En el último episodio de la serie Hola Presidente que día a día transmiten por todos los canales uruguayos, pudimos ver un exultante Cuquito que embriagado entre la llamada Trump, la continuidad de Almagro y algunos avances en la batalla contra el coronavirus.

Casi que parecía un Tony Stark tercermundista al punto de vencer a Thanos.

Claro que los avances contra el avance pandémico en nuestro país se dan porque se combina una estructura construida por quince años de gobiernos frenteamplistas, con el Sistema Nacional Integrado de Salud, la fibra óptica, el desarrollo de la Universidad, la instalación del Instituto Pasteur, la creación del Mides, la inclusión financiera, y sin dudas la solidez macroeconómica. Esto junto con grandes tradiciones de solidaridad y compromiso social de nuestro pueblo están permitiendo que la respuesta que se está dando a la pandemia sea positiva. Cabe acotar que muchas de estas cosas fueron criticadas por estos avengers neoliberales en el gobierno.

Pero no se trata de estropear el capítulo a Cuqui, Lito, y la siempre presente Loli y sus jardines, pidiendo que reconozcan esto y que directamente asuman que mintieron en la campaña electoral.

No, se trata de que en medio de la extasiada presentación, no pudo con su condición y vómito una frase que quedará para la posteridad “Gravar el capital es amputar a los que le van a hacer fuerza a la salida de la crisis” para la recuperación de la economía.

El sociólogo Zygmunt Bauman publicó el libro ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos?, en 2014. En el mismo sostiene que existe una enorme contradicción entre la realidad que vivimos la mayoría de personas y la idea de que “la mejor manera de ayudar a los pobres a salir de su miseria es permitir que los ricos sean aún más ricos”(Bauman, 2014). Nos plantea que esto sólo es un relato propagandístico construido por una minoría que vive del fundamentalismo del mercado y hace su fe de la ideología del derrame fundada en un relato mentiroso y repetido. Fraudulentos y engañosos.

Bauman sostiene que existen “principios de injusticia” —la normalidad de la exclusión, el elitismo eficiente, el fundamentalismo del crecimiento económico y la competitividad, y la inevitabilidad de la desigualdad— que permiten que la sociedad acepte como natural la propia exclusión a que se ve sometida y lo haga de forma subordinada y sumisa. Es decir el viejísimo argumento de John Locke en que explica la historia como en triunfo natural de los virtuosos que es justo y que además beneficia a todos los demás que somos unos desbundados, que nos gusta trabajar poco y gastar mucho. Bauman nos plantea a modo de preguntas la siguiente reflexión "Así pues, resumiendo: ¿es verdad lo que muchos de nosotros creemos, y lo que todos nosotros estamos presionados y alentados a creer, y que muy a menudo nos sentimos tentados a aceptar? ¿Es cierto, para resumir, que «la riqueza de unos pocos nos beneficia a todos»? ¿Es cierto,en particular, que cualquier alteración de la desigualdad natural de los hombres es dañina para la salud y el vigor de la sociedad, así como también para sus poderes creativos y productivos, esos que todos los miembros de la sociedad tienen un especial interés en maximizar y de los que deben tener el más alto concepto? ¿Y es cierto que la diferenciación de las posiciones sociales, de las capacidades, de los derechos y de los reconocimientos es un mero reflejo de las diferencias en los dones naturales y las contribuciones de sus miembros al bienestar de la sociedad?".

A la hora de escuchar la fábula del malla Oro, tenemos que tener presente esto y recordar que el coronavirus en nuestro país lo diseminó un ejemplo radicalmente obsceno de los malla oro del Cuqui enfundada en cadáveres de chinchilla.

Su comportamiento es el arquetipo de esa visión ridícula que sostiene el Cuquito de un anti artiguismo que quiere beneficiar más a los más privilegiados y construir así a la justicia social.

Frente a esta visión ideológica de la realidad nos recuerda Bauman, “la primera víctima de esta profunda desigualdad será la democracia, a medida que todos los bienes necesarios, cada vez más escasos e inaccesibles para la supervivencia y para llevar una vida aceptable se conviertan en objeto de una rivalidad encarnizada (y quizá guerras) entre los que tienen y los que están desesperadamente necesitados”.

Capaz que por eso "Lito" Alfie, mucho más sanchopancista, dice que en realidad él malla oro de verdad son los chinos comunistas.

Terrible contradicción el capitalismo y su mentira neoliberal, en la práctica dependen para salir de la crisis de las decisiones que tome el Partido de Mao tse Tung, de la aplicación de la Nueva Política Económica leninista en su versión china, todo ello basado en las ideas del barbudo alemán de melena invencible parafraseando a Silvio Rodríguez.

Pese al coronavirus la lucha de clases no se detiene.

Autor: Diego Alonso

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