Según la Real Academia Española la definición de normalidad es: “Cualidad o condición de normal (https://dle.rae.es/normalidad)”; es decir que una nueva normalidad sería una nueva condición de lo que va a ser normal.
Si vamos a la definición de normal es una cosa que se halla en su estado natural, habitual u ordinario, que sirve de norma o regla, que por su naturaleza, forma o magnitud, se ajusta a ciertas normas fijadas de antemano.
Tomando las palabras del Presidente entonces estaremos en una nueva situación, donde lo habitual, se ajustará a normas fijadas de antemano de acuerdo al estado natural de las cosas.
El punto es cuál es el nuevo estado natural de las cosas según el Presidente Lacalle. Mientras que el BPS informa que las solicitudes de seguro de paro superan largamente las 130 mil, la inflación aumentó en los últimos 12 meses de 9,16%, el índice de confianza de los consumidores cayó en 9 puntos con respecto a febrero, aumentaron los femicidios, y los homicidios en general, partes importantes de los sectores populares están subsistiendo gracias a la solidaridad de pares a través de ollas populares. Frente a esto el gobierno aseguró a viento y marea que el capital no sería afectado de ninguna forma. Sector que según Lacalle es el “malla oro” y que nunca será tocado porque tira del conjunto de la economía.
Un estudio de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de la República elaborado por Mauricio De Rosa, titulado: “Distribución de riqueza en Uruguay: Capitalizando ingresos en la oscuridad”, revela que la riqueza generada anualmente en Uruguay equivale a 1,9 veces al Producto Interno Bruto (PIB), unos 100 mil millones de dólares.
De la misma el 62% se concentra en el 10% más rico de la población; el 25 % de la renta neta lo acapara 1% superior y más de la mitad de ese 25% pertenece al 0,1% de la población más rica. Mientras que el 1% superior se queda con el 14% de los ingresos anuales de las y los uruguayos. Unas 2.500 personas tienen más de 12,5% de la riqueza generada.
La riqueza inmobiliaria es la menos concentrada y mejor distribuida, el 1% superior acapara el 17% de la riqueza total de este tipo. La renta financiera presenta una mayor concentración, 80% del total en el 1% más rico y más 50% se concentra en el 0,1% superior.
La empresarial, es la más concentrada ya que el 1% más rico obtiene el 99% de la renta neta generada en un año. Y… el 90% pertenece al 0,1% super rico.
La Contracara de esto es que el 50% más pobre posee poco más del 5% de la riqueza, que es lo mismo que decir que 2500 personas poseen el doble de riqueza que 1.729.000
Es decir que con la mitad de la riqueza de los 2500 más ricos se podría multiplicar por dos la riqueza de la mitad del país e incluso así seguirán siendo muy ricos, ya que igualmente dispondrán de casi el 7% de la riqueza del país.
Por lo expuesto, instaurar una renta mínima garantizada para los sectores más pobres es un imperativo ético, es impensable una sociedad integrada donde una sola persona tiene 1380 veces más riqueza que otra que integra el 50 % más pobre.
Dicho de otra forma, 1 de los 2500 más ricos podría consumir 1380 veces más que 1 de los más pobres. Más duro: ni viviendo 1380 vidas tendrían la misma riqueza que 1 de los 2500 más ricos, eso en realidad lo que Carlitos analizó en el Capital, tan odiado por la burguesía.
Y esto, no nos llamemos a engaño, pasaba también en los gobiernos del Frente, pero por lo menos se gravaba los ingresos y se hablaba de justicia social.
Hoy, cuando a todas luces la concentración aumentó, producto del dólar más alto, aumento de la inflación, etc, el gobierno dice que no se va a gravar en nada la riqueza porque de ellos depende el despegue económico y con sofismas propios de un encantador de serpientes convence y convenció a un amplio sector de ese 50% más pobre de que esto es justo, necesario y bueno para ellos.
No solo eso sino que además esta acumulación no puede parar, los trabajadores deberán poner en riesgo su vida para seguir llenando los bolsillos de esos 2500 que se la llevan toda, aunque signifique que entre el 3 al 5 % se va a morir contaminado por el COVID-19.
La nueva normalidad pregonada por el Lacalle es una nueva “anormalidad”, para quien tenga un mínimo de empatía y sea capaz de sentir el dolor del otro.