202 aniversario de Carlos Marx: Un fantasma recorre el mundo...
Nació el 5 de mayo de 1818 en Tréveris, a orillas del Mosela.
Allí crece, cerca de la Francia revolucionaria, que fue caldo de cultivo para sus concepciones revolucionarias. Luego recorre varios países, siendo el hombre más odiado, perseguido y calumniado por los gobiernos de su tiempo, como lo definiera su entrañable camarada y amigo Federico Engels.
Hay miles de biografías sobre Marx, desde estudios hasta animés recrean su vida.
Muchas veces se lo presenta desarmado, resaltando un aspecto y ocultando otros, negado, calumniado o peor, se lo presenta al decir de Lenin "convertido en un adocenado liberal”.
Fue, economista, filósofo, sindicalista, sociólogo, abogado, periodista, pero ninguno de estos conceptos lo define mejor que: Comunista. Marx era cabalmente un Comunista, no sólo por ser redactor del Manifiesto, sino por el compromiso revolucionario que dió sentido a su vida.
En el “Manifiesto comunista” (1848), Marx y Engels sostenían sin ningún tipo de ambigüedad: “pueden los comunistas resumir su teoría en esta fórmula: abolición de la propiedad privada de los medios de producción “, es decir la abolición de una economía que privilegia la acumulación privada de capital por encima de las necesidades humanas.
En la fecha de su nacimiento no queremos realizar una biografía más, sino rescatar su fervor revolucionario, por ello en su homenaje reproducimos la semblanza que realizará a los 20 años de su muerte otra militante de la vida, como lo fue la genial Rosa Luxemburgo.
Karl Marx. Por Rosa Luxemburgo (1903)
“Los Filósofos sólo han interpretado de diferente manera el Mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”1
Hace veinte años que Karl Marx tendió su formidable cabeza sobre la tranquilidad, y no obstante, tan sólo hace unos años hemos experimentado lo que se ha calificado en la lengua de los profesores alemanes “la crisis del marxismo”, basta con echar una mirada a las masas para concebir la obra del pensamiento marxista en su gigantesco fervor, que sólo hoy siguen de por sí Alemania el Socialismo por su significado en la vida pública de todos los países llamados civilizados.
Se trataría de formular aquello que Marx hizo para el movimiento obrero hoy, así se podría decir: Marx ha descubierto, por así decirlo, la clase trabajadora moderna como categoría histórica, esto es, como una clase con condiciones existenciales determinadas históricamente y las leyes del movimiento. Antes de Marx ya existían en los países capitalistas una masa de trabajadores asalariados, que guiados por su homogeneidad de su existencia social a la Solidaridad dentro de la sociedad burguesa, buscaban a tientos un resquicio a su situación y en parte un puente hacia el alabado país del Socialismo. Primero Marx ha elevado esta Masa hacia la clase, mientras la unió a ella a través de su tarea histórica particular: a través de la tarea de la conquista del poder político por medio de la convulsión socialista.
El puente que Marx ha erigido entre el movimiento proletario y el Socialismo, empinado del suelo de la sociedad de hoy como el elemental, fué el siguiente: lucha de clase para la toma del poder político.
La burguesía se mostró desde siempre con un instinto seguro, particularmente cuando dió caza a las pretensiones política del proletariado con odio y temor. Ya en el año 1831, cuando Casimir Perier informó en Noviembre en la cámara de los diputados francesa sobre el primer impulso de la clase trabajadora en el Continente, sobre la revuelta de los tejedores de seda en Lyon, dijo: “Señores míos, podemos estar tranquilos! En el movimiento de los trabajadores de Lyon no ha emergido nada de Política“. Cada impulso político del proletariado fue, a saber, para las clases dominantes un preludio de la emancipación que se avecinaba de los trabajadores de su tutela política por la burguesía.
Pero Marx primero ha logrado fijar la política de la clase trabajadora en el suelo de la lucha de clases consciente y así forjar el arma letal contra el orden social existente. La base de la política obrera socialdemócrata de hoy es, a saber, el parecer histórico materialista en general y la teoría marxista del desarrollo capitalista en particular. Sólo para quién es igualmente un misterio la esencia de la política socialdemócrata y la esencia del marxismo, puede pensar la socialdemocracia, sobre todo la política obrera de conciencia de clase, fuera de las enseñanzas marxistas.
