Desconfiad de la pirotecnia de los palabreros…”

El pasado jueves 30 de marzo, próximo a las 19 horas en la Casa de las Maestras dio inicio el ciclo de charlas Reivindicación de la Soberanía Pedagógica. Dicha actividad es organizada por un grupo de reflexión que lleva el nombre de la Maestra y referente histórica Gladys “Chichita” Méndez.

En este primer encuentro de intercambio participó como exponente -disparador del debate- el Maestro Limber Santos, quien presentó sobre el pedagogo Agustín Ferreiro.

Antes que comenzara la charla dialogamos con las Maestras Gabriela Verde y Natalia Laborite organizadoras de la actividad. Verde explicó los objetivos de la actividad, también se refirió al nombre de la misma y dejó en claro que: “en un contexto en que se imponen reformas que vienen prefabricadas del extranjero es clave recuperar el aporte de las y los pedagogos nacionales”. Por su parte Laborite destacó la huella que marcaron, y señaló también que: “hoy más que nunca nos deben ayudar a recorrer caminos genuinos, ajustados a la realidad y las necesidades del Uruguay, lo que exige seguir construyendo un rumbo colectivo -sin recetas ni manuales-, y mucho menos si vienen de organismos internacionales de crédito…”.

Retomó Verde y señaló que: “además, impresiona ver la cantidad de aspectos incorporados a la transformación curricular integral que son extraídos de las líneas que impulsa la Red Atlas…” y al respecto explicó que: “la Red Atlas es una organización privada, generosamente financiada por las industrias farmacéutica, petrolera y tabacalera de Estados Unidos, que pretende conectar varios think tanks, empresas, corporaciones y más que operan a favor del libre mercado. Es decir, su objetivo no es garantizar el derecho a la educación para todas y todos a lo largo de toda la vida, sino salvaguardar el sacrosanto interés privado, la libertad de ganancia y de acumulación”.

Sintetizó Laborite con claridad y contundencia: “es importante reiterar que transformación educativa impuesta y democracia son conceptos antagónicos. Las autoridades de la educación no pueden desconocer que los colectivos docentes hacemos escuela a diario, transformamos la realidad y producimos. Y es desde ese hacer cotidiano y colectivo que se transforma la realidad, otra cosa diferente es imponer recetas…”.

La actividad contó con una breve presentación y de inmediato tomó la palabra Santos quien comenzó diciendo: “gracias a todas las compañeras y compañeros que han estado detrás de la organización de este ciclo, que es muy necesario en estos tiempos. Sobre todo, esto de rescatar la soberanía de la pedagogía nacional, que parece estar en cuestión, o por lo menos parece estar bajo un velo de cierto desconocimiento, o de invisibilización creciente, en el último tiempo. Y nos toca a los docentes, a las maestras y los maestros poder rescatar esas figuras”.

Posteriormente planteó la interrogante respecto a qué es lo que hace a alguien pedagoga o pedagogo, a lo que respondió: “¿un pedagogo es alguien que reflexiona sobre la educación, por lo tanto, escribe libros, participa en congresos, en instancias de debate? ¿O también es un pedagogo es aquel que lleva adelante una fructífera experiencia educativa en un determinado contexto? En realidad, la respuesta no está clara, porque nadie se vuelve pedagogo por su obra, yo creo que alguien se vuelve pedagogo por las lecturas de su obra, por lo tanto, por el reconocimiento posterior que todos los demás hacemos de ella… A veces se convierte en pedagogo con cierto reconocimiento alguien que hace muchas décadas trabajó como docente y se desempeñó como pensador, y eso tiene que ver con una responsabilidad que todos tenemos, y este ciclo me parece que es parte de esa responsabilidad que tenemos que asumir, y que es rescatar del olvido, o rescatar de la invisibilización aquellas obras -sean escritas o no- pero que vale la pena reconocer, vale la pena poner sobre la mesa para discutir…”.

Luego se refirió a la importancia de comenzar el ciclo con la figura de Agustín Ferreiro, al respecto planteó: “Agustín Ferreiro es alguien con quien todos nos reconocemos, como maestros y maestras del Uruguay, porque ha tenido una carga simbólica en el magisterio nacional a lo largo de casi todo el Siglo XX y hasta la actualidad, a partir de -y esto resulta paradójico- básicamente un libro, La enseñanza Primaria en el Medio Rural.

