En las últimas semanas ha alcanzado gran notoriedad la publicación de un libro titulado “ La Revolución de los Humanos - el futuro del trabajo” cuyo autor es el Director Ejecutivo de Ceres Ignacio Munyo, con la producción periodística de Federico Castillo. Sin lugar a dudas la relevancia de esta publicación se demuestra por la participación en su lanzamiento de la VicePresidenta de la República Beatriz Argimón, así como del prólogo realizado por el economista Enrique V. Iglesias quien fuera presidente del BID.
De igual forma el tema al que se refiere ha concitado el interés de variadas organizaciones sociales, gobiernos y personas, dado que el trabajo y en particular en empleo son formas de socialización histórica que ha permitido conformar las diferentes sociedades humanas, siendo el empleo (trabajo remunerado) la forma dominante en que se organiza el trabajo en la sociedades capitalistas.
En este texto el autor reflexiona sobre el problema del empleo y del trabajo en un marco de creciente automatización y sostiene que la clave sería encontrar una complementariedad entre en avance de la tecnología, que el autor considera inevitable, no pasarían por regular y para proteger trabajos que serán superados por la tecnología sino adaptarse y encontrar nuevas formas de trabajo y con ello de empleo que se basen en facultades humanas por excelencia.
Junto a esto y por esto se debería desregular o regular para flexibilizar las normas laborales.
Para profundizar en la crítica de los planteos sostenidos por el autor haré foco en la presentación subtitulada ¿Dónde estamos parados?, ya que entiendo que deja en claro las premisas desde las cuales va a abordar el resto del texto.
Luego de situarnos en un mundo Post COVID 19, que está marcado por una aceleración de los procesos de automatización y robotización caracterizado como “avance frenético” (munyo, 2021) directamente se va a preguntar como frente al robot que los propios seres humanos construimos, como sobrevive a la ola mecánica de automatización, al concepto de lo reemplazable al trabajo lento y caro del ser humano que se torna inutil frente a la eficacia implacable del robot
Desde este primer párrafo ya se sostiene una cantidad de premisas que de aceptarlas conducen indefectiblemente a la conclusión, es decir supone un posicionamiento ideológico que considera el mercado, la producción de mercancías, la productividad del trabajo y el desarrollo e incorporación de la tecnología como un fenómeno imparable que además tiene vida propia y se desarrolla fuera de las relaciones sociales históricas de una sociedad determinada, por tanto concreta. Munyo apela para ello a un ser humano abstracto, genérico e indeterminado muy lejos de los seres humanos concretos realmente existentes que viven en una sociedad concreta con sus contradicciones e intereses disímiles y enfrentados.
Para ello se altera las características del conflicto desplazando de su lugar social, y por ende político a un conflicto con unas supuestas máquinas arrolladoras, eficaces y técnicamente implacables que ocultan la contradicción central del sistema social en que vivimos esto es la contradicción existente entre el desarrollo de las fuerzas productivas y unas relaciones sociales de producción que las limitan al subordinar a estas al interés de la acumulación privada.
Es decir que el economista reconstruye y presenta como nuevo en un horizonte post apocalíptico signada por la plaga al viejo fetiche de las mercancías ocultando con ello una relación social y haciéndola ver como una relación entre objetos que parecen naturales. Marx sobre este concepto formulaba la siguiente apreciación
“Lo misterioso de la forma mercantil consiste sencillamente, pues, en que la misma refleja ante los hombres el carácter social de su propio trabajo como caracteres objetivos inherentes a los productos del trabajo, como propiedades sociales naturales de dichas cosas, y, por ende, en que también refleja la relación social que media entre los productores y el trabajo global, como una relación social entre los objetos, existente al margen de los productores”. (K. Marx, El Capital, Libro primero, Volumen I, Sección I, Cap. I, La Mercancía)
En el libro de Munyo esta fetichización aparece como el supuesto carácter imparable de una tecnología que pareciera ser autogenerada y que no se tiene en claro a quién beneficia, ni porque se lleva adelante ese “frenético” avance. Es como si los celulares decidan ellos mismos producirse y reemplazarse por uno más nuevo cada poco tiempo, sin que esto responda a la necesidad de mantener la circulación de mercancías por medio de una obsolescencia programada para permitir la continua acumulación de capital.
