegios.

Por eso también fue acertadísimo el inmenso paro general convocado por el PIT-CNT y la Intersocial porque en última instancia no es un problema de modos sino que es lucha de clases.

Autor: Diego Alonso

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