Escribe: Gabriel Mazzarovich
Este es un saludo personal, del que se han escrito muchos, por los 100 años del Partido Comunista del Uruguay, Partido en el que milito, si se cuentan los años de la UJC, benditos años, hace exactamente 40. Juan Gelman, comunista él también, decía que la ideología no define toda la personalidad de una persona y como en tantas cosas tenía razón. Los seres humanos somos mucho más que nuestra ideología, pero cuando se abraza con pasión una causa, se entrega todo lo que se tiene por ella, es, indefectiblemente parte de nuestro ser. Ser comunista, que es nuestra forma de ser revolucionarios y revolucionarias, implica definiciones ideológicas, políticas, asumir una ética revolucionaria y la conducta individual y colectiva que de ella se desprende; pero hay una característica que define a un militante comunista: Ser comunista, en esencia, es ser capaz de organizar la lucha para transformar la realidad en un sentido revolucionario.
Las y los comunistas nos pasamos la vida aprendiendo a organizar la lucha para transformar la realidad. Tan simple y tan complejo.
Es que en el fondo asumimos, filosófica y vitalmente, que la historia no está escrita, ni por ningún ser divino ni por el poder, que es un lienzo que pintan los pueblos en una creación colectiva, como dijera otro gran poeta comunista, Pablo Neruda: “Ha nacido de tí más que del tiempo, escoge lo mejor de tu vida y entrégalo al combate”.
Y eso hacemos. ¿Se han puesto a pensar cuántas horas de militancia, cuántos sueños, cuánto esfuerzo entra en 100 años? ¿En 36.500 días? ¿Cómo se hacer para medir tremenda cantidad de energía transformadora y militante? ¿Cómo se pondera tanta rebeldía hecha organización?
En el PCU aprendemos a defender la libertad, a ser solidarios y solidarias, a sentir como propio el dolor ajeno, a mirar el mundo y ponernos del lado de los que luchan.
Y a construir unidad, como un mandato ineludible. Porque la historia la hacen los pueblos y el poder que enfrentamos es tanto que hay que unir todo lo unible para enfrentarlo y construir la hegemonía de los oprimidos, de los olvidados, de las y los explotados. Hay que lograr que “las voces del clamor guardado sean el ruido natural del mundo”, dijera Silvio. Preciosa manera de definir contra hegemonía.
Y en el Uruguay las y los comunistas luchamos por la unidad de nuestro pueblo, porque superar la división en las que nos tenían, y nos quieren volver a tener, los poderosos, es una parte sustancial de transformar la realidad. Y por eso militamos en las herramientas unitarias que ayudamos a construir y las queremos y las defendemos. Por eso, hace 50 años, la mitad de nuestra historia, somos frenteamplistas, hasta la médula de los huesos. Que lindo es poder decir que la mitad de nuestra existencia la hemos pasado militando en herramientas unitarias, sociales y políticas, con nuestras compañeras y compañeros que no son comunistas, pero son nuestros compañeros. Eso también hace a nuestra identidad y es una peculiaridad de los comunistas uruguayos.
Y en estos 100 años hemos defendido la democracia, y cuánto, hasta qué punto, con cuanto sacrificio. Hubo comunistas presas y presos en las dos dictaduras del siglo XX en Uruguay, en la de Terra y en la fascista después del golpe de Bordaberry.
El fascismo fue una tragedia para todo el Uruguay, para todo nuestro pueblo, pero tuvo a las y los comunistas en el centro de sus objetivos. Hicieron la Operación Morgan con el objetivo expresado públicamente de “borrar a los comunistas del Uruguay por 50 años”. Hay registros de detenciones de militantes del Partido y de la UJC en al menos 23 ciudades y localidades del Uruguay. En algunas de las actas de procesamiento de la Justicia Militar, luego de meses de tortura y resistencia, a nuestros compañeros los calificaban de “ontológicamente subversivos”. En su bestialidad, los fascistas no entendían que les colgaban una medalla en el pecho, que reconocían su dignidad y que hoy, al cumplir 100 años, podemos contar esa barbarie con orgullo. Pero nos lastimaron, colectiva e individualmente, y no poco. Pero aquí estamos, no pudieron borrarnos y no podrán.
Habría tanto para decir. Tantas ganas de compartir cosas. Miles de compañeras y compañeros lo están haciendo y está bien. Son cartas de humanidad profunda, de compromiso, de esperanza. Hace muy bien leerlas.
Y ya vendrá el mensaje de Juan, y estuvo la edición de El Popular y seguirán saliendo cosas. Eso es lo que importa, no este saludo, chiquito.
Solo decirles, porque dan ganas, que hoy cuando con orgullo levantemos la bandera roja, nuestra bandera, con la hoz y el martillo, que es también un símbolo de unidad, la de obreros y campesinos, los explotados de siempre que se unieron para tomar el cielo por asalto y gobernarse a sí mismos, no lo haremos desde el sectarismo autorreferencial, ni desde una liturgia vacía y formal, lo haremos desde el corazón y las entrañas, junto a la bandera uruguaya y a la frenteamplista, y a la de los sindicatos y la central obrera, y a las multicolores de las luchas del movimiento popular, y a las de todos los pueblos que luchan por su liberación.
Porque estamos felices, porque este Partido, nuestro Partido, uruguayo, frenteamplista y comunista cumple 100 años. Y porque sentimos, y estamos dispuestos a luchar por ello, que los mejores 100 años están por venir. Y las y los comunistas uruguayos, con nuestro Partido como herramienta de lucha, estaremos junto a nuestro pueblo para lograr que así sea.
Feliz cumple PCU, con emoción y alegría. Feliz cumple a las mujeres y hombres que llenaron de lucha, de esperanza y de militancia estos 36.500 días.
Y como ser revolucionario es un acto de amor, de amor por la humanidad, pero no en abstracto, la humanidad que se hace concreta en el compa y en la compa que tenemos al lado, de regalo de cumpleaños un poema del poeta salvadoreño Roque Dalton, que nos habla desde la humanidad de lo que será el comunismo.
Un abrazo apretado.
Sobre dolores de cabeza
Roque Dalton
Es bello ser comunista,
aunque cause muchos dolores de cabeza.
Y es que el dolor de cabeza de los comunistas
se supone histórico, es decir
que no cede ante las tabletas analgésicas
sino sólo ante la realización del Paraíso en la tierra.
Así es la cosa.
Bajo el capitalismo nos duele la cabeza
y nos arrancan la cabeza.
En la lucha por la Revolución la cabeza es una bomba de retardo.
En la construcción socialista
planificamos el dolor de cabeza
lo cual no lo hace escasear, sino todo lo contrario.
El comunismo será, entre otras cosas,
una aspirina del tamaño del sol.