Parecería ser que Aparicio Saravia dijo que: “La patria tiene que ser la dignidad arriba y el regocijo abajo”.

Aun discrepando, con el fondo de la frase, ya que la patria es sin arriba ni abajo, o como definió Artigas de tal forma que los más infelices sean los más privilegiados hay que reconocer que esta frase plantea un posicionamiento ético político importante.

 Dignidad según el diccionario es la “Cualidad del que se hace valer como persona, se comporta con responsabilidad, seriedad y con respeto hacia sí mismo y hacia los demás y no deja que lo humillen ni degraden”. Por lo tanto tampoco humilla ni degrada. Es a su vez sinónimo de honradez, lealtad, decoro, decencia y honestidad.

Regocijo por su parte se define como: Sentimiento intenso de alegría o placer vinculado a un acto con que se manifiesta la alegría, sus sinónimos son, entre otros alborozo, gozo, festejo o celebración.

Es decir que la Patria que concebía Saravia era un estado donde los poderosos se comportan con responsabilidad seriedad, respeto, decencia y decoro y donde los de abajo disfrutaran de una manifiesta alegría  al ser privilegiados en sus necesidades.

Es decir una dimensión ética similar en cierta forma a la sostenida por Artigas, dado que es imposible alcanzar un estado de "manifiesta alegría" en medio de desigualdades que son una afrenta a la  dignidad de los de abajo y  que también hace indignos a los de arriba.

En un informe realizado por Bruno Agustoni y Evelin Larzaga (1) se sostiene que en Uruguay “Los resultados muestran que el porcentaje de riqueza real heredada asciende a casi un tercio del total, al tiempo que la riqueza real bruta presenta una acumulación en la cola alta de la distribución, apropiándose el 10% más rico de un 57,11% y el 1% más rico un 24,32%. Estas desigualdades se profundizan al considerar la riqueza real bruta heredada y se constata un impacto marginal positivo de la herencia en la desigualdad.”

En un artículo anterior hacíamos referencia a las diferencias de riqueza en Uruguay son enormes,  y además no están dadas por la actividad creadora de un sujeto que busca la maximización de sus recursos mediante decisiones adecuadas, sino fundamentalmente por un factor vinculado a la herencia, es decir a la transmisión de riqueza vieja acumulada.

Sostiene los autores que “Desde el enfoque de la igualdad de oportunidades sobre la justicia económica parece ser más aceptado que las diferencias en las habilidades y desventajas innatas o en las necesidades deben ser consideradas en pos de la justicia social, pero no así las diferencias en el esfuerzo. Hay quienes postulan que las mismas resultan de diferencias en los gustos o las preferencias, por lo que son factores controlados por los individuos y son producto de expresiones individuales de libertad más que síntomas de inequidad.

La herencia como institución social podría enmarcarse entonces dentro del primer grupo de diferencias, ya que se trata de una fuente de recursos arbitraria, y que tiene una alta incidencia en las posibilidades de cada individuo. Si entendemos la idea de merecimiento como el beneficio de un resultado por una acción realizada intencionalmente, la herencia no puede considerarse como tal, dado que se debe a circunstancias externas al individuo.”

Esto implicaría un factor determinante como punto de partida en la explicación de la capacidad inicial con que parten los individuos para la consecución de los logros económicos durante la vida siendo determinante para existencia de desigualdades, es decir que  la riqueza  depende más del resultado de la unión de un espermatozoide “rico” con un “óvulo “rico”, que del esfuerzo, el ahorro, la educación, y que tiene explicaciones históricas en torno a la forma en que se acumuló esa riqueza , a la existencia de condiciones sociales que permitieron esa acumulación que al ser “emprendedor”.

 Según estos autores “Resulta interesante apreciar que el 1% y el 5% más rico de la población son propietarios de un 24,32% y 44,32% de la RRB (riqueza real bruta), respectivamente. La contracara de estos datos es que la mitad más pobre de la población apenas se queda con un 5,68%.”

