Falleció el 4 de diciembre de 2022, Felipe Schelotto, un compañero de dilatada y brillante trayectoria profesional, gremial y política. Médico desde 1977, especialista en Microbiología en 1979, y entre otros méritos, Decano de la Facultad de Medicina ente mayo de 2006-mayo 2010. El 3 de noviembre de 2022 se le otorgó el Título de Profesor Emérito de la Facultad de Medicina. Trabajó como Responsable de bacteriología del Laboratorio Industrial de Conaprole entre 1975 u 1993. Fue integrante del Comité Ejecutivo del SMU. Fue integrante del Partido de la Resistencia, formando parte de sus filas en la lucha contra la dictadura cívico-militar fascista (1973-1985).
El secretario del PCU (José Pacella) en la clandestinidad entre marzo de 1979 y el 27 de junio de 1981 escribió, cuando ambos vivían, y se frecuentaban como amigos, el siguiente relato dedicado a Dora y Felipe.
Los imprescindibles anónimos…
Dora y Felipe
José Pacella
Fusión no imaginada por alquimista alguno; Dora y Felipe no eran ajenos al cielo del 69, donde el humo de las chimeneas testimoniaba las barricadas y las luchas obreras y estudiantiles. Desde alguna esquina relampagueaban coros de gargantas solidarias que sacudían la modorra de las calles y del corazón; y el trazo de savia juvenil, humedeciendo el plomo, dibujaba los anhelos de justicia y libertad, y el amor sorprendía a la puesta de sol, en una parada de ómnibus para dos.
Amalgama de calor humano desde el desarrollo de sus profesiones, el estudio, el trabajo y la crianza de sus niños, que correteaban por el jardín de su casa de la calle Pereira, y que, desde siempre, formaban parte de aquellos miles de imprescindibles anónimos, sin los cuales hubiese sido imposible el combate para derribar la dictadura, y la pervivencia de los militantes clandestinos de la resistencia de aquellos años. Habían sufrido el dolor y la angustia de la caída de su contacto, pero encontraron los caminos para volver a “engancharse” y seguir en la huella.
Así los conocimos nosotros, su hogar, su auto y todo lo que estuviera a su alcance era su compromiso, dimensionado porque eran conscientes de los riesgos que corrían.
Una mañana de junio del 81, previo acuerdo telefónico, Dora me recogió en la calle en su volkswagen. Mientras hablábamos de lo cotidiano y los sucesos de aquellos días le pedí que me llevara hasta el parque Rodó. Tenia que hacerme de unos materiales y la Carta 101, en una casa cercana en Punta Carretas. Al apearme acordamos que volviese a pasar en 15 minutos, para llevarme a realizar otra tarea; me dirigí hacia la imprenta clandestina que habíamos montado con Ariel. Allí vivían Sonia y Héctor con sus hijos, viejos militantes de la UJC que poniendo lo que había que poner, hacían tintinear el faro de la libertad.
A veces bromeábamos con los compañeros sobre quien la quedaría primero: si la dictadura o nosotros; así que lo que pasó estaba dentro del juego. Los aparatos habían hecho su trabajo detectando la imprenta, y terminamos detenidos con todo lo que vino después.
Pasaron casi cuatro años cuando con la amnistía salimos del penal de Libertad; El reencuentro con los afectos, mis hijos en mis brazos, las emociones fueron muy fuertes y los recuerdos se confunden...
Avanzamos en una camioneta en medio de una para nosotros “inesperada” presencia del pueblo que alegre nos saludaba a nuestro paso.
Al desembocar en Simón Martínez, estaba el volkswagen y a su lado Dora, que corrió hacia nosotros y nos confundimos en una mezcla de lágrimas, besos y abrazos mientras ella exclamaba “¡15 minutos!, ¡15 minutos!, ¡jamás pensé que 15 minutos durarían cuatro años!”.
Solo Dora sabe la carga emocional de aquellas vueltas una y otra vez en torno al parque, viendo nacer y morir en un minuto, la esperanza y luego la angustia y el dolor de aceptar otra pérdida.
Lo más importante: Dora y Felipe habían seguido haciendo camino y estaban allí cuando salimos del Penal, como tantos otros no mencionados por nadie.
Nota: son Dora Musetti y Felipe Schelotto
Van mis condolencias a la familia, a los amigos/as y compañeras/os.