Al respecto planteó que el papel de Agustín Ferreiro en la pedagogía nacional es fundacional, ya que fundó las bases de la misma en la década del 30 del Siglo XX, y al respecto agregó: “si tuviésemos que caracterizar esa pedagogía podríamos decir primero, que es una pedagogía que dialoga con otras disciplinas y que dialoga con otras manifestaciones de la cultura… donde lo pedagógico no está ensimismado, no está encerrado en sí mismo, sino que para construirse, para construir la idea pedagógica, hay un diálogo con las artes, hay un diálogo con el periodismo, hay un diálogo con la economía, con la política… con la realidad de su tiempo. Esto se puede sintetizar con aquella expresión de Miguel Soler: un buen docente debe leer los diarios. Y esto no hay que tomarlo en sentido literal, sino que hace a un buen docente el conocimiento de lo que sucede en el mundo, porque nada de lo humano le puede resultar ajeno…”.

Más adelante agregó que Ferreiro además de ser fundacional fue distinto al resto, quizás por haber iniciado el proceso de reflexión sobre la educación y la escuela rural en el Uruguay, también por estar entre los primeros en denunciar las condiciones de las escuelas rurales de aquellos tiempos. Al respecto afirmó: “lo que hay en Ferreiro es un trabajo pedagógico que prescribe las prácticas de enseñanza, las prescribe directamente… Está claro que la prescripción de mejoras venía antecedida de una serie de críticas acerca de cómo el Estado y las políticas públicas, hasta ese momento, vinculadas con la escuela, y particularmente con la escuela rural, la habían dejado en un sitial de gran inequidad respecto al ámbito y la escuela urbana…”.

Respecto a la realidad del campo de la época Santos plantea: “el Uruguay en esa época, aletargado por cierta bonanza y prosperidad que le hacía diferenciarse de otros países de América Latina, escondía un Uruguay invisible, que por lo menos desde la capital del país no se veía, o no se lo quería ver, y son los maestros y maestras los que terminan denunciando las condiciones en que la gente vive en el campo. Y las primeras grandes denuncias son las realizadas en la década del 30 por maestras y maestros, entre ellos Agustín Ferreiro…”

A continuación comienza a referirse a varias de las figuras de la pedagogía nacional que han quedado en el olvido, ante lo que deja la tarea planteada, de investigar y recuperar esos aportes, que nos pertenecen, ante lo cual expresa: “hay que decir que entre las figuras no reconocidas, como pedagogos o pedagogas, quizás injustamente, hay obras de maestras en actividad, en los años 30, en los años 40, como Elsa Fernández por ejemplo, maestra en Tacuarembó, que escribió el libro Agua Turbia y otros más, como testimonios de sus vivencias como maestra rural…”.

Después se refirió a la participación de Ferreiro en el Congreso de Maestros del año 33 en Montevideo, Congreso que se realizó previo al golpe de Terra, y en el que junto a Pedro Ferrari y María Espínola Espínola jugaron un papel muy importante y destacado, planteando los problemas de la gente de campo y de la escuela rural, en torno a ello Santos señala que: “el tema en 1933, en ese Congreso, estaba planteado en estos términos, ¿qué puede hacer la escuela rural de forma tal que influya para evitar la despoblación del campo? El fenómeno de la despoblación del campo ya era notorio… Allí hay un análisis muy rico de Agustín Ferreiro, acerca de cómo él plantea el fenómeno de la emigración del campo a la ciudad… son fenómenos que llegaron al Uruguay, pero ya estaban instalados en otros países… se decir, es un fenómeno -como sigue ocurriendo en la actualidad- de carácter universal… y él ensaya algunas causas estructurales por las cuales la gente se iba del campo, y los campos se empezaban a despoblar… Lo que hace Agustín Ferreiro es un análisis sociológico, podríamos decir, porque hay que recordar que no existe algo llamado sociología rural sino hasta la década del 50, con los trabajos de Aldo Solari. Por lo tanto, la figura de Agustín Ferreiro es una figura que ensaya algunas explicaciones de fenómenos que terminan siendo pedagógicos, pero antes son de orden social y de orden cultural…”.