Friedrich Engels ha formulado en su “Feuerbach” la esencia de la Filosofía como cuestión eterna después de la relación del pensar y el ser, de la conciencia humana en el mundo material objetivo. Traslademos los conceptos de Ser y Pensar al mundo natural abstracto y la especulación individual, donde la Filosofía profesional da una vuelta con la vara, al territorio de la vida socializada, así se deja decir, en sentido fundado, la misma cosa del Socialismo. Este fué desde tiempos inmemorables la tecla, la búsqueda del medio y el camino para llevar en consonancia el ser con el pensar, a saber, la forma existencial socializada con la conciencia socializada
Se ha reservado para Marx y su amigo Engels, encontrar la solución de la tarea, en la que se habían esforzado una centuria. A través del descubrimiento de que la historia de todas las sociedades hasta hoy están en la última línea de la historia de su relaciones de producción e intercambio, y que el desarrollo de ésta se impone bajo el dominio de la propiedad privada en las instituciones políticas y sociales como lucha de clases, a través de ese descubrimiento Marx ha descarnado el más importante resorte de la historia. Con esto había ganado primero una aclaración para la desproporción necesaria entre la conciencia y el ser, entre el querer humano y el hacer social, entre los propósitos y los resultados en la formas sociales hasta hoy.
A través del pensamiento marxista ha llegado por tanto la humanidad en primer lugar después del secreto de su propio proceso social. A través de la desvelación de las leyes del desarrollo capitalista había mostrado, pero en la lejanía, que la sociedad en su naturalidad, estado inconsciente en el que hizo su historia, como las abejas forman sus celdas de cera, en el Estadio de la conciencia, queriendo, fué una historia humana de verdad, en la que la voluntad de la sociedad y su hacer, por primera vez, vino en consonancia en conjunto, en la que el humano social, por primera vez, desde siglos realizó el hacer, como él quería.
Esto supuso definitivamente, según Engels, “el salto del imperio animal a la libertad humana”3, que por primera vez para la sociedad general sería realizada la convulsión socialista, efectuándose ya dentro del orden de hoy día – en la política socialdemócrata. Con el hilo de ariadna la doctrina marxista está en la mano del partido de los trabajadores, hoy el único que sabe desde el punto de vista histórico que hace, y por eso hace, lo que él quiere. En ello yace todo el secreto del poder socialdemócrata.
El mundo burgués queda perplejo desde hace largo ante la indestructibilidad asombrosa y el progreso continuo de la Socialdemocracia. De tiempo en tiempo se encuentran tontos seniles aislados, a los que la burguesía aconseja, que deslumbran nuestra política a través de logros morales particulares, para tomar en nosotros “un ejemplo”, para beber de la sabiduría misteriosa y del idealismo del socialdemocracia. Ellos no asimilaron que lo que para la política de la clase trabajadora aspirante es manantial de vida y fuente juvenil de la fuerza, para los partidos burgueses es veneno letal.
Entonces, qué es de hecho aquello que nos da ante todo la fuerza moral interna, para soportar y sacudirnos de la más grande opresión, como una docena de años de leyes (anti)socialistas, con ese coraje risueño? Es esto la perseverancia de los desheredados en la persecución de unas mejoras materiales de su situación? El proletariado moderno no es el filisteo, ni el pequeño burgués, para el que se torna en Héroe en aras de la comodidad diaria. La placa de sobrio pecho estrecho de las Trade-Union mundial inglesa, muestra lo poco que está en condiciones de producir un vuelo moral en las alturas la mera perspectiva sobre las escasas ventajas materiales en la clase trabajadora.
Es esto como para los cristianos primitivos, para quienes el estoicismo ascético era una secta, que en relación directa con las persecuciones siempre centello una fogata de luz?. El proletariado moderno, como heredero y alumno de la sociedad burguesa es mucho más que un materialista nato, más que un humano de carne y hueso, para sacar de la correspondiente moral esclava de la tortura exclusivamente amor y fuerza para su idea.
