Nuestro país es parte del denominado patrio trasero del imperialismo. Partir de una hipótesis de conflicto, sin tener en cuenta esta realidad es suicida y entreguista.
La actualidad mundial ha puesto de manifiesto una vez más que ante la pérdida de poder relativo, el imperialismo yanqui, es cada vez más agresivo y está dispuesto de recurrir a cualquier forma, para defender sus intereses estratégicos.
El poder militar de nuestra nación no condice con lo que establece nuestra Constitución y la Ley Marco de Defensa.
La correlación de fuerzas políticas actuales impide avanzar en un sentido patriótico y nacional.
Se hace imprescindible avanzar en democracia y con el horizonte estratégico de alcanzar una Democracia Avanzada, que posibilite la unidad de todo el pueblo y una verdadera preparación para enfrentar al enemigo, si las circunstancias lo exigieran.
Estamos lejos de esto, pero las cosas siempre tienen un comienzo.
No podemos seguir integrando el TIAR, ni tratados que nos aten a EE.UU, ni participar de la operaciones UNITAS. Todo lo que nos arrime a EE.UU, nos hace perder soberanía. Debemos en lo esencial depender de nosotros mismos.
La estructura de las actuales FF.AA es funcional al imperialismo yanqui. No por culpa de sus integrantes y si de la concepción militar estratégica que predomina en las mismas.
Para realmente tener un poder de disuasión de acuerdo a nuestros escasos recursos, debemos cambiar radicalmente varios aspectos referidos a la temática militar.
Lo primero es tener una doctrina de defensa completamente distinta a la actual, que nos somete a los intereses del imperialismo.
En anteriores artículos hemos enunciado varios de los aspectos a cambiar en esa dirección.
Una auténtica estrategia defensiva, debe partir del concepto de la guerra asimétrica, única posibilidad que tendría un país de nuestras dimensiones. Si seguimos con una estructura y una concepción de guerra convencional, lo único que se logra es despilfarrar los pocos recursos con los que contamos y mantener la coyunda imperialista.
Los integrantes de las FF.AA deberían ser los maestros de armas de los orientales que se quieran preparar para una auténtica defensa nacional, en el sentido de los artículos de la Ley Nº 18.650. Por ahí, habría que empezar. Según el artículo 2º de dicha ley, los ciudadanos tenemos el deber y el derecho de participar en la defensa de nuestro país ante un ataque externo. No alcanza con la pata militar. Se hace imperiosa la participación de los trabajadores, las fuerzas avanzadas, la academia y la juventud.
No se puede invocar el artiguismo y al mismo tiempo desconfiar del pueblo. La defensa necesaria no es solo tema de especialistas.
Como dice el general ® Óscar Petrides: “las naciones pequeñas y débiles como la uruguaya, solo tiene a su disposición para su defensa una forma para la misma, LA GUERRA POPULAR DE MASAS PARA CUALQUIER FORMA DE INTERVENCIÓN extraña.”
“Nada pueden hacer si adoptan las formas de lucha que usan los ejércitos de masas, es decir, si se organizan en divisiones y cuerpos de ejército y van al combate frontal con esos enemigos. Pero hay otra forma de lucha, la de las fuerzas irregulares, que desde hace siglos ha resultado vencedora de los ejércitos de masas.”
O sea, es como dice Petrides: “La estrategia de la Guerra de Guerrillas, bien organizada, practicada y armada desde tiempos de paz, opone a los ejércitos de masas, masas de ciudadanos luchando por su país, sin distinción de edades ni de sexos.”
Redondea: “La estrategia de Guerra Popular que proponemos contempla todos los problemas. No debemos dejarla de lado.”
De esto trata el próximo artículo.