Los títulos atractivos y los eufemismos no son una novedad, de hecho, son una estrategia que se utiliza para maquillar lo que hay detrás de algún tipo de interés. Nos hemos encontrado con casos de feminicidios a los que se les adorna con el mal llamado “crímenes pasionales”, que a decir verdad, educadas desde el amor romántico, sufrido y desgarrador, leer un titular con esas palabras puede sonar muy lindo. Pero, como justamente lo que no se nombra, no existe, se puede hacer de un hecho extremadamente reprochable, algo pasajero y sin interés.

La psiquiatra y escritora española Marian Rojas Estapé menciona que las emociones son el primer filtro al recibir alguna estimulación al cerebro y desde la neurociencia se explica cómo una “noticia” puede verse mejor planteada cuando está enfocada en generar una conexión emocional con el hecho. Es decir, que para algunos medios de comunicación, este tipo de técnicas son utilizadas como “planes de marketing” para poder atraer seguidores y clics en sus publicaciones. 

Hoy lo que conocíamos como tenencia compartida es maquillada cambiándola a un nombre que “suene más lindo”, que impacte precisamente en las emociones de quienes leemos, vemos y escuchamos noticias. Pasamos de tener una tenencia compartida, a un proyecto de ley denominado “Corresponsabilidad en la crianza”.

Parece que aún en pleno siglo XXI, en donde se han implementado nuevas formas de crianza, considerando que los niños, niñas y adolescentes (NNA) son sujetos de derechos y no un objeto que se puede manipular y maniobrar a la conveniencia de los adultos, esta Ley retrocede, queriendo imponer el ejercicio de poder adulcéntrico sobre los derechos de los propios protagonistas.

“(...) El texto propuesto en el proyecto de ley de Corresponsabilidad en la crianza, mantiene una jerarquización de la tenencia compartida como la alternativa a privilegiar, este aspecto podría considerarse de dudosa compatibilidad con el principio de interés superior de niñas, niños y adolescentes” (Instituto Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo, 2021).

Fabiana Condo, psicóloga de la Asociación civil El Paso, un colectivo defensor de los derechos humanos de NNA y mujeres, expone su preocupación y sostiene que detrás de este tipo de ley se encuentran articulados intereses de los adultos por encima de la de los afectados. Esto expone a las infancias a que de forma obligatoria tengan encuentros con quienes han podido ser sus victimarios, porque la violencia hacia la madre es violencia hacia los/as hijos/as.

Justamente, la organización El Paso se trabaja con víctimas de abuso sexual, en donde sus agresores tienen medidas para no acercárseles, dado que los procesos judiciales comprobaron que existió algún tipo de abuso en contra de la madre y de sus hijos/as. ¿Es, entonces, más importante la afectación que dicen tener estos padres por no poder ver a sus hijos/as que la propia salud mental de los y las menores?

Según Condo, el abuso y la explotación sexual de los niños, niñas y adolescentes son los tipos de violencia más difíciles de evitar y, posteriormente, proteger. Parece como si antes se necesitara comprobar que existe el abuso físico, psicológico y sexual, en lugar de evitar que los y las menores se vean expuestos/as. 

Proteger a tiempo a las infancias debe ser la prioridad de un Estado que se dice democrático. La prevención de los daños a la salud mental de los niños y las niñas debe prevalecer y el Estado es responsable de garantizar sus derechos. Sin embargo, esta ley de “Corresponsabilidad en la crianza” no solo expone y vulnera sus derechos, sino que le da poder a quienes han ejercido violencia contra sus madres y contra ellos/as mismos/as.

“(...) La violencia contra los niños, niñas y adolescentes, no están dentro de la agenda del Estado, porque se manipula la información, se silencian, incluso los impactos que pueden generar el mantener visitas con sus padres violentos. Si esas garantías no están dadas, los y las menores tienen que ver a su padre abusador y esta es una forma de tortura que, además, se fortalecerá desde lo institucional, quitando garantías de protección y exponiéndolos/as a  la violencia extrema.” (Condo, F.).

Es usual que las situaciones de abusos contra las infancias se detectan en sus fases crónicas, cuando ya el niño o la niña está viviendo las consecuencias. Poder prevenir y evitar a tiempo estos hechos, garantizará sus derechos, su salud mental y su libre desarrollo cognitivo.

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El presente artículo forma parte de una serie de análisis que abordaran el tema desde distintas perspectivas, teniendo como centro la protección de las infancias.

Autora: Yuli Torrez

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