El Frente Amplio hace tiempo ya está en Congreso, entendido este como la discusión fermental y profunda que recorra a lo ancho y a lo largo la estructura frenteamplista. Discusión que deberá ser capaz de expresar una adecuada autocrítica, pero sobre todo ser capaz de analizar el momento político, situar las contradicciones principales y secundarias, trazar las grandes líneas estratégicas que permitan avanzar en la acumulación de fuerzas y construir un programa de acuerdo a las necesidades concretas de las grandes mayorías nacionales que podemos agrupar en torno al bloque histórico contrahegemónico.
El problema central a resolver no es si va a haber candidato único o si múltiple y mucho menos quien es el candidato. Sin restarle importancia al papel del individuo en la historia, sería profundamente equivocado situar el problema a resolver en quien ocupa la Presidencia del Frente, para los cuales varios de los nombres podrían cumplir con creces esta responsabilidad, particularmente el compañero Pereira, quien también escribe en este portal.
Lo que está en debate es qué Frente Amplio es necesario para la actual etapa de la lucha de clases y con qué programa y mediante qué política de alianzas se puede avanzar en democracia hacia la radicalización de la misma, y esto implica conflicto. Implica antes que nada asumir la existencia de intereses contrapuestos en la sociedad que expresan las diferentes posiciones de clases y grupos en la disputa por la apropiación de la producción social en un país que además de capitalista es dependiente.
Asimismo también supone la articulación de las luchas institucionales y callejeras como expresión de la relación entre movimiento y coalición, entre fuerza política y sociedad organizada. Que tiene como condición de avance la apropiación del proceso por parte de las masas empujando, apoyando, exigiendo, y desbordando los límites de la democracia liberal, politizando a través de su práctica política con grados crecientes de autonomía. Es decir construyéndose en sujeto social y fuerza motriz de las transformaciones.
Esas masas además deben estar cohesionadas por un programa propio que confluye con el de la fuerza política, pero que represente sus intereses de clase más legítimos, y por tanto tensione la correlación de fuerzas haciéndola avanzar, para esto es insustituible el rol de un movimiento sindical independiente.
Según Arismendi la expresión Democracia Avanzada reviste básicamente dos sentidos:
“Primero, orientación política: así habla de “partidos y personalidades democráticas avanzadas, en general subjetivamente socialistas...”
Segundo, caracteriza un régimen político-social que, al mismo tiempo, pueda ser camino de aproximación al socialismo, dependiendo de las condiciones político-sociales, en particular, de qué clases hegemonizan el bloque histórico.
Arismendi rechaza frontalmente la noción de integración del capitalismo en el socialismo y la fetichización de la continuidad” (Battegazore 2017)
Es decir que la posibilidad de avanzar en democracia depende entre otras cosas del nivel de organización y hegemonía que la clase obrera y el conjunto de los trabajadores alcance dentro del bloque contrahegemónico. Esto es parte del problema del programa y la falta de estrategia de confrontación que afecta al Frente Amplio, el predominio de capas y sectores medios que vacilan entre la radicalización verbal y la conciliación de clases.
Para que esta hegemonía se realice dentro del bloque contrahegemónico, la clase obrera debe ser capaz de romper con cualquier política de aislamiento y aglutinar en torno a su programa a un conjunto de esas capas medias en disputa, particularmente los sectores intelectuales, pequeños propietarios y trabajadores informales lo cuales aún siendo más explotados que los trabajadores dependientes subjetivamente pueden considerarse emprendedores de su propia vida.
Es imprescindible asumir al enemigo. La derecha uruguaya en su afán de imponer un modelo concentrador y excluyente, para el cual inevitablemente debe recorrer un camino de restricción de la democracia, esto es un escenario represivo autoritario que va a recurrir desde la utilización de la pandemia a la limitación del derecho de huelga, pasando por la utilización de los cuerpos represivos. Es la derecha de la LUC y el voto para garantizar la impunidad de tantos violadores de derechos humanos que continúan protegidos por el Estado, la derecha de los “malla oro”. Una derecha que representa más los intereses de una burguesía semifeudal aliada menor del Imperialismo, que el de una burguesía nacional.