Es finalmente la “justicia” de la cosa que nosotros conducimos, lo que nos hace invencible? La cuestión de los cartistas y los weitlingianos (Wilhelm Weitling), la cuestión de la escuela socialista-utópica no fué menos “justa”, y sucumbió toda esta en conjunto tan pronto a la resistencia de la sociedad existente.
Cuando el movimiento obrero de hoy agita triunfante las advertencias, a pesar de todos los golpes del mundo opositor, así es ante todo el discernimiento tranquilo en la equidad legal del desarrollo histórico objetivo, que el discernimiento de facto, que “la producción capitalista produce…con la necesidad de un proceso natural su propia expropiación”6– a saber: la expropiación de los expropiadores a través de la convulsión socialista-, este discernimiento es, en el que se divisa el afianzamiento fijo de la victoria final y del que no sólo saca el ímpetu, sino también la paciencia, la fuerza para el acto y el valor hacia la perseverancia.
La primera condición para una política combativa exitosa es la comprensión de los movimientos de los oponentes. Pero, qué nos da la llave para la compresión de la política burguesa hasta en su más pequeña ramificación, hasta en el enredo de la política diaria, una comprensión que nos libre igualmente de las sorpresas como de las ilusiones?. No otra cosa que la cognición de que todas las formas de conciencia social se deben explicar en su división interna de clases -e intereses de grupos, de las contradicciones de la vida material y en última instancia “de los conflictos presentes entre las fuerzas productivas socializadas y las relaciones de producción”.
Y que nos da la capacidad, de amoldar nuestra política a las nuevas apariencias de la vida política, como por ejemplo la política mundial, y de estimar esta con una profundidad de juicio, ante todo, también sin particular talento y sentido profundo, que de con el núcleo mismo de la apariencia, mientras el más talentoso crítico de la burguesía sólo tienta en su superficie o se enreda por cada mirada en la profundidad en contradicciones sin salida? Nuevamente no otra cosa que la visión conjunta sobre el desarrollo histórico en marcha en la mano de las leyes que son “el modo de producción de la vida material”, que “condiciona el proceso de vida social, político y espiritual”.
Pero ante todo que nos da una escala para la selección del único medio y camino en la lucha para impedir la experimentación sin método y del despilfarro de fuerza en la aventura utópica? Es la dirección del proceso económico y político en la Sociedad de hoy, una vez reconocido, en la que nosotros podríamos mesurar no sólo nuestro plan de batalla en sus líneas gruesa, sino también cada detalle de nuestras aspiraciones políticas. Gracias a este manual ha resultado la clase trabajadora, para cambiar a la gran idea del objetivo final del Socialismo en la moneda fraccionaria de la política diaria y elevar el pequeño trabajo político del día a día hacia la herramienta ejecutiva de la gran idea. Hubo antes de Marx una política burguesa que guiaba a los trabajadores, y hubo un socialismo revolucionario. Ya es dado desde Marx y a través de Marx política de trabajadores socialista que es, simultáneamente y en el más pleno sentido,ambas palabras: política real revolucionarias.
A saber, cuando nosotros reconocemos como política real una política que se estanca sólo en objetivos accesibles y sabe perseguir con medios efectivos sobre el camino más corto, así se diferencia en ello la política de clase proletaria en el espíritu marxista de la política burguesa, que la política burguesa es del punto de vista de los éxitos diarios material reales, mientras la política socialista es del punto de vista de la tendencia de desarrollo histórico. Esta es exactamente la misma diferencia como la que hay entre la teoría del valor económica vulgar, que toma el valor como una apariencia real del punto de vista del puesto del mercado, y la teoría de Marx, que la toma como una relación socializada de una época determinada históricamente.
Pero la política realista proletaria es también revolucionaria, en tanto ésta trasciende todas sus pretensiones parciales en el conjunto sobre los cuadros del orden existente, en la que esta trabaja, en tanto esta se contempla consciente sólo como la prefase del acto que se realizará sobre la política del proletariado predominante y revuelto.
