El director de Ceres, Ignacio Munyo publicó un artículo en el Diario El País del 8 de enero del 2023 donde plantea una serie de ideas sobre la realidad nacional y sobre el futuro del trabajo.

Desarrolla en este artículo una continuidad con lo sostenido en el libro “ La Revolución de los Humanos - el futuro del trabajo” y vuelve a insistir sobre los mismos tópicos a lo que se suma una defensa cerrada de la actual reforma educativa, vinculandola a la necesidad de contar con Capital Humano necesario para el sistema capitalista y que se puede obtener por formación o generando condiciones para fomentar la emigración de mano de obra calificada.

Fiel a su concepción ideológica analiza los problemas de forma abstracta, esto es sin ver las determinaciones que esa realidad presenta.

Desde su punto de vista el problema es que la demanda de trabajo no se relaciona con la oferta de capital humano y está relación está dada de forma axiomática por un devenir casual del desarrollo de la tecnología y las necesidades de productividad creciente del capital.

Sostiene Munyo que :

"Tenemos por delante profundos desafíos en materia de capital humano que cuestionan la trayectoria futura del país. Lo primero es reconocer los problemas, para luego impulsar las políticas públicas más adecuadas."

Continúa fundamentado su posición sobre el problema para la productividad y el trabajo por el lado de adaptar la demanda a la oferta posible y para ello es necesario reformular la educación para que esta responda a las. necesidades del mercado. Pero incluso más allá de apoyar el sentido de la actual reforma educativa, sostiene que con ellos no alcanza porque " en el actual sistema educativo no existe capacidad para generar capital humano al ritmo necesario"

Para el autor la solución a eso es pensar "en políticas públicas tendientes a atraer y retener trabajadores extranjeros con formación, aprovechando las buenas condiciones de vida que ofrece el país", al tiempo que instrumentar un sistema de impuestos al trabajo que nos retrotraiga al IRP en lugar del IRPF.

Esto es eliminar la progresividad del impuesto a las rentas y cambiarlo por un aporte fijo del 12 % que gravará más al que tiene menos ingresos por ejemplo gravando a quienes hoy se encuentran exonerados de IRPF.

Por otra parte y de forma contradictoria con lo antes expuesto, cuando se analiza el impacto que produce supuestamente la tecnología, invierte los términos del análisis, reconoce que la productividad del trabajo aumentó pudiendo producirse un 11% más con un 4% menos de demanda de empleo, a lo que agrega que "una ganancia de productividad que trajo consigo una menor demanda de trabajo rutinario y poco sofisticado.", incurriendo en una falacia de pensamiento circular o sea que el empleo existe pero de forma sofisticada y poco rutinaria y solo hay que prepararse para ello, siendo responsable quien no se prepare.

Por último y en un ataque de sinceridad limitada, propone un ingreso distributivo de renta especial, eso sí focalizada, acotada en el tiempo y siempre que la persona se recalifique. Dejando bien claro que no se está hablando de un proceso distributivo de la riqueza socialmente generada y que cada persona es responsable de sí.

Es decir todo el artículo es una construcción ideológica que justifica el funcionamiento contradictorio de un modo de producción que produce socialmente pero en el cual la apropiación del excedente es privada y donde la lógica intrínseca es mantener la valorización constante de valor y no la satisfacción de las necesidades humanas.

Vamos por partes en cuanto a la educación la misma es fundamentalmente un derecho humano fundamental que permite desarrollar la vocación ontológica del ser humano por ser más, parafraseando a Paulo Freire. Por el contrario desde la concepción hegemónica del capitalismo se la entiende solamente en la doble función de garantizar el sentido común dominante y la calificación de la fuerza de trabajo según las necesidades del capital.