Sigue analizando el tema y se detiene en los aportes de Pedro Ferrari y María Espínola Espínola, de quienes plantea: “Pedro Ferrari, un maestro que denuncia las condiciones de la escuela, y si bien no ubica allí las causas de la despoblación rural, sin embargo, denuncia que la escuela rural en nuestro país -comenzada la década del 30 y a más de medio siglo de reforma vareliana- es una casucha destartalada que se cae a pedazos, donde las hay. Porque hay que recordar que en este año, el 33, el concepto vareliano de universalidad no está del todo completo, hay algunos lugares del país donde los chiquilines no tienen acceso viable a una escuela… Hay que recordar que la obligatoriedad estaba marcada por el programa de 17, y era una obligatoriedad relativa… no todos estaban obligados a ir a la escuela -desde un punto de vista legal- y no era lo mismo para las niñas que para los varones, los varones estaban algo más obligados que las niñas…”.

Santos continúa y explica que es María Espínola Espínola la que responde la pregunta sobre la que trabajó aquel Congreso: “¿Qué puede hacer la escuela rural de forma tal que influya para evitar la despoblación del campo? Haciendo una caricatura de la respuesta -que es conceptualmente compleja y muy lúcida- la podemos sintetizar diciendo ¿y qué va a poder hacer la escuela? ¡Nada! La escuela no puede contra un fenómeno estructural, multicausal y complejo… no le pidamos a la escuela más de lo que la escuela puede dar… la gente no se va del campo por la escuela sino por otras razones que son más complejas y estructurales…”.

Retoma a Ferreiro y plantea las claves para leerlo y entenderlo: “para entender a Ferreiro hay que entender por lo menos dos cosas, uno qué leía, qué cosas, a qué lecturas tenía acceso, y eso parece bastante claro, estos maestros -incluyendo a Ferreiro- leían ya en la década del 30 a autores escolanovistas europeos y norteamericanos… y el escolanovismo influye sobre Ferreiro, pero influye de una manera particular, que yo quiero destacar, porque nos puede enseñar mucho a la hora de leer hoy a pensadores que construyen pedagogía fuera de nuestra propia realidad. Agustín Ferreiro tenía en ese sentido una postura muy radical que la dejó plasmada en La enseñanza Primaria en el Medio Rural… Para entender a un pensador hay que conocer qué podía leer en la época, a qué lecturas tenía acceso, y por otro lado, con quién dialogaba…”.

A partir de allí Santos se interna en el análisis del libro de Ferreiro del cual expresa: “¿Qué sucede con este libro? De alguna manera podemos decir que es el libro de mayor prescripción vinculado con la enseñanza… prescribe las prácticas de enseñanza de acuerdo a las características del medio rural, porque el libro está dirigido a maestras y maestros rurales, y tiene un tinte escolanovista, porque se reflejan los principios… por ejemplo el principio de actividad, esta idea de aprender haciendo, esta idea del movimiento… esta idea de aprender en contacto con la naturaleza… y digo esto por algunas cosas que en estos tiempos aparecen como novedad, como algo del orden de la gran innovación, y están escritos acá en el año 1936…”.

Sigue analizando la riqueza del libro y plantea: “una de las cuestiones que Ferreiro hacía en el libro es esto de poder enseñar, y así se dirige a los maestros, de una forma tal que el muchacho pueda conectar lo que aprende con su mundo cotidiano, o que pueda aplicar aquello que aprende a resolver problemas de su mundo cotidiano, que se pueda partir de lo que los niños viven y sienten como problemas propios…”.

Santos continúa y problematiza: “¿Podemos caracterizar a Agustín Ferreiro como un representante de la Escuela Nueva en Uruguay? ¿Podemos calificar a Agustín Ferreiro como escolanovista? En un tiempo donde la Escuela Nueva saturaba las conciencias en el Río de la Plata, es decir, lo que se podía leer como innovación era de cuño escolanovista…”.