De este modo es todo: la fuerza moral, con la que nosotros superamos los bienes muebles, nuestra táctica en la lucha hasta el pormenor, la crítica que ejercemos al adversario, nuestra agitación diaria con la que ganamos las masas, nuestro hacer completo hasta la punta del dedo, atravesando y dilucidando de la enseñanza que Marx produjo. Y cuando abandonamos aquí y allí la ilusión, nuestra política de hoy con todo nuestro poder interno sería independiente de la teoría marxista, como habló la prosa moral burguesa, también donde nosotros no la conocemos.
Es suficiente con tener presente el logro marxista para entender que Marx se debío hacer enemigo mortal de la sociedad burguesa a través de la convulsión originada por él en el Socialismo, como en la política de los trabajadores. Para la clase dominante estaba claro: sobreponerse al movimiento obrero moderno significa sobreponerse a Marx. Los 20 años desde la muerte de Marx han sido una fila ininterrumpida de intentos que aniquiló el espíritu marxista en el movimiento obrero teórico y práctico.
La historia del movimiento obrero desde el principio se ha forcejeado entre el utopismo revolucionario-socialista y la política real burguesa. El suelo histórico de las primeras formó la sociedad burguesa total o semi absolutista. El apartado revolucionario-utópico del Socialismo en el oeste de Europa finaliza en la mayoría y todo con el despliegue de la dominación de clase burguesa – aunque observamos recaídas aisladas hasta en el tiempo más nuevo-. El otro peligro – el hundimiento en la chapucería de la política real burguesa – irrumpe al principio con el fortalecimiento del movimiento obrero sobre el suelo del parlamentarismo.
Del parlamentarismo burgués se deberían sacar armas para la superación práctica de la política revolucionaria del proletariado, la lucha de clases tendría que sustituir la federación democrática de clases y la paz social de la reforma.
Y qué se ha conseguido? La ilusión quiere durar un rato aquí y allí, la ineptitud del método burgués de la política real para la clase trabajadora se ha mostrado inmediatamente. El fiasco del ministerialismo en Francia, la traición del liberalismo en Bélgica, el colapso del parlamentarismo en Alemania – golpe a golpe cayó en pedazos el corto sueño del “desarrollo tranquilo”. La ley marxista de la agudización tendencial de las oposiciones sociales como base de la lucha de clases fracturó triunfante el carril, y cada día traía nuevos signos y prodigios. En Holanda han salido 24 horas los huelguistas del ferrocarril abriendo como un terremoto en la noche una fisura en medio de la sociedad, la lucha de clases flameó hacia arriba y Holanda está ardiendo.10
Así quiebra en un país después de otro bajo la “huelga de masas de los batallones de trabajadores” del suelo de la democracia burguesa, para traer a la clase trabajadora siempre de nuevo hacia la consciencia de que la legalidad burguesa, como un delgada capa de hielo, no podrá despachar su pretensión final. Este es el resultado de muchos intentos de superar la “práctica” de Marx.
La superación teórica del marxismo la han tomado cientos de apologetas aplicados de la burguesía como su tarea de por vida, como trampolín de su carrera profesional. Qué han conseguido? Lo que han llevado a cabo es provocar el convencimiento de “unilateralidad” y la “exageración” de Marx en los círculos de la inteligencia creyente. Pero mismo lo más grave bajo los ideólogos burgueses, como (Rudolf) Stammler, han reconocido que “frente a una enseñanza tan profundamente productiva” con “cada deficiencia, con algo más o menos” nada podría conseguirse. De por sí, que pudo ser capaz de hacer la ciencia burguesa para contraponer las enseñanzas marxistas frente al todo?