“En cuanto a los activos que componen la riqueza, los negocios son el que se encuentra más concentrado. El 1% más rico de la población posee el 71,95% y el 5% más rico posee el 86,39% de los negocios.”

“En cuanto a la vivienda, la misma se encuentra mejor distribuida aunque la concentración es evidente. La mitad de la población más pobre se apropia del 3,90% de la vivienda, mientras el 10% más rico posee un 58,87%.”

 “Otros activos reales es el componente de la riqueza que se encuentra distribuido de forma menos desigual. La mitad más pobre de la población tiene un 14,90% mientras el decil más rico se queda con un 34,10%. A su vez el 1% y 5% más rico tienen un 8,75% y 23,15% de este tipo de riqueza” que comprende vehículos, oro, joyas, y electrodomésticos. También nos demuestran que la principal fuente de riqueza  en la riqueza principal, viviendas y negocias es mayormente heredada y no comprada”. La RRBP (riqueza real bruta principal) heredada se muestra con mayores niveles de concentración, dado que el decil más rico se apropia de un 72,27% de esta riqueza mientras que en la RRBP comprada este porcentaje asciende al 59,19%.  A su vez, el 1% y 5% superior detentan el 41,50% y 62,99% de la RRBP heredada, mientras en la RRBP comprada estos valores son del 22,42% y 42,24%.”

  “La diferencia es aún más evidente para el 1% más rico, el cual se apropia del 41,50% en el caso de la riqueza heredada y el 22,42% en el caso de la comprada.”

 Para terminar los autores concluyen que  sus estudios “permiten concluir que la actual distribución de la riqueza depende en gran parte de condiciones presumiblemente arbitrarias, no controladas por las personas, sino que provienen de su origen familiar.”

Y sostienen que el estado tiene que hacer algo en este sentido advirtiendo que en los gobiernos del Frente Amplio (posteriores al 2002)  algo han mejorado los indicadores que se refieren a las desigualdades.

También una de las conclusiones interesantes es que la concentración de la riqueza es mucho mayor a la del ingreso medida según el índice de Gini: “Los índices de desigualdad utilizados confirman que la RRBP heredada es la medición que se encuentra más concentrada, con un Gini de 0,95 frente a un valor de 0,72 para el nivel general de la RRB. A su vez, existe una marcada diferencia con las mediciones de Gini para ingresos, siendo el valor de este índice de 0,42 en 2016 según datos del Banco Mundial.” siendo aún mayor en la riqueza heredada.

Es decir que un gobierno que quisiese actuar sobre esta realidad, buscando mejorar  la equidad debería gravar las herencias, gravar la riqueza y los ingresos fundamentalmente en los deciles más altos, particularmente a los sectores situados entre el 1 al 5 % de la población que son quienes se llevan la del león. Eso permitiría una patria con dignidad arriba y regocijo abajo.

Lejos de esto que sostenía Aparicio el actual Presidente homónimo en cuarto nombre, para supuestamente soportar la crisis grava los ingresos y se niega rotundamente a tocar la riqueza de los malla oro.

Esos van a seguir y seguir acumulando riquezas, viviendo en un estado de regocijo permanente, aunque alterado por algún evento sucedido en algún casamiento que les trajo la peste.

Mientras abajo se construye la dignidad, gente que tiene dos kilos de harina lleva uno para la canasta, otro reparte el único paquete de lentejas para comer con sus iguales en la olla, un tercero sin laburo cose mascarillas para los que laburan, garantizando que el plato llegue a las casas más pobres, sin mirar si tiene  o no acento centroamericano.

Es decir que el país que la derecha y la ultraderecha está construyendo es una inversión horrenda de la Patria de Saravia, la dignidad de abajo choca con un obsceno regocijo arriba.

 

1 .- Incidencia de la herencia en la distribución de la riqueza real bruta en Uruguay

Bruno Agustoni  Evelin Lasarga INSTITUTO DE ECONOMÍA Mayo, 2019

Serie Documentos de Investigación Estudiantil INSTITUTO DE ECONOMÍA,  DIE05/19

ISSN: 2301-1963 (en línea)

Autor: Diego Alonso

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