En el análisis también se refiere a las reflexiones de Vaz Ferreira de principios de siglo explicando que: “Hay algunas cuestiones de la innovación con las cuales hay que tener cuidado, está bien motivar al chiquilín, está bien hacer algunos rodeos, pero si después eso significa no enseñar ¡ahí hay un problema! Y esto en Agustín Ferreiro está presente… esto de pararse respecto al escolanovismo en términos relativamente críticos… Cuando habla de los escolanovistas empieza a decir, desconfiad de la pirotecnia de los palabreros, que un método en manos de su creador puede ser maravilloso, pero en manos de sus imitadores puede ser pésimo. Y los palabreros eran nada menos que Claparéde, Decroly, Montessori… es decir los encumbrados pedagogos europeos, esos eran los palabreros… que él decía hay que leerlos, pero no hay que seguirlos servilmente…”.

Profundiza en el concepto y agrega: “Agustín Ferreiro no niega el hecho del influjo de las corrientes universales, ni que haya que dejar de leerlas, y formarse a través de ellas, pero apela a algo más, que es la construcción de algo autóctono, la construcción de lo propio, y en esto también hay un llamamiento a los maestros… dice, la verdad está en ustedes o la verdad está en nosotros, es simple, hay que rescatarla, compartirla con los demás, ponerla sobre la mesa. Y esa verdad es la que va a implicar la construcción de un pensamiento nacional propio, de acuerdo a nuestros problemas, y de acuerdo a las circunstancias del Uruguay rural de entones…”.

Y profundiza sobre la actitud de Ferreiro respecto a la Escuela Nueva: “aquí hay algo que resulta aparentemente paradójico, pero no lo es, y es una característica que Ferreiro comparte con Jesualdo y comparte con Julio Castro -teniendo entre ellos orientaciones políticas distintas- pero hay una lectura del escolanovismo que termina siendo similar. Donde hay una apropiación de ideas escolanovitas, en tanto un deber ser que se contrapone a lo anterior, pero hay también una desconfianza, ambas cosas a la vez…”.

Continúa analizando la realidad pedagógica de aquellos años y expresa una situación que conviene destacar, porque los principales aportes, aquellos de cabecera para el magisterio, no fueron editados por el Estado sino por el esfuerzo colectivo de las y los docentes, Santos afirma al respecto: “y esto también lo podemos traer al presente, los maestros, los pedagogos, por lo pronto, de parte de las autoridades políticas no es que haya un reconocimiento en la época… ahí hay una serie de tensiones… y una falta de reconocimiento inicial, a aportes que luego serían gigantes…”.

Sobre el final de la exposición planteó una situación imprescindible para entender al autor en cuestión: “¿Cómo leemos hoy a Agustín Ferreiro? Un libro que se editó hace tanto tiempo, hace tantas décadas, en un contexto histórico muy diferente al actual. ¿Qué tipo de lectura tenemos que hacer hoy acerca de Agustín Ferreiro? Es interesante, porque el lugar más fácil, es este que decíamos, la vigencia del autor. Quien lee hoy este libro dice, bueno, pero entonces estas cosas que leemos como novedosas, o se nos quiere decir que son lo que hay que hacer… ya las decía Agustín Ferreiro en aquel tiempo. Pero hay que tener cuidado con esa lectura, porque una lectura despojada de la contextualización histórica, del momento en que Ferreiro escribe, es un análisis, por lo pronto, incompleto y peligrosos. Lo que no podemos hacer es trasladar las palabras de Ferreiro, escritas en el 36, al presente de forma directa, no podemos hacer hablar a Ferreiro hoy. Los que tenemos que hablar hoy somos nosotros, aprendiendo de Ferreiro y traduciéndolo…”.

