En el primer gobierno de Tabaré Vázquez y durante parte del gobierno de Mujica, Conrado Ramos formó parte de la OPP, impulsando la famosa Transformación Democrática del Estado. Luego este señor se alejó tanto del gobierno como del Frente Amplio argumentando diferencias ideológicas y personales.

En esos momentos se planteaba la necesidad de llevar adelante una reforma de la gestión del Estado que se denominó como la Madre de todas las reformas. En realidad lo que se planteaba era una reforma de la gestión pública que no alteraba para nada las relaciones del poder, ni la representación de las clases al frente del Estado.

Se nos planteó la posibilidad de discutir esta reforma y consecuentemente con las mejores tradiciones del movimiento obrero uruguayo los trabajadores organizados recogimos el guante e intentamos estudiar en profundidad este tipo de iniciativas, pero abordados desde su complejidad, es decir esto implica un enfoque ideológico, metodológico, comparativo, relacional, y sin dudas de valoración histórica de las experiencias existentes.

Es decir a partir de un análisis histórico - concreto que entiende que la base material en que las sociedades organizan su producción es el elemento fundamental de la construcción relacional de las sociedades humanas. Esta esfera relacional además no se agota en la mera reproducción material sino que supone la reproducción continua de las propias relaciones sociales de producción.

Para ello  construye un “sentido común” que permite explicar  la realidad y determinar los hechos culturales y los comportamientos, mediante la incorporación de determinado metarrelato en la subjetivización que asignamos al momento histórico en que vivimos. Dicho de otra forma para que una idea se transforme en dominante debe ser  asumida como propia, aunque sea de forma parcial, por las clases dominadas construyendo un  consenso cultural en las masas que permite la realización de la  hegemonía de ese bloque de poder.

Para imponerse como de forma acrítica deben presentarse con un marcado carácter axiomático conformando una supuesta verdad que se explica a sí misma, por sí sola y no puede ser cuestionada. Por tanto se sustenta a priori, es decir esto lleva a la aceptación pasiva de varias definiciones previas por ejemplo ¿qué es el capital?, ¿qué son las relaciones mercantiles?, ¿qué es el Estado?, ¿qué función cumple?, el concepto de ciudadanía que contiene, las ideas de gobierno - gobernabilidad y conflicto, con ellos las ideas de democracia de justicia social y también de libertad.

Es decir, detrás de cualquier tipo de reforma  existe un discurso ideológico que la sustenta y que es funcional al interés de las clases que existen en nuestra sociedad y que  establecen entre ellas una relación de continua lucha.

Esto juega un papel central para poder abordar el problema de las reformas del Estado, ya que en  las propuestas elaboradas en su momento y radicalizadas actualmente  implican la aceptación de supuestos que son propios del neoliberalismo, partiendo de una concepción ontológica que concibe al ser humano como egoísta, e individualista y por ello:

1- Lo privado es más eficiente que lo público.

2- Puede existir una alianza entre lo público y lo privado ya que el mercado se autorregula.

3- La prioridad de los gobiernos es mantener “estables” las cuentas macroeconómicas  en términos de déficit fiscal, inflación y riesgo país y premiar la iniciativa privada, facilitando de todas formas la acumulación de capital.

4- Los gobiernos deben dar garantías a los capitales internacionales para captar la inversión privada extranjera.

5- Esto se da en un régimen de competencia con los demás países, por lo tanto debemos ser atractivos para los capitales.

6- Si esto se logra junto a una apertura a los mercados que nos permitan colocar nuestros bienes o servicios que sean competitivos a escala internacional, se creará un círculo virtuoso que traerá la prosperidad a la sociedad en general.

7- Para ello todos los tratados que nos den aspectos preferenciales debemos firmarlos (TLC, TIFA, TPPI, TPP).

8- También es necesario domesticar a los movimientos de presión para que no distorsionen el funcionamiento natural del mercado mediante presiones corporativas. Esto claramente no tiene ninguna evidencia empírica y se sostiene como un dogma axiomático en el cual se debe creer o se es considerado alguien fuera de la realidad.

Todo lo que se oponga a esto es “peligroso” “no se debe  hacer” “es irresponsable”  “traerá males mayores” o es “ideológico o vetusto”, se niega al “progreso” o no responde al “interés general”.

Para ello es necesario construir una "hegemonía" donde el sentido común sea que la mala administración es intrínseca a la burocracia estatal y que es necesario que el Estado debe ser dirigido como una empresa, argumentando que esta sería la mejor respuesta – o incluso la única respuesta posible – ante los graves problemas y serias deficiencias que tradicionalmente presenta la administración pública en las más diversas latitudes.

De modo más sistemático, podríamos señalar los cinco elementos a seguir como los pilares más importantes en la configuración del paradigma gerencial:

- Descentralización del aparato estatal con separación de las actividades de planificación y actividades de ejecución del gobierno.
- Privatización de las empresas estatales.
- Tercerización de los servicios públicos.
- Regulación estatal de las actividades públicas llevadas a cabo por el sector privado.
 - Incorporación de conceptos y herramientas gerenciales, oriundas del sector privado.
-  No cabe a la administración pública la provisión de servicios, sino fiscalizar que estos sean prestados.
- Capacitar a las comunidades para que sepan resolver sus propios problemas en lugar de simplemente ofrecer los servicios.
- Fomentar la competencia en lugar de los monopolios.
- Ser impulsada por las metas o misiones, más que por procedimientos.
- Colocar el foco en los resultados y no más en los insumos.
- Satisfacer las demandas del cliente, no del cuerpo burocrático.
- Buscar nuevas fuentes de financiamiento.
- Invertir en la prevención de problemas más que en la solución a las crisis.
- Descentralizar la autoridad.
- Resolver los problemas al influir en las fuerzas del mercado en lugar de crear programas públicos.

Estamos, pues, delante de un paradigma que pone su foco en la “clientelización” del ciudadano. No por casualidad, en muchos textos que adhieren a la orientación gerencial el término ciudadano es reemplazado por las expresiones “cliente”, “usuario”, “contribuyente”, o cuanto mucho, por las nociones de “ciudadano-cliente” o “usuario-ciudadano”.

Estamos frente a una concepción que pone el énfasis en la reducción de costos, en la eficacia, en la eficiencia, en la emulación de la competencia empresarial y por ello  restringe el propio concepto de democracia a la "elección racional de consumidores".

Esta es la concepción que sin dudas el Sr. Conrado Ramos llevará adelante desde la Oficina del Servicio Civil, hoy completamente libres de limitaciones “ideológicas”.

Autor: Diego Alonso

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