INTRODUCCIÓN
La Pedagogía hoy está en el silencio previo a la creatividad y la transformación, o es un silencio por ausencia impuesta?
La Pedagogía, como campo integrador de los aportes de las otras Ciencias de la educación, es una de las disciplinas fundantes de la profesión docente.
La formación del docente en tanto espacio destinado a la construcción de saberes específicos, vinculados con el ejercicio de la docencia como profesión, nos enfrenta a un escenario en el que confluyen, colisionan o se negocian, diversas representaciones acerca de lo que es ser docente, cómo son sus prácticas, qué aprenden los estudiantes, cómo construyen y perciben su identidad profesional, entre otros aspectos.
Abordar estas cuestiones en el caso concreto del Uruguay, exige dar cuenta de las distintas tensiones que han acompañado su evolución, implica analizar las características y sentidos atribuidos, en cada momento al “ser docente”, vinculado a un proyecto político, institucional y pedagógico; e implica también examinar los marcos epistemológicos desde los cuales se fueron definiendo la relación entre el conocer y el hacer, entre la teoría y la práctica.
En momentos en que la formación docente nacional debiera encaminarse hacia una transformación que construya una nueva institucionalidad, que consolide el carácter universitario de la misma,(en el marco imprescindible y no negociable de una estructura universitaria, es decir, de una Universidad de Educación, pública, autónoma y cogobernada), la Transformación Educativa planteada hoy, ha desvalorizado y desprestigiado la Formación Docente quitando presencia en la formación de uno de los campos de conocimiento específico y especializado de la profesión, esto es, el campo pedagógico.
UNA BREVE MIRADA SOBRE EL LUGAR DE LA PEDAGOGIA
La presencia de la Pedagogía en la formación docente se encuentra desde los inicios de la misma. Ya en el siglo XX ésta cumple un papel central en la conformación de la profesionalidad del Maestro apoyada en la autonomía que el docente construye al poseer un conocimiento específico y especializado que caracteriza toda profesión, en este caso, éste es el conocimiento pedagógico junto a la didáctica y la práctica docente.
La ATD de Formación Docente define la especificidad como “la construcción de un soporte conceptual a través de un enfoque interdisciplinario de las CC.EE, en articulación integral con la didáctica-práctica docente y el conocimiento disciplinar” (ATD de F.D abril 2009).
Estos campos han sido componentes determinantes en la especificidad de la función docente, esencial en los procesos de conformación del pensamiento y el comportamiento profesional, por ello han estado presentes en todos los planes.
La centralidad de las Ciencias de la Educación, obedece entre otras múltiples razones, a que han aportado distintas miradas,en la etapa inicial de la formación de grado, para la comprensión y explicación de la realidad educativa en toda su complejidad.
Estas tienen que ver con la adquisición de los saberes vinculados no sólo al “cómo” y al “qué” enseñar, sino también al “por qué”, al “para qué”, a “quién” y “dónde”; en otras palabras, recuperan la complejidad de la educación, como un proceso mas allá del aula, es decir, como un proceso también hacia la institución y la sociedad. (López y Mallo. 2004)
En el marco de las CC.EE y desde su carácter integrador, la Pedagogía analiza los fines de la educación en cada tiempo y sociedad, preguntándose por qué y para qué enseñar. Partiendo de allí reflexiona acerca de la educación y la enseñanza, así como las mejores prácticas docentes para el logro de los fines de la educación.
El saber pedagógico es esencial para poder llevar adelante la integración teoría-práctica aportando el soporte conceptual necesario para la reflexión en y sobre la práctica.
Es durante la primera mitad del siglo XX que en nuestro país se desarrolla y consolida una Pedagogía Nacional de la mano de grandes pensadores, en principio casi todos Maestros, ya que la formación que existía era sólo la magisterial desde 1882. Este proceso nos muestra lo determinante de la formación tanto para el desarrollo de prácticas docentes innovadoras, como la producción teórica de pensamiento pedagógico nacional. A lo largo del Siglo se irá conformando una formación para los docentes de todos los subsistemas de enseñanza.
En este marco, al definir el conjunto de conocimientos esenciales para la construcción de la identidad docente como grupo social y profesional, se establece que lo constituyen el conocimiento aportado por las CC.EE, el disciplinar y el pedagógico-didáctico como fundamento de una práctica reflexiva.
La ATD de formación docente de abril 2009 señala que “La conformación de una identidad académica y cultural integral, solidaria entre los diferentes subsistemas y centros educativos, es lograda en la relación teoría-práctica distintiva del profesional docente. Esto supone la concepción del docente como profesional que, en su dimensión académica, requiere de formación disciplinar específica y en CC.EE, particularmente caracterizada por los saberes pedagógicos.