Y finaliza insistiendo: “Yo creo que lo que necesitamos es una lectura que traduzca a Agustín Ferreiro a las circunstancias actuales, y ese es un ejercicio difícil de hacer, pero necesario. Digo esto porque cuando creemos que lo que está en Agustín Ferreiro hoy tiene vigencia, y es lo mismo que hoy nos están diciendo, eso nos puede parecer, pero cuando empezamos a rascar un poco más y a analizar quizás no sea lo mismo, quizás sea lo contrario. Por lo tanto, hay que ver qué significa para Ferreiro el aprender haciendo… el aprender en contacto con la naturaleza, la problematización como práctica de enseñanza y de aprendizaje… el enseñar de acuerdo a lo que el niño y la niña viven y sienten como sus propios problemas o su propia realidad. Porque, cuando luego esto se transforma, con el tiempo, en lugar común, en discurso que se repite, y se va vaciando de contenido, al final son sólo palabras, y ese es el peligro… lo que hay que rescatar en Ferreiro no son los términos, no son las palabras, sino los conceptos. ¿Qué hay conceptualmente detrás de esas palabras? Y creo que ese es un ejercicio de lectura, de traducción… Y quizás no sólo con Ferreiro sino con otros referentes pedagógicos…”.

Luego de finalizada la exposición hubo abrazos de encuentros y reencuentros, se abrió un rico intercambio, en el que surgieron preguntas, se compartieron experiencias y también opiniones y reflexiones. En el marco de ese espacio de diálogo, en el que muchas veces se celebró la actividad y el ciclo presentado, se realizó por parte de uno de los organizadores, el Maestro Esteban Coitiño, una importante reivindicación de las razones por las que el ciclo había comenzado con Limber Santos como exponente: “No voy a hacer ninguna pregunta, voy a decir una afirmación, que pretende ser un reconocimiento… porque cuando propusimos esta charla, una de las cosas que definimos fue la presencia de Limber, y no fue un accidente, porque es una reivindicación de un compañero, que nosotros entendemos, como en los tiempos oscuros de nuestro país -en este que no es nada claro- ha sido destituido, ha sido despojado de su rol de Director de la Educación Rural, por razones pura y exclusivamente político-sindicales…”.

Y continuó categórico: “por eso lo elegimos primero para participar de este ciclo… como una decisión de respaldo, de solidaridad y de reconocimiento, por todo el trabajo que se hizo en el DER (Departamento de Educación Rural), y por la necesidad de seguir construyendo. Porque a pesar de que los intenten sacar a nuestros compañeros y nuestras compañeras de los lugares, el magisterio, las trabajadoras, los trabajadores los vamos a restituir a sus lugares, a los que se ganaron… por lucha, por militancia, por compromiso, por dedicación. Entonces… estas palabras intentan ser esa devolución, entre los que caminamos juntos, entre las que caminamos juntas, de ese lugar que se ganó, de compañero, de mano a mano, en el Limber te necesitamos para esto, sí claro cuenten conmigo, y eso es lo que queríamos reivindicar en esta instancia…”.

También hizo uso de la palabra Lucía Rojas, una de las hijas de “Chichita”, quien agradeció que una actividad de reflexión tan importante lleve el nombre de su madre, y amplió: “Chichita si algo fue, fue una Maestra rural, así que más que apropiado comenzar este ciclo con el compañero Limber…”. Además, destacó que “Chichita” con 90 años seguía haciendo aportes respecto a temas de la educación y de la educación rural, destacando la elaboración de: “una ponencia sobre el papel de la escuela rural, y la relación de la escuela rural con el artiguismo, la relación de la escuela rural con la historia de este país, el desarrollo de la sociedad y la cultura…”. También mencionó los estudios de “Chichita” respecto al papel de las mujeres del medio rural y particularmente recordó el estudio respecto a: “la incorporación de la mujer a la educación en ambientes rurales, a donde si el niño no iba a la escuela porque estaba trabajando en el surco con el padre y con el abuelo, la mujer muchísimo menos, porque además de trabajar en el surco trabajaba en la cocina y sostenía el cuidado de los niños más pequeños… para que los demás apenas lograran sobrevivir con su trabajo de sol a sol…”. Y muy emocionada expresó: “en esa experiencia de niña rural, de niña alumna de la escuela rural… en esa experiencia de Maestra de la escuela rural, mi madre maduró su rebeldía, maduró su condición de sindicalista, maduró su condición de mujer de lucha… así que yo realmente no encuentro un mejor homenaje que la organización de este tipo encuentro…”.

Autor: Esteban Coitiño

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