El filósofo surcoreano Byung-Chul Han (2017) considera que vivimos en una época de conformismo radical. Las universidades ya no acogen alumnos, sino que únicamente se preocupan por atender clientes. Ya no fomentan el pensamiento crítico, ni forman intelectual o moralmente a los jóvenes. Su único objetivo es transformar a sus clientes en profesionales eficientes que puedan servir a los intereses de las grandes empresas y que la gran maquinaria mundial siga funcionando. Lo mismo podemos sostener de todo el sistema educativo

En cuanto a la tecnología el autor no supera el fetichismo de presentar al desarrollo tecnológico como un hecho en sí que se desenvuelve con independencia de la voluntad humana y de forma artificialmente separada de las relaciones sociales. Esto es en sí un absurdo, detrás de cada implementación técnica hay una voluntad política que la viabiliza de acuerdo a unos intereses determinados material e históricamente.

Por otra parte, podemos sostener que las actuales relaciones de producción lejos de acelerar el desarrollo científico tecnológico lo retrasa y lo deforma, haciendo que algo que debería estar a favor del desarrollo plenipotenciario del ser humano aparece como un peligro que pone en riesgo las posibilidades de vida. Claro esto no lo produce la tecnología, sino que lo genera la utilización que hace el capitalismo de ella.

Por el contrario de lo que sostiene Munyo el actual sistema impide un desarrollo más dinámico de la tecnología .

"El desarrollo de las relaciones de producción es determinado por el nivel del desarrollo de las fuerzas productivas. A su vez, las relaciones de producción ejercen una influencia decisiva también sobre el desarrollo de las fuerzas productivas, acelerando o frenando este desarrollo. La ley económica inconmovible de cualquier formación económico-social es la ley de correspondencia entre las relaciones de producción y el carácter de las fuerzas productivas. Las fuerzas productivas pueden desarrollarse plenamente sólo en el caso de que las relaciones de producción correspondan al carácter, a la situación de las fuerzas productivas y permitan su libre desarrollo. (1959: pág 439-440)

Es decir que se siga utilizando combustible fósil, que se recaliente el planeta, que la guerra aún sea la forma de reparto del mundo, que exista una desigualdad extrema, que muera aún gente por falta de agua, por hambre o por enfermedades transmisibles es un atrasó social y también un atraso científico tecnológico, además de una inversión perversa de los valores sociales.

Por otro lado el autor calla completamente frente a una nefasta reforma jubilatoria que exacerba todos los defectos del sistema, obligando a la gente a trabajar más aunque no encuentre trabajo.

En cuanto al empleo como forma de organización del trabajo el mismo debe ser superado.

Primero es imprescindible reconocer la existencia del trabajo reproductivo no remunerado, el cual además debe ser reconocido y remunerado.

Segundo, es posible y necesario disminuir la jornada de trabajo radicalmente ya sea en horas o en días trabajados, distribuyendo el trabajo existente y garantizando el derecho al ocio como un derecho fundamental.

Tercero, es posible y necesario avanzar en el goce pleno a la educación durante toda la vida, para tener seres humanos más libres, más críticos, más cultos y más felices.

Por último, es posible y necesario garantizar un ingreso social universal ilimitado que permita la apropiación social de lo producido socialmente, lo que traerá sociedades más integradas, más igualitarias y con mejores condiciones de vida mediante una reforma de la seguridad social que ponga el foco en la gente, en la solidaridad procure sociedades más igualitarias.

Lejos de la visión apocalíptica que nos presenta Munyo el futuro puede ser completamente lo contrario, es un problema de intereses que expresan contradicciones de clases y que se resuelve entre otras cosas avanzando en democracia hasta sus últimas consecuencias. Es decir es correlación de fuerzas y lucha de clases.

 

 

1959 M. Rosental y P. Iudin

Diccionario filosófico abreviado

Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo

2017 Byung-Chul Han," La sociedad del cansancio", traducción de Arantzazu Saratxaga Arregi y Alberto Ciria, Editorial Herder, Barcelona, 2017

Autor: Diego Alonso

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