Para seguir en esta idea de pensamiento mágico se encuentra al responsable de los cambios, que no es la rentabilidad del capital convertida en Ley general que rige la vida, sino la pandemia que cambió todo, Parece ser que anteriormente vivíamos en un mundo feliz de pleno empleo, sin crisis sistémicas y continuas, en el cual un virus aceleró completamente los procesos de transformación en la organización del trabajo y “estalló” la automatización de proceso. La relación entre capital fijo y variable parece ser que responde a la presión pandémica del aislamiento social y no a la necesidad de revertir la tendencia decreciente de la ganancia.Tendencia decreciente que se crea por las características intrínsecas de la competencia capitalista.
Luego el autor va a sostener que en este momento se conjuga una reducción “natural “ del empleo producto de la recesión económica junto con el hecho que muchas de las empresas que puedan retomar los niveles de actividad van a necesitar menos trabajadores para hacer lo mismo. Nuevamente aquí desnuda toda su concepción ideológica, lo que realmente pueden necesitar las empresas es menos trabajo no menos trabajadores, esto disminuir la cantidad de trabajadores en lugar por ejemplo de disminuir la duración de la jornada es una decisión política basada en el poder que da la existencia de la propiedad privada de los medios de producción y de los intereses inmediatos de esa empresa considerada como patrón individual.
Es decir que las empresas toman esta decisión de expulsar trabajadores sobre su necesidad de rentabilidad inmediata sin tomar en cuenta que la esencia misma de la mercancía es su producción para ser intercambiadas , por lo cual si el capitalista toma menos trabajadores, van a existir menos consumidores y si esto se generaliza esas mercancías producidas a costos más baratos no tendrían cómo realizarse por lo cual existiría una superproducción relativa que generaría más recesión y con ello crisis.
El autor para explicar el proceso de expulsión de los trabajadores del empleo recurre a la superación técnica de ciertos oficios y trabajos y pone como ejemplo el de un portero que hoy es suplantado por otro portero que a distancia controla los movimientos de la calle y de la puerta desde un escritorio remoto. Más allá de que este propio ejemplo es contradictorio, alguien lo hace aunque sea a distancia, cabe preguntarse si una persona liberada de ese yugo por la tecnología no debería tener la posibilidad de hacer algo más edificante con su vida que cuidar la entrada de la casa de otra persona.
Es decir lo verdaderamente absurdo es que en un país que tiene 100.000 millones de dólares de riqueza disponible y donde las 2.500 personas más ricas se quedan con más del 12 % de esa riqueza mientras que la mitad de la población sólo accede al 5%, se sostenga tan livianamente que el problema es seguir siendo portero en lugar de poder realizar otras actividades que permitan un mayor desarrollo múltiple de las potencialidades humanas. Esto es así porque en una sociedad mercantil la propia vida y con ella las personas se convierten en objetos , se cosifican, y se transforman en mercancías.
Mercancías muy particulares ya que al consumirse(fuerza de trabajo) junto a la tecnología existente (medios de producción)crean un valor mucho mayor que el que ellas mismas necesitan para reproducirse (plusvalor), es decir para continuar vivas y es esta diferencia de valor la que se apropia gratuitamente (explotación) el dueño de los medios de producción(plusvalía) creando una desigualdad como la que describe la investigación de Mauricio De Rosa (2018). Además a estos seres humanos cosificados en mercancías, alienados con su propio trabajo se les exige que ellos deben autoinvertir en mantenerse competitivos para los requerimientos que los capitalistas le demandan para ser contratables bajo el eufemismo mercado de trabajo. Es decir que es la responsabilidad de estos trabajadores el ser vendibles y si no lo logran es su propio fracaso.(mistificación del capital y fetichismo de la mercancía)
El autor como buen representante de la la economía política clásica y neoclásica burguesas no puede salir del fetichismo de la mercancía, pues considera a la producción de mercancías, a la tecnología , al empleo y a la economía en general como un hecho “natural”, inmutable y mistificado. Confunde la búsqueda del lucro y la rentabilidad como una condición natural de las personas. Asume los intereses de las clases dominantes, como los únicos posibles, inevitables perfectos e inmutables como los dioses griegos de Parménides. Lejos de esto el capitalismo es como los modos que lo precedieron un modo de producción histórico y, por lo tanto, transitorio, modificable y sujeto a la dialéctica transformadora entre libertad y necesidad, entre entre automovimiento y acción voluntaria, sujeto a la correlación de fuerzas, y por ende político y conflictivo.
