Así titulaba en la página 3, La Otra, Revista de Humor Uruguayo, en su edición del 2 de mayo de 1983, Año del Reencuentro de la Familia Oriental.
A manera de editorial decía:
“Ayer, 1º de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores, una multitud se dio cita en la explanada y la circunvalación del Palacio Legislativo para conmemorar tal entrañable fecha. Más de doscientas mil personas – casi la cuarta parte de la población de Montevideo- hombres y mujeres de todos los oficios y profesiones, jóvenes estudiantes, jubilados y pensionistas se hicieron presentes para manifestar su incondicional apoyo al Plenario Intersindical de Trabajadores que organizó tan histórica como magnífica concentración. Delegados extranjeros y decenas de adhesiones provenientes de importantes organizaciones sindicales de todo el mundo dieron la tónica de que los trabajadores uruguayos agremiados en auténticos sindicatos no se hallan solos en su justísimo reclamo de libertad y democracia para la patria de Artigas. El mundo entero sigue con atención los acontecimientos que protagoniza el movimiento sindical uruguayo.
Este inolvidable mitin de la clase obrera y el pueblo reveló que diez años de silencio forzado no consiguieron quebrar al movimiento sindical de nuestro país. Quienes intentaron asfixiarlo, no solamente perdieron la generación de sindicalistas de hace una década, sino también a la presente y, no es aventurado afirmarlo, a la venidera. Perdieron, en otras palabras, el carro de la historia. Que reflexionen, entonces, y no desoigan los reclamos de ese pueblo que se ha puesto en marcha nuevamente, con la clase obrera a la vanguardia. Porque sólo así podrá sacarse al país del atascadero en que una política económica y social totalmente desnortada lo ha sumido.
El Plenario Intersindical de Trabajadores dio a conocer ayer, con la aprobación democrática de los aplausos entusiastas de la multitud, una plataforma mínima de reivindicaciones que comprende estos puntos: Libertad y plena vigencia de la Constitución; libre agremiación de los empleados públicos y estudiantes; restitución de todos los despedidos; pleno empleo y ocho horas de trabajo; abaratamiento de la “canasta familiar”; inmediato aumento de salarios y jubilaciones; plan de viviendas al alcance del trabajador y revitalización de las cooperativas de ayuda mutua; eliminación del impuesto a los sueldos; derogación del tope de 60 años para jubilarse; educación nacional y popular –autonomía y cogobierno en la enseñanza-; eliminación del examen de ingreso a la Universidad; aplicación de las normas de seguridad en el trabajo; plan nacional de salud que ampare al trabajador y su familia, y boleto subsidiado en el transporte urbano al alcance de los trabajadores.
Y junto con ello, tal cual lo expresaba en grandes caracteres el cartelón de fondo del estrado erigido en la explanada del Palacio Legislativo, esa multitud popular exigió una amplia amnistía. Una amnistía general que posibilite el pronto reencuentro de la familia oriental, el regreso de millares y millares de compatriotas que hoy –y desde hace años- viven en el extranjero; la apertura de las puertas de las cárceles para el millar de compatriotas que aún se hallan presos por el “delito” de pensar, por el “delito” de luchar por las reivindicaciones de los trabajadores.
Sí, libertad y democracia fueron los reclamos fundamentales de la manifestación obrera y popular de ayer. Un mitin, reiteramos, de trascendencia histórica. Tanto que hasta ciertos y conocidos medios de comunicación masiva, que siempre le dieron la espalda a las acciones del movimiento sindical clasista, pretendiendo tapar el cielo con un harnero, no tuvieron más remedio que referirse al mitin, y referirse con respeto.
Desde la víspera –por el sacrificio, la firmeza, el esfuerzo, el tesón y la clarividencia política del movimiento sindical clasista- el pueblo uruguayo se ha reencontrado a sí mismo. Y camina, a paso seguro, hacia las metas de libertad, democracia, justicia y progreso que se ha propuesto. Y las alcanzará, pese a quien pese.”
Respetamos las negritas del texto original.
Leímos la Revista La Otra Nº 4, de mayo de 1983, en Anáforas de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Es el último número que aparece, suponemos que fue clausurada por la dictadura. Era común que la dictadura cerrara publicaciones opositoras, aún las de humor.
Es una pintura brillante, valiente y justa del momento que se vivía.
Compartimos, Gonzalo Alsina y Liber Romero, este material que es parte de un capítulo sobre un libro que saldrá en la segunda mitad de este año.