La soberanía tiene varios aspectos. La soberanía económica es determinante y estratégica. Todo lo que condicione el poder de decisión en un país va contra el objetivo estratégico de defender la soberanía.
La silvicultura uruguaya comprende desde los bosques, que presuponen los plantines de los viveros; plantarlos luego, con la gestión de los bosques y finalmente la extracción de la madera. En la fase industrial tenemos la producción de celulosa –las pasteras- y la transformación mecánica de la madera –los aserraderos.
Hay que sumar a esta cadena, la producción de energía, la logística y el transporte.
Uruguay en 1987 tenía 165.464 hectáreas forestadas. En 2000 había 598.891 hectáreas y en 2021 llegamos a 1.103.686 has. El 80% es de eucaliptos y 20% de pinos.
El área forestada es el 25% de todas las tierras declaradas de prioridad forestal, que son 4.300.000 has.
En 2021 se sacaron 18.000.000 de m3 de madera. 60% pulpa de celulosa, 27% se hicieron trozas de aserrío, tableros y chapas y el 12% fue para combustible.
En 2001 las exportaciones del sector maderero eran del 2% del total exportado. En 2022 las exportaciones llegaron al 18% del total exportado.
La celulosa se exporta el 100%. No se hace ni un metro de papel. La soja y la carne se exportan el 70%, los lácteos el 25% y el arroz el 76%.
Según cifras del 2021, trabajan en el sector entre empleos directos e indirectos casi 20.000 trabajadores.
El sector más extranjerizado de la economía uruguaya es el rubro de la celulosa. La primera UPM y la segunda son de capitales finlandeses. La planta de Conchillas es mitad y mitad, finlandesa y chilena.
En la transformación mecánica de la madera hay 77 establecimientos. Pero, cuatro aserraderos consumen el 76% de la madera destinada al sector y el 80% se exporta. Los dueños son capitalistas uruguayos y/o aliados a capitales estadounidenses. Otro de los capitales del sector forestal es el capital terrateniente, compuesto por las principales empresas del sector que tiene estrategias de integración vertical, que son propietarios directos o arriendan bosques a terceros. Fondos de inversión y de pensión son parte de los terratenientes del sector.
Entre los principales terratenientes del sector tenemos:
-Forestal Oriental, - solo de nombre oriental- que es subsidiaria de UPM para la fase primaria, que controla directamente 160.000 hectáreas y arrienda más de 100.000.
-Montes del Plata, en propiedad 155.000 y en arriendo 70.000 hectáreas.
-Grupo BTG, asociado al aserradero Lumin, tiene 120.000 has.
El fideicomiso forestal Asset Management tiene 112.000 has.
Trece empresas dominan el 90% de las tierras forestales, en su mayoría son extranjeras. Los cinco terratenientes privados más grandes de Uruguay son empresas dedicadas a la forestación y el porcentaje de bosques manejados por capitales extranjeros es del 70%.
Esa estructura concentrada y extranjerizada no se corresponde con países como Finlandia, donde el tamaño promedio de las empresas forestales es de 30 hectáreas y el Estado posee el 26% de lo forestado. La participación del Estado en los bosques en Canadá es del 92%; Brasil 75%; Nueva Zelanda el 60%; Chile y Suecia el 25%.
En Uruguay sólo el 1% es propiedad del Estado. Nadie podría asombrarse si se avanzara copiando sólo un poquito a los países que suelen referenciarnos.
Nosotros le suministramos los troncos más baratos, pero no nos dejan participar en las fases secundarias de producción de papel o la transformación química de la madera.
El sector forestal nos da una nueva alternativa exportadora y se presenta como un activo en la lucha contra el cambio climático porque los bosques captan y almacenan dióxido de carbono.
Tiene un potencial de aumento de empleos, agrega valor a la cadena maderera, fomentando el desarrollo tecnológico, con potencialidades de zonas industriales y logísticas en el interior del país.
Lo principal del negocio está en manos extranjeras, que el Estado no les cobra impuestos porque las pasteras funcionan bajo el régimen de zonas francas. Una parte importante de los dólares que se exportan no quedan en el país. Las decisiones del punto de vista tecnológico no se toman en el país y exclusivamente en función de las empresas extranjeras. Uruguay al día de hoy es el segundo exportador mundial de celulosa de fibra corta. Esto ha incidido en el PBI.
No implica un cambio estructural, sino que se inserta en la dependencia de los precios mundiales de las materias primas. Sin negar el impacto en la economía, el sector forestal sigue siendo muy extranjerizado y controlado por multinacionales, con escaso valor agregado y casi nula recaudación impositiva.
Por todo lo explicado el sector forestal es un sector estratégico de nuestra economía.
¿No habría que repensar la parte impositiva hacia el sector?
¿Existe sostenibilidad ambiental en el uso del suelo?
¿El Estado no puede avanzar en que se agregue más valor en el sector?