La semana pasada uno de los centros de la agenda política estuvo puesto en el paro realizado por el sindicato de maestros y maestras montevideanas. Pero el tema no se abordó para dar a conocer a la ciudadanía cuáles eran las razones del paro. Por el contrario, el eje estuvo en levantar las opiniones de las autoridades de la educación, ¡los únicos responsables del paro!

Importa señalar que la razón de dicha paralización de actividades se debió a que en enero de este año dos maestras recibieron una sanción brutal, 30 días de retención del salario y anotación en el legajo por falta grave, tamaña sanción se resolvió porque las maestras habían leído una carta con posturas sindicales en marzo de 2023.

Cualquiera puede pensar que un paro ante semejante atropello es el punto de partida razonable de una justa lucha por libertades sindicales. Pero mucho más razonable si se tiene en cuenta que desde el sindicato pretendemos una mesa de negociación con las autoridades para que se retiren las sanciones y evitar tensionar más las posiciones.

Por el momento las autoridades han dado únicamente señales de redoblar la apuesta, atacando la medida y la organización sindical. ¡Nada nuevo bajo el sol!

En efecto, el paro sirvió para correr el velo y dejar a la vista muchas posturas y concepciones de quienes están al frente del gobierno. Si bien no es nuevo el ataque a los y las profesionales de la Educación Pública, en estas últimas semanas tiraron con toda la artillería disponible.

Afirmaciones de parte de diferentes autoridades de gobierno se hacen un día sí y otro también para cuestionarnos y responsabilizarnos de todos los males de la sociedad. Siempre les hemos molestado las y los trabajadores organizados, les generan urticaria los sindicatos, porque saben que donde hay sindicatos hay conquista de derechos.

A lo largo de la historia han combatido a las y los docentes de todas las formas, sin descartar ninguna. Selmar Balbi denunciaba en la década del 50´ del siglo pasado que desde que las maestras y maestros nos definimos como trabajadores comenzó la persecución.

Vale recordar que algunos objetivos de la dictadura fascista (1973-1985), estuvieron relacionados con detener el “avance del marxismo en la educación”, y por esa razón cortaron de raíz varios proyectos y experiencias pedagógicas que estaban marcando el rumbo educativo en nuestro país y en el continente.

Estos proyectos regresivos, mercantilizadores y privatizadores, que se impusieron a sangre y fuego unas veces, que costó la vida a muchas y muchos que lucharon en la defensa la Educación Pública, no se han detenido nunca. Han cambiado los mecanismos y los nombres, pero los objetivos siguen siendo los mismos.

En la actualidad crearon un nombre rimbombante para la propuesta de siempre, la “transformación educativa” que luego mutó a “transformación curricular”. El asunto es que la “transformación” no ha sido otra cosa que una gran cortina de humo, con la que concretaron un ajuste brutal: llevan recortados más de 180 millones de dólares del magro presupuesto de le educación y rebajaron los también magros salarios docentes.

Entonces, detrás del velo se ve la crueldad de quienes defienden los intereses y las aspiraciones educativas de los sectores de poder. Es por eso que no dudaron en intentar crear todas las grietas posibles entre las y los trabajadores de la educación y la ciudadanía.

Como no podía ser de otra forma estuvo presente durante la semana pasada la referencia a nuestros salarios y la comparación con los salarios de la policía.

En primer lugar, es preciso señalar que los datos que manejan son tendenciosos, porque se mencionan los salarios más altos y no los que percibe la mayoría de las y los docentes. Hablan de salarios de 192.000 pesos, que es lo que cobra un puñadito, una verdadera minoría. Y de casualidad se olvidan mencionar que entre el grado 1 y el grado 4, donde están la inmensa mayoría de las maestras y maestros, los salarios son entre 46.000 y 53.000 pesos nominales. ¡Es grande la diferencia, muy grande!

Además, hay que reiterar que las y los docentes no sólo trabajamos las horas que estamos dentro de las instituciones educativas. Para que los aprendizajes ocurran, estudiamos, planificamos, preparamos materiales, corregimos, coordinamos, nos reunimos con familias… todo eso y más fuera de nuestro horario laboral. Toda esa dedicación laboral no es reconocida ni remunerada. Hace años que reclamamos el reconocimiento y pago de 10 horas semanales para todas esas tareas que ya realizamos y por las que al día de hoy recibimos 0 pesos.

En segundo lugar, se nos plantean algunas interrogantes, ¿por qué la comparación con el salario policial? ¿Qué es lo que se pretende? Viniendo de donde viene, puede que esconda la intención de contraponernos, de forzar una confrontación. Lo extraño es que no se hagan cargo, porque son ellos los que deciden los salarios de todas y todos los funcionarios públicos. Además, parece que se olvidan que con este gobierno todas las trabajadoras y trabajadores perdimos salario.

Otra de las mentiras, para intentar aislarnos de la ciudadanía, fue que siempre el paro es la primera medida de los sindicatos. Parece que se olvidan que desde el año pasado hemos participado con responsabilidad de todas instancias posibles a los efectos de resolver esta situación sin medidas de fuerza. También parece que se olvidan que durante todos los meses que llevó este proceso desde el sindicato les solicitamos a las autoridades celeridad en la investigación y que las resoluciones no se comunicaran en el período vacacional. ¡Esconden que hicieron todo lo contrario! Demoraron el tema y notificaron de la sanción el pasado 8 de enero, ¡en plena licencia ordinaria de las y los docentes!

Como no podía ser de otra forma también apareció en escena el latiguillo “con el paro se resienten los aprendizajes”, ninguna biblioteca en materia pedagógico-didáctica puede defender ese disparate, ¡ninguna! Seguramente lo más educativo de la semana pasada sea que niñas y niños comprendan que si nos atacan nos defendemos colectivamente, y no desde una lógica corporativa, sino porque lo injusto se enfrenta juntas y juntos, movilizados y en las calles.

Además, en todos los discursos nos acusan de insensibles, ¡qué fácil es señalar cuando se cuenta con el favor de los medios hegemónicos! ¡Cuánta hipocresía! Porque es evidente que esconden información, y es triste que nadie les pregunte.

Nosotros sí preguntamos: ¿Qué sensibilidad tienen las autoridades cuando recortan el presupuesto de alimentación? ¿Qué sensibilidad tienen si baja la matrícula y hay más de 1.000 grupos superpoblados? ¿Qué sensibilidad tienen cuando recortan año tras año el Programa de Maestros Comunitarios? ¿Qué sensibilidad tienen los que impusieron una reforma educativa sin escuchar a las y los docentes y sus herramientas de representación? Además, agregamos otra interrogante: ¿No son conscientes que las decisiones que toman afectan a las infancias todos los días?

Insistimos, ¡qué mal encarada ha sido y es la política del gobierno que para fundamentar los recortes, imposiciones y sanciones tienen que agredir a las y los docentes!

Vamos a seguir movilizadas y movilizados, en las calles, informando, en diálogo con la ciudadanía, con las familias, con todas las trabajadoras y trabajadores, hasta que se levanten las sanciones. ¡A las Maestras y a la Escuela Pública las defiende el Pueblo!

Autor: Esteban Coitiño

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