Como señala Margarita Sgró,” preguntas sobre la legitimidad de lo educacional, la legitimidad de las intervenciones, el “para qué educar”, son, entre otros, planteos de los que la Pedagogía debe hacerse cargo” (Sgró, 2011: 33-39)
El saber pedagógico tiene una triple dimensión. Es un saber teórico que apunta a una mirada totalizadora sobre la educación, terreno desde donde se reflexiona sobre sus fines y su función social, tiene también una dimensión práctica ya que debe orientar la acción educativa, direccionar la intervención social de la misma porque la educación es una práctica social productora de sentidos sociales y no solo transmisora de conocimientos, y por último tiene también una dimensión política, que permite comprender a la educación como proyecto social. Esta dimensión política de la Pedagogía, la ha transformado en un escenario de luchas por espacios de poder, esto es, por la primacía de ideas y discursos que se debaten la orientación de la educación dentro de la sociedad.
Como productora de identidades, la Pedagogía, por un lado, brinda el marco conceptual que permite reflexionar sobre el status profesional del docente, sobre la naturaleza de su trabajo y sobre su identidad cultural y social, y por otro, confiere sentido a la práctica docente orientada al ejercicio profesional como espacio de resolución de la tensión teoría-práctica. Es el saber pedagógico el que permite que las teorías se incorporen como herramientas conceptuales para “leer” la práctica, para ser cuestionadas en la práctica y no sólo para configurarla, permitiendo así la relación dialéctica entre estos dos campos. (López y Mallo. 2004)
A lo largo del siglo XX, y desde una formación integral del docente, se han desarrollado experiencias de innovación pedagógica nacional y de conocimiento teórico, a partir de la participación, el debate y el diálogo, discutiendo los fines de la educación y las políticas educativas que orienten el Sistema Educativo Nacional.
Producto de esta participación reflexiva, el magisterio nacional elabora y aporta Documentos tales como el Programa para Escuelas Rurales de 1949; Programa de Escuelas Urbanas de 1957 y Plan de formación de Maestros de 1955, todos ellos con una fuerte fundamentación pedagógica.
Todo este proceso permite dejar “pensar de prestado” al decir de Agustín Ferreiro y construir un pensamiento propio.
Figuras como Agustín Ferreiro, Julio Castro, Reina Reyes, Miguel Soler, Jesualdo Sosa entre otros, construyeron con su participación y compromiso, una profesión docente a partir de la formación de un Maestro que tal como lo define el Plan 1955, está formado “para actuar, con plena conciencia de su misión frente a las cambiantes situaciones creadas por el desenvolvimiento de las comunidades humanas”1
“Esta capacitación de naturaleza formativa, más que informativa, responde-por lo demás- a los ideales de una organización político-social…”, referida en esta etapa al Uruguay construido a partir de un Estado de Bienestar con justicia social.
LOS COMIENZOS DE LA PERDIDA DE LA CENTRALIDAD DE LA PEDAGOGÍA
Hacia los años 70, las filosofías políticas y agendas educativas postularon la privatización y el abandono de las responsabilidades estatales en la educación pública. Los inicios del proceso de globalización económica redundaron en que las políticas educativas fueron sometiéndose cada vez más a la lógica del mercado, preocupadas por la eficiencia y eficacia de los sistemas y no por los alcances éticos de las políticas.
En la educación, como concepto clave de esta concepción aparece el de “racionalización”, particularmente vinculado a la orientación de las políticas educativas, entendido como el logro de la mayor eficiencia y eficacia de instituciones y procesos educativos. Justifica la adopción de la tecnología educativa y el diseño instruccional como soporte del mejoramiento de la “calidad de la educación”.
La crisis educativa como síntoma de retirada de la ética y la política del discurso y la práctica pedagógica, aparece vinculada a otras crisis: del sujeto (crisis del sujeto social, del sujeto pensante, del sujeto público),de las instituciones y del saber, consolidándose la hegemonía del mercado en la configuración y regulación de la oferta educativa, y abandonando el camino de las políticas públicas2.
“La educación no debe ya formar hombres virtuosos, ni autónomos, sino sujetos informados, con conocimientos como valor de cambio.”
La ciudadanía se concibió como una categoría meramente jurídica, por tanto la educación ciudadana se convirtió en una educación cívica y de pertenencia a la historia del Estado nacional.
“La ciudadanía educada se refugió en el cumplimiento de ciertos deberes cívicos, en la formación de un sentimiento patriótico y en la responsabilidad individual para crear “la riqueza de las naciones” 3
Hay un fuerte deslizamiento de la discusión sobre políticas educativas justas o injustas, a discutir acerca de la eficiencia y eficacia de los sistemas educativos; hay un deslizamiento de la formación docente centrada en la Pedagogía como soporte de una práctica reflexiva y creativa, hacia la centralidad de la normativa, el Derecho y la Educación cívica. Los procesos de refundación nacional, la imposición de una visión única del mundo y el Hombre, la visión economicista de estos procesos van en detrimento de las concepciones pedagógicas instituidas y los procesos desarrollados.
