Y vinieron por todo…
Desde que fue electo el gobierno viene imponiendo cambios y transformaciones a paso redoblado. Las reformas abarcan todas las áreas estratégicas del Estado, evidenciando que se trata de un gobierno depredador de los bienes y recursos de nuestro país, y entreguista de la soberanía nacional. La venta del puerto es el ejemplo más escandaloso de esa entrega, pero no es un caso aislado, es el modelo que impulsa la coalición de derecha.
En éste marco, la Educación no queda afuera y viene siendo avasallada a través de una reforma educativa impuesta que va y va. Aunque esté de espaldas a las y los docentes, que somos quienes debemos llevarla a cabo; pero sobre todo está de espaldas a las niñas, niños y jóvenes, que ven recortados sus derechos día a día. Porque no es posible defender que se mejora la educación con menos, menos recursos, menos docentes y menos tiempo de enseñanza.
La reforma que vienen imponiendo no se ajusta a la realidad ni a las necesidades nacionales, viene prefabricada desde afuera por organismos internacionales de crédito, sus principales líneas las definieron la OCDE y el Banco Mundial.
Esta circunstancia no es accidental, responde al pedido desesperado de los sectores de poder criollos que buscan una educación público-estatal que brinde una formación de bajo nivel general y permita la explotación alfabetizada, y el desarrollo tecnócratas explotados pero al servicio de la explotación. ¡Aquello de formar mano de obra barata!
Pero la reforma también es un pisoteo a la democracia, propio del estilo de este gobierno, que fiel al neoliberalismo del SXXI prioriza los mercados por encima de todo. Vienen vaciando de contenido la negociación colectiva del sector público, dijeron que la reforma no se discutía se explicaba. Atacan y desoyen las opiniones de las ATD, que aunque no hayamos podido decirlo con la suficiente fuerza, todas se manifestaron en contra de la reforma educativa, por forma y por contenido. Pero tampoco convocan al ámbito supremo para debatir los rumbos de la educación, el Congreso Nacional de Educación, que prevé la participación de todos los sectores de la sociedad.
Parece que le temen a los debates democráticos y amplios, solamente pueden imponer, amenazar y sancionar. Fue pública la reacción violenta con amenazas de sanciones cuando supieron que directores e inspectores de Primaria dijeron basta a cursos improvisados, de bajo nivel y poca seriedad.
El ataque a la integralidad de la educación pública que se impone y la sustitución por el modelo de competencias es una clara embestida contra el pensamiento científico, dicha forma de pensamiento aporta a las y los estudiantes un elemento clave, el criterio de verdad. Lo que pasa es que este gobierno lejos de preocuparse por la verdad, promueve el montaje de una puesta en escena permanente de lo que ocurre en la realidad, también de lo que ocurrió en el pasado.
Los dinosaurios se resisten a desaparecer…
Importa señalar que el Programa de Educación Primaria vigente, elaborado en el año 2008, se construyó con la participación de todas y todos los docentes, quienes aportamos nuestras voces en diferentes instancias de ATD. Todas las escuelas del país y todas y todos los docentes debatimos y aportamos, el Programa no nos vino dado por “expertos” que no conocen las aulas, se hizo considerando las experiencias concretas de toda la realidad nacional.
En los últimos días, se ha dado a conocer una versión de los programas de las diferentes materias que se dictarán el año que viene en el marco de este proceso de reforma. Llenos de incertidumbres empezamos a estudiar las propuestas, que como otras veces llegan antes por los medios de prensa que por los canales oficiales.
En éste sentido, son escandalosas algunas modificaciones conceptuales, terminológicas y bibliográficas en los programas de Historia.
Han sido varias las modificaciones realizadas en éste sentido, sin embargo uno de los cambios trascendentes en este tema es sobre el contenido “La dictadura cívico-militar y el avasallamiento de los DDHH”, que pasó a llamarse “La dictadura cívico-militar y el avasallamiento de las instituciones y los derechos civiles y políticos”.
Ahora bien, cabe preguntar tantas cuestiones, solamente compartimos algunas: ¿Con qué intencionalidad las autoridades realizan éstas modificaciones referentes al estudio de nuestro pasado reciente? ¿Por qué quitar el concepto Derechos Humanos? ¿A qué intereses responde el intento de instalar la teoría de los dos demonios? ¿Por qué ubicar ésta temática en la primera línea del debate pedagógico hoy?
Antes decíamos que hay un ataque al pensamiento científico, y en este caso ese elemento se evidencia con claridad meridiana. Las autoridades niegan el carácter científico de la Historia y crean en su lugar una materia que se podría llamar relatos del pasado. Y en lugar de abordar la enseñanza de la Historia Reciente y la Dictadura cívico-militar plantean trabajar relatos sobre el proceso, como le gusta llamarlo a los golpistas, sus cómplices y sus encubridores.
