Artigas convocaba a los orientales a luchar por la “pública felicidad”. Ese llamado –que no una orden- está más vigente que nunca.
Más vigente, porque los orientales, junto con construir la “publica felicidad” en Uruguay, deben dar un ejemplo ético y práctico al mundo globalizado. La “celeste” puede tener alcance mundial.
Los males que imperan en el mundo -desigualdad, inseguridad, guerra, daños ecológicos- tienen causas humanas. Una minoría de hombres movidos por la ambición de ganancias y dominación, sojuzga a la mayoría, amenaza la paz mundial y la propia sobrevivencia del planeta.
Hasta ahora, han podido imponer sus designios, porque las sociedades exprimidas no han logrado construir la unidad suficiente como para superar la dependencia. No hay dos verdades: o domina esa minoría, o domina la mayoría unida.
América Latina es un ejemplo vivo de esta verdad: los distintos gobiernos progresistas no han forjado la mayoría tal, como para sobrevivir a los embates diseñados, organizados e implementados por Washington. Como forma de golpe de Estado democrático, financia, organiza y asesora a fuerzas de ultraderecha cuya única estrategia es el odio destructor.
Entre otros, Brasil es un ejemplo que rompe los ojos. Por eso, para ser candidato, Lula forjó una alianza que iba más allá de la izquierda tradicional.
Derrotar a políticos inescrupulosos o corruptos, que la historia olvidará, no es el norte principal de la lucha de la sociedad uruguaya, sino crear las condiciones económicas, sociales y política para la “pública felicidad”.
El nudo teórico y práctico es articular la lucha por la ruptura de la dependencia geopolítica –la lucha por la independencia-, con la lucha por superar las profundas desigualdades.
Las desigualdades han sido más estudiadas y definidas. En lo que hace a la dependencia, es necesario profundizar el estudio de las formas en que se manifiesta y cómo superarla. La dependencia tiene un escudo político militar que es la geopolítica de Estados Unidos y una de sus formas es la “guerra a las drogas”, de la cual nos hemos ocupado más de sus efectos (delincuencia, cárceles, armas de combate), que de sus causas geopolíticas.
En Uruguay, el futuro Congreso del Frente Amplio y el Congreso del Pueblo que propone el PIT-CNT tienen la oportunidad histórica de articular estas dos tareas estratégicas.