Esta nueva concepción provoca un cambio profundo en la profesionalidad docente.
La concepción de un docente aplicador de las decisiones de los “expertos”, la fragmentación del conocimiento del docente, provoca la pérdida del protagonismo intelectual del magisterio y por tanto de la desprofesionalización docente y el desprestigio del mismo en la mirada social y académica.
La institucionalización del tecnicismo, a través de las políticas educativas desarrolladas con ausencia de los docentes, se manifiesta en un cambio de marco normativo (Ley de educación general 14.101), nuevos Planes y Programas en todos los niveles de la educación formal.
La falta de espacios para la participación de los docentes en estas transformaciones, la reducción en su formación de aquellos campos que hacen a la especificidad de la formación y por tanto de la profesión, una institucionalización del tecnicismo, redunda en una Pedagogía silenciada y con ello la falta, en estas décadas, de producción pedagógica nacional.
El tiempo en que las políticas educativas silenciaron la Pedagogía, la profesión se desvalorizó y su lugar fue ocupado por otras miradas fundamentalmente economicistas.
UN NUEVO PROYECTO SOCIAL. RESCATE DE LA PEDAGOGÍA.
A mediados de la primera década del siglo XXI las políticas educativas planteadas por el nuevo gobierno, rescatan la participación docente para la discusión, análisis y propuesta de una nueva mirada sobre la educación y sus fines.
En este marco se convoca a los distintos colectivos docentes, reconociendo que en ellos reside el conocimiento específico y el conocimiento de la realidad social y educativa, para participar en la elaboración de nuevos Planes y Programas de enseñanza en todos los niveles.
La revalorización de la profesión se manifiesta entre otros aspectos en rescatar la centralidad de la Pedagogía en la formación docente y como fundamento de prácticas reflexivas y críticas.
Esta nueva mirada redunda en políticas educativas centradas, otra vez, en la participación, el diálogo y la construcción colectiva. Los Programas de Enseñanza Inicial y Primaria (2008), el Plan de Formación Docente (2008), la nueva Ley de Educación (2008), así como la elección de Consejeros Docentes en todos los Consejos de Enseñanza, fueron parte de esta nueva concepción.
Se reconstruye la concepción ético-política de la educación, tal como plantea C.Cullen en las citas arriba planteadas, y a la concepción del sujeto de educación como un sujeto social, pensante y público.
HOY, LA PEDAGOGÍA ESTÁ EN UN SILENCIO IMPUESTO?
A partir de esta nueva Administración se plantea una Transformación Educativa centrada, según manifiestan las autoridades en la profesionalización docente.
Sin embargo las líneas de acción que se desarrollan vuelven a plantear una mirada eficientista y tecnicista de la educación, centrada en el desarrollo de “competencias”.
En la Formación Docente los cambios planteados en el nuevo Plan 2023 se orientan, otra vez, a la desvalorización de la profesión y los profesionales de la educación al minimizar en el proceso de formación, el conocimiento que le da especificidad, y que redunda en la autonomía profesional. Si bien en los Documentos presentados en 2022, y analizados por la ATD se establecía que Pedagogía tendría a su cargo el análisis de las Políticas Educativas, Sistema Educativo, en noviembre de 2023 se comunica a los docentes que esto cambió, minimizando la formación pedagógica de los futuros docentes y creando una situación aboral para los Profesores de Pedagogía realmente grave.
Concretamente los cambios propuestos llevaron a:
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Quitar “Observación y Análisis de las Instituciones Educativas” del 1er. Año de formación de Profesorado
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Se acota el curso de Pedagogía I, reduciéndola a “Teorías Pedagógicas”, un punto del Programa anterior.
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SE QUITA EL CURSO DE PEDAGOGÍA II, “Sistema Educativo. Políticas Educativas”, estableciendo que pase al espacio curricular
de Derecho Público.
Son dos miradas diferentes y necesarias, tanto así que ya existía en Derecho el abordaje normativo del Sistema Educativo, y en Pedagogía desde el análisis de los fundamentos conceptuales del mismo.
Quitar el análisis pedagógico es vaciar de sentido y significación el mismo, es subestimar la importancia de los fines de la educación, es centrar en el cómo enseño, sin preguntar por qué y para qué enseño. Es limitar la reflexión docente y su participación, en definitiva su autonomía profesional.
ES LO QUE SE QUIERE?
Es inevitable volver a los planteos de Cullen vinculados a la década de los 90:
“La educación no debe ya formar hombres virtuosos, ni autónomos, sino sujetos informados, con conocimientos como valor de cambio.”