Para terminar con esta presentación propone el misterio,(entendido como saber oculto en la formas de hacer las cosas) como forma de superar la dictadura del algoritmo. Nuevamente aparece el pensamiento mágico, el algoritmo no se auto programa, alguien lo hace y lo hace de acuerdo a los intereses de alguien es decir el algoritmo como cualquier creación del trabajo humano está sujeto a relaciones sociales de poder y representa los intereses del dueño del algoritmo. Por lo tanto si existe una dictadura pero esta es la de los dueños del algoritmo,, la dictadura de la burguesía está expresada en un sistema económico absurdo, que es capaz de destruir el planeta con tal de garantizar que la acumulación capitalista siga su curso.
Es decir que lejos de aportar algo novedoso lo que se sostiene en este texto son ideas muy viejas que tiene un cometido la propaganda ideológica para que los explotados asuman como inevitable la dictadura del capital, y lejos de indignarse por lo absurdo del sistema se autoculpen por no ser eficientemente gestores de sus vidas y por tanto responsables de sus desgracias. Es un manifiesto liberal que al mismo tiempo que busca consolidar la hegemonía exige desregular derechos como forma de generar trabajo, es decir le exige a los obreros que se conformen con peores condiciones de vida para satisfacer la dictadura de los capitalistas o quedarán en una situación peor ser desempleados.
Desde un pensamiento de izquierda, que intente ser revolucionario,lo que debemos cuestionar es hasta qué punto es viable un modelo civilizatorio tan absurdo y poco eficiente como el capitalismo.
¿Acaso no sería más lógico y deseable que este desarrollo de la tecnología esté asociado a mejorar las condiciones de vida?
¿No sería pertinente repensar un modelo de organización del trabajo en el cual conviven jornadas extenuantes con expulsión de trabajadores?
¿ La reducción de la jornada distribuyendo socialmente el trabajo disponible, el trabajo garantizado y la educación para toda la vida no deberían ser los objetivos de sociedades avanzadas?
¿La implementación de una renta básica universal mediante la redistribución de la riqueza socialmente generada, de forma tal que la reproducción de la vida no dependa de la venta de fuerza de trabajo, no es algo a lo que aspirar en sociedades como la nuestra que materialmente pueden hacerlo?
¿Es necesario superar la categoría empleo por la de trabajo socialmente necesario?
¿Es éticamente correcto soportar los enormes niveles desigualdad y dilapidación de recursos en los cuales se basa el capitalismo y que obligan a una persona a pasar 30 años cuidando la puerta de una vivienda de otra familia?
¿Es realmente viable la acumulación permanente de capital y una pauta civilizatoria que pone en riesgo la capacidad del planeta para continuar con la vida como la conocemos?
¿Dictadura del Algoritmo( capital) o Democracia del trabajo?
La cuestión sigue siendo socialismo o barbarie.
Munyo,I.,(2021), La revolución de los humanos. El futuro del trabajo,(pp.9-12).Montevideo, Uruguay.Penguin Random House Grupo Editorial
Karl Marx, El Capital, tomo I, capítulo I, apartado 4: El carácter fetichista de la mercancía y su secreto.
De Rosa, M (2018). “Wealth distribution in Uruguay: capitalizing incomes in the dark”. Serie Documentos de Trabajo, DT 07/2018. Instituto de Economía, Facultad de Ciencias Económicas y Administración, Universidad de la República, Uruguay.