Nota aparte merece la vergonzosa recomendación de textos del Coloso de la Impunidad sobre la Dictadura, mucho más cuando se bajan textos de científicos de alto calibre en la materia. Hay pruebas de sobra que permiten concluir que no hubo una guerra interna, que no hubo dos bandos, y que sí hubo acción del Estado contra sus ciudadanos, acciones fundadas en la Doctrina de la Seguridad Nacional, de la que también hay pruebas. Pero los dinosaurios no se quedan quietos, nunca se quedaron quietos, por eso intentan imponer una teoría, la de los dos demonios, teoría que no es sostenida por ni una sola investigación científica.
Por eso desde estas líneas decimos con firmeza la impunidad respecto a los delitos de lesa humanidad cometidos durante la última Dictadura sigue siendo uno de los temas que más dañan moralmente a nuestro país, con los riesgos que eso supone para el presente y para el futuro. Quizás una de las leyes más inmorales que haya votado el parlamento es la 15.848, ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado o como la llama el Pueblo: “Ley de impunidad”. Porque en Uruguay hay cobardes que secuestraron, torturaron, violaron, asesinaron, desaparecieron y hoy siguen caminando por las calles sin que sus atrocidades y violaciones a los Derechos Humanos sean juzgadas.
No conformes con eso han creado una cultura de la impunidad y de la mentira, decían que en nuestro país no había desaparecidos, que no existían pruebas, y mintieron y encubrieron y se burlaron del dolor de las familias. Al día de hoy fueron encontrados: Julio Castro, Ricardo Blanco, Fernando Miranda, Ubagesner Chaves Sosa y Eduardo Bleier. Que prueban que sí hubo torturas, que sí hubo asesinatos y que sí hubo desapariciones forzadas.
También es importante recordar que han intentado amedrentar a los equipos de investigación que trabajan en el tema, con amenazas y con desaparición de materiales. Porque los dinosaurios quieren que haya pactos de silencio, quieren dar vuelta la página… lo que no quieren es la verdad de los delitos cometidos y mucho menos quieren justicia.
Antes de seguir es preciso reconocer que se demostró que existieron investigaciones y seguimientos de personas en democracia, los archivos Castiglioni prueban que la inteligencia nunca dejó de actuar contra el Pueblo. ¡Y atrás de todo esto aparece otra vez el Coloso de la Impunidad!
Las niñas, niños y jóvenes tienen derecho a la verdad…
La Escuela juega un papel fundamental en la construcción de la memoria colectiva y como Maestras y Maestros debemos aspirar a la reconstrucción de un nosotros que respete los valores básicos de verdad, justicia, confianza y solidaridad, tarea primordial de la Escuela, ya que son cuestiones que tienen que ver con la construcción de futuro. La escuela cuando construye pasado, construye identidad. Es decir, construye una comunidad, un nosotros y la única forma de construir ese nosotros es sobre la base de estos valores.
Partiendo de ésta idea, tomando como referencia el Programa de Educación Inicial y Primaria 2008: “La enseñanza de la Historia contribuye a la construcción de identidad, teniendo en cuenta la Historia colectiva de una comunidad, sin olvidar ninguno de los tiempos, ni los aportes que han figurado en su construcción (…) El tiempo presente no se explica exclusivamente por sí mismo, sino en forma imprescindible a partir del conocimiento del pasado. Todo presente incorpora el pasado”.
Estas afirmaciones del Programa ponen de manifiesto un aspecto que debemos resaltar, y que es clave en este debate, se trata del carácter científico de la Historia, que tiene un objeto de estudio, una metodología, y un conjunto de fuentes. Además incluye la enseñanza de la historia reciente en los contenidos a trabajar dentro del área de ciencias sociales y desde distintas disciplinas incluyendo contenidos como: Derechos Humanos y Cultura de Paz.
Allá por el año 2008 los desafíos eran muchos al pensar este concepto… hoy existen varias discusiones saldadas y la enseñanza de la historia reciente ha logrado cierto nivel de reconocimiento público y académico. Entonces, cabe preguntarnos: ¿Por qué las autoridades de la educación quieren provocar un “silencio” en torno a este tema eliminando conceptos o disfrazando términos referentes al estudio del pasado reciente de nuestro país? ¿Los docentes uruguayos no tenemos la obligación moral y la necesidad de luchar contra éste silencio? ¿Acaso las autoridades desconfían de sus docentes, de su formación y de la forma en la que practican la laicidad? ¿Y al ubicar esta desconfianza en la sociedad sobre las y los docentes no daña todos los conocimientos que se imparten en los centros de estudio?
Nuestra tarea es acercar a niñas y niños a una parte de la historia de su país que le permita seguir construyendo el presente del que formamos parte, porque la construcción de la Democracia y los Derechos Humanos son una tarea por delante que involucra a todos.
La disyuntiva entre abordar o no abordar el tema en las escuelas debe estar saldada en torno a una consigna central, el silencio ante los sucesos de nuestra historia reciente abonan a la impunidad, y "La Impunidad es el Terrorismo de Estado por otros medios" como planteó Juan Gelman.