Esta coalición oligárquica en Uruguay es una derecha ultraderecha de cuño fascista y conservador, que además carece de cualquier elemento nacionalista por los intereses que representa y por el lugar que esos intereses ocupan en la producción, interesados en un país que continúe vendiendo materias primas con bajo valor agregado, alquilando campos, o impulsando rentabilidad rápida y de riesgo de capitales golondrina y fondos de inversión que compren a precio de ganga las empresas publicas.
La oligarquía en el gobierno y sus secuaces políticos, no ocultan que su enemigo es fundamentalmente la clase obrera organizada y representada por las organizaciones unitarias que históricamente crearon los trabajadores, por ello lejos de mostrarse posmodernamente de centro no duda en aliarse a los sectores más reaccionarios económica política y culturalmente. Es una derecha sin vergüenza de mostrar su carácter completamente reaccionario y elitista.
Lamentablemente una parte de la izquierda eso no lo entiende, mantiene en contra de la realidad un sueño republicano institucionalista de lealtad absoluta a la institucionalidad burguesa. Esta izquierda quiere que la realidad se comporte según sus deseos de conciliación de clases, de respeto a lo establecido y reclama un juego político que en nuestro país no existe.
Esta izquierda en sus ansias de ser posmoderna quiere que la derecha se comporte con responsabilidad democrática, por ello una y otra vez le tiende una mano, procura establecer una supuesta unidad nacional en la que todos sean beneficiados. Es decir desconoce algo básico la sociedad está dividida fundamentalmente en dos clases y entre esos intereses contrapuestos no media otra cosa que la lucha.
Una lucha que hoy podríamos decir es del 99% contra el 1% más rico que se queda con más del 37% de la riqueza disponible en nuestro país, contra esa oligarquía de 2.500 personas que tiene el doble de riqueza que el 50 % de la población. Esto es lo que parte de la izquierda se niega a aceptar, como ellos renunciaron a la lucha de clases como el lente fundamental para interpretar la historia, quieren que la lucha de clases deje de existir.
Una izquierda de la “gestión”, de todos los uruguayos”, verticalista en la interna de las organizaciones, ingenua en su relación con la derecha y vacilante a la hora de hacer política. Esta y no otra cosa es la que debemos resolver en el Congreso, cómo somos capaces de tensar fuerzas en torno al programa y a reconocer el papel insustituible de las masas para quienes, pero sobre todos junto a quienes, el proyecto frenteamplista cobra sentido emancipador.
Quienes entendemos que lo que corresponde para entender la realidad y actuar para transformarla es el análisis concreto de la situación concreta, enmarcada en relaciones de poder que siendo múltiples tienen su base en la división del trabajo y en la explotación del hombre por el hombre creemos que la lucha socio-política se aborda desde un método histórico concreto basado en la concepción de la filosofía de la praxis gramsciana.
Desde esa postura, sin infantilismos, sostenemos que lo importante no es el marco de gestión de lo posible, sino que implica una acción independiente de los esquemas culturales impuestos por la oligarquía, denunciar su verdadero carácter, antinacional, antipopular y antidemocrático y no actuar de forma tal que se confunda a las masas. Al mismo tiempo nos sentimos responsables por la unidad del conjunto del movimiento y respondemos por ella, lo hemos demostrado y lo seguiremos haciendo una y otra vez.
Avanzar en democracia es transformar la base material de la sociedad, modificar la forma que se organiza la producción y el trabajo, superar la dependencia, crear una institucionalidad radicalmente diferente de la democracia liberal que permita construir un Estado de nuevo tipo al servicio de otra clase en el poder.
En resúmen este congreso está marcado por el hecho de haber alcanzado las firmas para llevar a la LUC a referendum. La autocrítica definida por un método de acumulación de fuerzas determinado por la acción de las. masas, de forma consciente y sin vacilaciones construyeron una hazaña política en condiciones complejas y adversas. Este camino crítico de masas será el que construya las condiciones de pasar a la ofensiva, de imponer un programa de soluciones populares y de superar limitaciones alineadas, conscientes de que el cielo se toma por asalto y no por alternancia.