Desde que Marx ha acercado al territorio de la Filosofía el prestigio del punto de vista histórico de la clase trabajadora de la Historia y la economía, se ha cortado el hilo de la investigación burguesa de ese territorio. La Filosofía de la naturaleza, en el sentido clásico está llegando a su término. La Economía nacional científica está llegando a su término. En la investigación histórica, donde no domina el de Materialismo inconsciente o inconsecuente, ha ocupado la posición cada una de las Teorías unitarias en todos los colores fluorescentes del eclecticismo, esto es, la renuncia a la aclaración unitaria del proceso histórico, esto significa, a la Filosofía de la historia principalmente. La Economía vacila entre dos escuelas, la “histórica” y la “subjetiva”, de las cuales la una es una protesta contra la otra, y ambas son una protesta contra Marx, cuando la una, para negar a Marx, niega principalmente la Teoría económica, esto es, el conocimiento en ese territorio; pero la otra niega el único – objetivo – método de investigación, que ha puesto primero la economía nacional junto a la ciencia.
Pero la Feria de libros de ciencias sociales trae aún, como siempre, cada mes toda una montaña de productos de la diligencia burguesa, y de los profesores modernos aplicados serán arrojados sobre el Mercado los más gruesos tomos con original velocidad capitalista y mecánica. Pero son o monografías diligentes, donde entierra la investigación la aparente astilla como un pájaro avestruz con la cabeza bajo la arena, para no deber de ver ningún gran nexo y sólo trabajar para las demandas del día, o donde serán simulados pensamientos o “teorías sociales”, porque es en último término siempre sólo un reflejo del pensamiento de Marx, bajo el que se esconde cargadas láminas de ornamentación al gusto de la “moderna” mercadería de bazar. Un pensamiento al vuelo autónomo, una mirada audaz a lo lejos, una deducción vivificante no se puede encontrar en ninguna parte.
Y cuando el progreso social de nuevo ha levantado una nueva lista de problemas científicos, cuya solución aún aguarda, así es nuevamente sólo el método marxista el que ofrece el manejo para su solución.
Por doquier es así sólo la falta de teoría lo que la ciencia social burguesa de la teoría marxista, escepticismo cognitivo, puede hacer para contraponer el conocimiento marxista. La enseñanza marxista es hija de la ciencia burguesa, pero el nacimiento de esa hija le ha costado la vida a la madre.
Así pues ha golpeado directamente con las armas en la mano tanto en la Teoría como en la Práctica el auge del movimiento obrero de la sociedad burguesa, con la que quería arremeter contra el Socialismo de Marx. Y hoy, 20 años después de la muerte de Marx, es este tan impotente al lado de él, pero Marx está más vivo que nunca.
Por supuesto queda un consuelo restante en la sociedad de hoy. Mientras esta se fatiga en vano para encontrar un medio de superación de las enseñanza marxista, no se percata que el único medio en efecto para esto está velado en esa enseñanza. Hasta la médula histórico, pretende esta una validez temporal limitada. Hasta la médula dialéctico, porta esta en sí mismo el germen seguro de su hundimiento.
La enseñanza marxista existe en el contorno más común, cuando nosotros prescindimos de su parte imperecedera, a saber, de su método de investigación histórico, en la cognición del camino histórico, que procede del último “antagonismo”, basado en la oposición de clases fundada en la forma social conduce a una sociedad comunista construida basada en los interéses comunes de todos los miembros.
Ésta es ante todo también, como las teorías clásicas anteriores de economía nacional, el reflejo mental de un determinado período del desarrollo económico y política, a saber, de la transición del capitalismo a la fase socialista de la Historia. La transición histórica reconocida por Marx no podrá, a saber, para nada consumarse sin que sea publicitado el conocimiento marxista sobre lo social, hacia el conocimiento de una clase social determinada, del moderno proletariado. La convulsión histórica formulada en la teoría marxista tiene como requisitos que la teoría de Marx sea hacia la forma de consciencia de la clase trabajadora y, como tal, como elemento mismo de la Historia.
Así se corrobora la enseñanza marxista progresiva con cada nuevo proletariado que será portador de la lucha de clases. La enseñanza marxista es así al mismo tiempo una parte del proceso histórico, y así mismo también un proceso, y la revolución social será el capítulo final del Manifiesto Comunista.
La enseñanza marxista habrá superado, por consiguiente, tarde o temprano, en su parte más peligrosa al orden social existente. Pero sólo junto con el orden social existente.