Peones serviles y peores americanos.
En un trabajo sobre los sindicatos italianos durante el fascismo, Jaime Gomis sostiene que: Desde el artículo 1 de la “Legge Sindicale Fascista ( Legge 563/26)” se puede ver una clara vinculación de esta ley con los principios fundamentales del fascismo. Según el artículo 1 de esta ley la décima parte de los componentes de los diferentes sindicatos y asociaciones sindicales pueden ser de participación voluntaria, mientras que el resto de las partes deben pertenecer a la clase representada, además de este también incluye otros requisitos para la formación de asociaciones sindicales y sindicatos, uno de los más importantes es que su naturaleza y su moral sea conforme a la fe nacional. Con este tipo de requisitos no es necesario una eliminación directa de los sindicatos, sino que pueden limitar el alcance de los que son reconocidos, al no adecuarse a la ideología del régimen pasando directamente a no cumplir los requisitos, por lo que no son reconocidos y pierden todos sus derechos. De esta manera al no existir eliminación directa no se restringe la libertad de asociación de sindicatos y asociaciones sindicales por parte del Gobierno italiano, sobre el papel obviamente, para de esta forma no ir en contra de las fuentes de la Organización Internacional del Trabajo. Los sindicatos debían ser reconocidos por el ordenamiento jurídico, de tal manera que tuvieran personalidad jurídica que les otorgaba una serie de derechos y obligaciones para así poder ser objeto de derecho público, y así mismo sus actos tuvieran valor normativo. (1)
Es innegable que dicha ley contiene el mismo espíritu y objetivos que el Proyecto de ley antidemocrático presentado por Cabildo Abierto, sobre la Reglamentación Sindical.
Lo realmente bizarro es que el Senador Manini, fundamentara su postura desde la apelación a lo nacional, ensuciando además la Memoria de José Artigas, para justificar un proyecto de ley que tiene tanto de Uruguay como el Duce.
Ese concepto de la Nación confrontado a las ideologías foráneas es típica del fascismo en todas sus formas, y es particularmente contradictoria cuando en países dependientes como el nuestro convive con una existencia cipaya de quienes la sostienen, ya que nunca lo foráneo es estadounidense y mucho menos nacionalista en el sentido de defender la soberanía nacional en sentido de su independencia política y económica del capital internacional.
Es decir es un fascismo deformado por los lazos serviles de una burguesía antipatriotica. Una burguesía reaccionaría que se emociona con los símbolos patrios pero vende la Patria real, las empresas públicas, privilegia los intereses del capital extranjero antes que el bienestar de los uruguayos y a la que el patriotismo le dura hasta que tienen que depositar sus riquezas en el exterior en lugar de invertir en el Uruguay.
Este patriotioterismo fascioso y deforme, creado en la Escuela de las Américas y de la mano de la doctrina de la seguridad nacional, es la negación completa de Artigas, quien tienen que apresar en mausoleos para exorcizar su pensamiento radicalmente democrático avanzado.
La Patria real es garantizar los derechos de la población, es sistema de salud pública, educación pública, política de viviendas, ingresos garantizado, es verdad y justicia, es sindicatos autónomos como ha sido tradición en nuestro país.
Pero el Senador Manini tiene otra visión de nación, tanto que no duda en buscar una fuente tan foránea como el fascismo italiano para subordinar a la clase trabajadora a los intereses de su nación de empresarios, latifundios y capitales extranjeros.
No tiene mejor idea que copiar Ley Bolenttini, llevada adelante por la infame dictadura cívico militar, decidida en Washington en el marco del Plan Cóndor.
La izquierda y los sectores populares, e incluso los sectores democráticos liberales no pueden permitir estos exabruptos fascistas en nuestro país. Todos los sectores políticos comprometidos con la democracia deben condenar sus dichos, incluso aquellos que situándose en la derecha mantengan un claro compromiso con la democracia.
La historia nos ha dado claros ejemplos de donde se termina cuando se vacila frente al fascismo, por ello en Alemania, la demócrata cristiana Ángela Merkel no vacila en condenar al fascismo.
Es imprescindible para la salud democrática del Uruguay, que los orientales honestos, artiguista y democráticos nos expresemos rechazando la ideología foránea del Fascismo y su postura contra la organización autónoma de los trabajadores, sostenida por Manini Rios.
1- https://www.google.com/url?sa=t&source=web&rct=j&url=http://dspace.umh.es/bitstream/11000/3928/1/GOMIS%2520FERN%25C3%2581NDEZ%2520JAIME.pdf&ved=2ahUKEwitouDY1evpAhVtIrkGHV0mAi4QFjAAegQIAhAC&usg=AOvVaw3PbuHpnjF07rsH_FrRmy0k