“La ciudadanía se concibió como una categoría meramente jurídica”.
Agregamos, para fundamentar la semejanza planteada con los 90 que los contenidos de “Ëtica y Formación Ciudadana” abordados hasta ahora por Filosofía, también pasan a Derecho Público.
Aunque no está explicitado, las líneas de acción planteadas por las autoridades hacen inevitable la comparación.
Por lo dicho anteriormente, son absolutamente incoherentes estos cambios con los objetivos de profesionalización y jerarquización docente.
Otra vez vemos “un deslizamiento de la formación docente centrada en la Pedagogía como soporte de una práctica reflexiva y creativa”, hacia una ausencia de ésta, con las consecuencias ya vividas en los 90.
En este marco de desprofesionalización es que se realizó esta transformación educativa, sin la participación de los docentes. La mayoría de los documentos emanados de las ATD locales y nacionales (órgano técnico-docente asesor de los respectivos órganos de gobierno de la enseñanza), se han manifestado contrarias a esta Transformación. Sin embargo las autoridades no han considerado la opinión fundamentada de los docentes.
En recientes declaraciones a La Diaria (22/11/23), el Presidente del CFE Víctor Pizzichillo plantea como justificación de estos cambios que “las políticas educativas se trabajan desde la Pedagogía, pero esta no define el marco normativo. Entonces, si el argumento es que sólo la Pedagogía puede abordar las políticas educativas, no podría abordar lo legal de las políticas educativas porque eso es competencia del Derecho. Entonces, hay que encontrar un equilibrio entre las cuestiones que debemos trabajar”. Incomprensible.
Frente a esto se debe aclarar que el argumento al que alude no es de recibo por lo explicitado, por lo que el colectivo docente, reclamó frente a los cambios planteados y a la falta de fundamentación de los mismos. Y seguimos sin saber las consideraciones conceptuales que se tuvieron en cuenta para ello. Sin embargo es de orden aclarar que además, el equilibrio que se menciona ni corresponde, ni fue considerado.
Y por último reiterar que el abordaje que los dos campos disciplinares pueden hacer, obviamente son distintos, pero no son contrapuestos. No justifica el abordaje de uno, la supresión del otro.
OTRAS DOS CONSECUENCIAS DE ESTA TRANSFORMACIÓN.
Otros dos aspectos, no menores se han planteado en esta Transformación. Sólo se enunciarán brevemente pero también tienen profundas consecuencias en la formación y la profesión docente.
- Estos cambios en la curricula, junto a una nueva forma de elección de horas, han dejado una situación laboral grave. Profesores de Pedagogía, efectivos por concurso, sin poder completar sus horas para el próximo año lectivo, docentes interinos sin trabajo o con la mitad de las horas que tenían años anteriores.
Agrava la situación el hecho que fueron notificados de estos cambios en noviembre, casi sobre el momento de la elección de horas.
- En este contexto, y sustituyendo la histórica reivindicación de la ATD de Formación Docente de una Universidad de Educación, el Ministerio de Educación plantea el “reconocimiento” del título de Maestro o Profesor como “Licenciado en Pedagogía”, (QUÉ PARADOJA!) con una prueba de Matemática, Lengua, competencias tecnológicas.
DISPARATADO, INCOHERENTE, IRRACIONAL.
Y es otra forma de desvalorización profesional desprestigiando el Título docente.
REFLEXIÓN FINAL
Sin participación de los actores principales, con la opinión contraria de los organismos técnicos-docentes, esta Transformación Educativa desvaloriza la docencia, la desprofesionaliza, desconoce la historia de la Pedagogía Nacional, su construcción, sus representantes, y aportes realizados al pensamiento nacional.
Toda política educativa responde siempre a una concepción política social de Hombre y Sociedad. Para comprender estas políticas, las concepciones que las sustentan y los fines que se persiguen, la Pedagogía es fundamental.
HOY, LA PEDAGOGÍA ESTA EN SILENCIO? NO.
ESTA TRANSFORMACIÓN HA SILENCIADO LA PEDAGOGÍA.
CASUALIDAD? NO. CAUSALIDAD.
Pero, pese al “drama”, en términos de Reina Reyes, que esta situación plantea hoy a los Profesores de Pedagogía, a la formación de los futuros docentes, y como consecuencia a la profesión docente, la reserva de docentes reflexivos, críticos, autónomos, en definitiva profesionales, encontrarán las estrategias de superación de esta situación en favor de la educación y el futuro del país.
1 Rev. “Superación” Nº 34 pág 11 C.E.P y N 1954
2 Cullen, C. – “Perfiles ético-políticos de la educación”Ed. Paidós 2004 Bs.As.
3idem