Al no hacerse explícita la hipótesis principal de conflicto, ocurren dos cosas:
1 - No se cumple con la legislación vigente y ...
2 - Seguimos sometidos al sistema militar continental creado por USA.
Este sistema creado por EE.UU luego de la Segunda Guerra Mundial, que tiene como marco político la OEA y como encuadramiento militar al TIAR y a la Junta Interamericana de Defensa, le asegura a nuestro enemigo antagónico, el explotar tranquilo los recursos estratégicos regionales, en caso de sus necesidades.
América Latina, al mismo tiempo que la consideran estratégica, la consideran como una zona de importancia menor del punto de vista militar. Pretenden mantenerla “estable” con el objetivo de que proporcione materiales estratégicos, bases y otras instalaciones a medida que las necesite.
En otras oportunidades hemos planteado que la única defensa posible, si pretendemos ser independientes en este tema, es prepararnos para una estrategia defensiva. Esto es inevitable dada las correlaciones de fuerzas ante los posibles agresores regionales.
Los resquicios de la DSN aún vigentes llevan el tema de la seguridad hacia adentro, cuando la principal misión de las FF.AA sería la defensa de agresores externos.
Nuestras debilidades actuales son de dos tipos. Somos materialmente débiles, pero somos más débiles por el sistema que seguimos adoptando. La peor de las debilidades son las intelectuales. Son las primeras a superar.
Al adoptar las ideas de nuestro enemigo antagónico se está traicionando las ideas que nos legaron nuestros antepasados de la lucha por la independencia.
La “profesionalización” basada en las concepciones yanquis conduce al desprecio de lo nuestro, al desprecio de nuestro legado histórico de resistencia prolongada, con nuestras propias fuerzas y concepciones. Copiar es ridículo e ineficiente de todo punto de vista.
Un sistema de defensa original, creado en base a nuestra propia historia es posible y es el único que permite que el débil pueda contra el más fuerte.
La “estandarización” importada de nuestro enemigo no sirve a los intereses nacionales.
“Lo que ayer nos vendió Europa y hoy nos vende EE.UU. en materia de doctrina militar, de implementos militares, de costumbres militares, fueron y son abalorios, brillantes cuentas de vidrios para indígenas subdesarrollados.” Óscar Petrides.
Continua el general: “No hay que profesionalizarse para copiar sino para crear, para crear lo que nunca nos enseñarán ni ayudarán a construir los que, riéndose a carcajadas de nuestras pretensiones, nos siguen vendiendo, prestando o imponiendo las toneladas y toneladas de abalorios materiales e intelectuales que sólo sirven para confirmar su dominio. ¿De qué le sirve a mi país que yo conozca al dedillo las condiciones, tiempos y efectos de un proyectil balístico intercontinental, de una bomba A, H o X, de un Polaris, de un tanque ultramoderno, de un avión supersónico, cosas que nunca me darán o venderán mientras sirvan para mi defensa, y que si me vendieran o dieran no estaría en condiciones materiales de adquirirlas ni de mantenerlas en función de mi precariedad material?”
Para mantener nuestra independencia en las formas militares, ¿por qué no aprender de aquellos que derrotaron al imperialismo y que no tienen interés en sacar provecho de nuestros recursos? ¿Por qué no aprender por ejemplo de los vietnamitas? Si Brasil, con Lula, realizó prácticas en la selva amazónica con ayuda de los mejores del mundo: las unidades de elite vietnamitas.
Volviendo a Petrides: “¿De qué le sirve ese conocimiento- se refiere al yanqui-técnico a mi país si a la par que lo adquiero no creo la respuesta táctica y estratégica nacional, que yo, “técnico” sepa que una División de un Ejército moderno tiene 16 mil hombres y materiales que cuestan 500 millones de dólares- son valores de 1966- si al mismo tiempo no sé o no quiero saber que mi tarea no es importar ni siquiera la idea de esa unidad de masas, que sin moverse ni luchar cuesta más que cuatro veces el Presupuesto General de mi país, sino encontrar la respuesta nacional a la existencia de esa unidad y llevarla a la práctica?
O sea, como el mundo sigue dividido en naciones, se impone que cuidemos nuestra independencia en todas las formas, inclusive, por razones obvias, en las formas militares.
Como dijera José Enrique Rodó, “no hay pueblos débiles sino los que se resignan voluntariamente a serlo”.
Hay que recurrir a nuestras mejores tradiciones de resistencia prolongada; desde Artigas a la resistencia del pueblo contra la dictadura apátrida vendida en cuerpo y alma al enemigo antagónico.