El director general de Salud, Miguel Asqueta, nos llama a resignarnos ante la muerte inevitable. La decisión política -porque es eso una decisión política- del gobierno “intentar modular la expansión de esta epidemia para que los internados –que van a existir– y los muertos –que van a existir– sean los menos posibles”.
Frente a lo inevitable “hagamos o no medidas de aislamiento, nos quedemos o no en nuestras casas, más tarde o temprano, aunque tomemos cualquier determinación social, sanitaria, económica y demás” el virus va a circular.
Dada esta posibilidad él le recomendó al ministro aflojar las medidas porque como “No podemos eliminar el virus, nosotros tenemos que inmunizarnos de a poco” esto traerá un aumento de contagios de internaciones y por supuesto de muertes.
Y ahí viene lo importante “En la medida que sea controlable la situación, podemos ser moderadamente optimistas para que la sociedad pueda tomar esos bolsones de actividad y ver cómo se comportan los contagios y la parte clínica”
En concreto lo que está diciendo es que de las perillas de Lacalle la que importa es la económica.
No sólo no alcanza con no recargar al malla oro, si es necesario pavimentar la carretera con algunos muertos más para que corra hay que hacerlo, porque lo único importante es garantizar las ganancias del capital.
Es crudo escuchar esta postura tan crudamente dicha. Es crudo escucharla de los mismos tipos que se hicieron hacer una misa, cuando asumieron, pero que están dispuestos a vender la vida de los uruguayos por unas monedas. Son unos judas que ni siquiera escuchan a sus propios líderes espirituales.
El Papa, expresó una postura opuesta,"tal vez sea tiempo de pensar en un salario universal, capaz de garantizar y hacer realidad esa consigna tan humana y tan cristiana: ningún trabajador sin derechos".
Dijo también que los movimientos "muchas veces mastican bronca al ver las desigualdades que persisten para sostener privilegios" y convocó "superar la mera filantropía a través la organización comunitaria o reclamar por sus derechos en vez de quedarse resignados esperando a ver si cae alguna migaja de los que detentan el poder económico".
Estos torquemadas del Capital Financiero, comen santos en una misa política que contradice la laicidad en nuestro país, para después cargar diablos preocupados únicamente por acumular capital, son incapaces de empatizar con la vida humana, incapaces de reconocer otro prójimo que sus cuentas bancarias, son verdaderos antihumanos, ejemplo puro y tangible de ese capitalismo que nació chorreando sangre y lodo por sus poros.
El ministro Asqueta para ser médico además debe haber hecho el juramento hipocrático, aunque en realidad hizo un juramento hipócrita privilegia al dinero, a la riqueza y a la acumulación de capital antes que a la vida de los uruguayos.