Un amigo me pasó un artículo publicado en Rebelión el 25 de Mayo del 2020 titulado "Lección aprendida: cuestiones organizativas en Lenin y Rosa Luxemburgo". En dicho artículo se aborda la polémica sostenida por bolcheviques y mencheviques, junto con la visión de Rosa sobre qué tipo de organización debe tener el Partido revolucionario.
El escritor del artículo es Carlos Julio Báez Evertsz, autor de Desigualdad y clases sociales (2017), La modernización fallida (2012), Partidos y movimiento popular en RD (2011), Dominicanos en España y españoles en Santo Domingo (2001), La comunicación efectiva (2000), entre otros. Doctor en sociología y politólogo (Universidades de Madrid y Bucarest).
En dicho artículo Báez desmenuza la polémica en términos de organización de partido fundamentado en la polémica entre Luxemburgo y Lenin. Concluye sosteniendo que : "Respecto a esta polémica sobre asuntos de organización del partido que representa los intereses de los trabajadores de todo tipo, y al conjunto de los sectores populares, las conclusiones que –desde mi perspectiva- se pueden extraer, se basan en rechazar ambas posiciones en su lectura más literal." (Báez, 2020). Es decir que el autor va a expresar una postura de negación de ambas partes contrapuestas. "Empero, ambas posiciones tienen aspectos positivos que justamente articuladas pueden proporcionar a una organización con un programa mínimo de reformas y un programa máximo de cambio estructural profundo a lograr de manera estratégica, elementos para su accionar político." (Báez, 2020), esto implica entonces una nueva síntesis donde se articulen lo mejor de ambas lo que dará lugar al decir de Báez (2020) a "Un partido que sea la síntesis del centralismo democrático y del espontaneísmo y la creatividad de las masas... un partido que asuma las experiencias del conjunto de las clases y sectores populares ".
Es decir que para alcanzar ese Partido se parte de tratar de sintetizar una polémica, buscando el término medio, la síntesis entre ambos. Esto en sí tiene grandes problemas, en primera instancia la historia concreta y teórica del movimiento comunista -entendiendo este como un movimiento revolucionario que contiene pero es más amplio que los Partidos Comunistas-, no se detuvo en Lenin y Luxemburgo, sino que encontró caminos que supusieron reelaboración de carácter superior de esta discusión entre las formas organizacionales, discusiones de carácter teórico y fundamentalmente práctico. Sin intentar ser taxativo es posible enumerar varias, desde el concepto gramsciano de partido como el príncipe moderno, como un docente e intelectual orgánico colectivo de la clase obrera, pasando por la experiencia cubana verdadero escándalo teórico, hasta formas que expresan políticamente a movimientos sociales que surgen sin una clara definición programática e ideológica, más bien como una necesidad de negación colectiva de lo existente. Ese es el caso de Podemos en España que podríamos definir como la expresión politizadora del dolor producido en las masas por las políticas supeditadas al Capital financiero internacional.
Incluso se puede sumar a esta polémica posturas anteriores a Lenin y Rosa, como el Partido que utiliza la democracia burguesa para fortalecerse y que la vuelve un arma contra la burguesía, al decir de Engels.
El problema es que el tipo de organización no surge de un resumen de autores, sino que debe dar respuesta concreta a la realidad concreta, sus polaridades y contradicciones. Simplificando, la organización de partido más útil es la que es más útil en un momento histórico concreto, en medio de la lucha real y de las formas que ésta realmente asume.
Esto no va a surgir de una idea abstracta y acabada basada en principios de democracia en general o de centralismo en general, sino de la polaridad existente en un momento real determinado por la correlación de fuerzas y la forma (vías) en que se desarrolle la lucha de clases.
Asimismo dará respuesta a la institucionalidad republicana existente o no y al grado de avance que tenga el desarrollo de las fuerzas productivas y de su expresión política en términos de avance del proceso democratizador.
En este sentido lo central no es armar un partido como receta tomado un poco de Lenin, un poco de Luxemburgo, un poco de Trotsky o Stalin, mezclarlo con Gramsci y con Monedero, para construir la herramienta de la revolución. Por el contrario el camino es el inverso, parte de analizar la realidad histórica concreta e indagar en los caminos críticos en los que ella posiblemente se desenvuelva, para instrumentar una práctica política que coadyuve a la resolución de la lucha de clases y que entienda cabalmente al protagonista insustituible de las masas elevadas a sujetos políticos colectivos e independientes, producidos por su propia práctica en la lucha existente.
Esto es formular en términos generales una teoría de la revolución. Eso es antes que nada lo que la generación de 1955 fue capaz de hacer en Uruguay, analizar en términos concretos cuáles eran las características de la revolución continental, de las vías más probables, -sin renunciar a ninguna-, qué fuerzas motrices desempeñaban el rol fundamental, como se concatenan y solapan las fases de la revolución en su doble carácter y por lo tanto cómo se relaciona el programa mínimo y el máximo, fases interdependientes de un mismo proceso emancipador.
Esto es posible porque ya existía una visualización de la necesidad de la unidad de los revolucionarios que hunde sus raíces en la lucha concreta en el enfrentamiento al golpe de Terra, en la defensa de la Revolución Española, en los conflictos obreros, entre otras prácticas que permiten construir un frente de masas democrático revolucionario, por la liberación nacional como forma de avance al socialismo. Este es al mismo tiempo internacionalista, y entiende determinante el carácter continental de la revolución en nuestra América.
El partido que surge de esa praxis colectiva es como lo denomina Arismendi un partido de cuadros y de masas. Es importante esta definición. No es lo mismo que un partido de cuadros y masas como una mezcla ecléctica, es síntesis dialéctica que comprende la unidad de los polos, partido de cuadros insertos en la masa, pero al mismo tiempo "escuela de comunismo". Es un partido que es al mismo tiempo un centro templado en la táctica revolución-contrarevolución y un intelectual orgánico que dispute el sentido común dominante en los lugares en que éste es menos obvio y por tanto más peligroso. Un partido de profunda formación teórica que también se sostiene en las raíces históricas constituyente de su pueblo. Un partido marxista, leninista, gramsciano pero también artiguista, batllista, martiano, que entiende junto a Mariátegui las particularidades de su historia.
Ese partido nunca deberá ser "una secta ni un grupo escogido de conspiradores" y al mismo tiempo que asuma cualquier forma de lucha, deberá ser articulador de un programa popular, antiimperialista y democrático, que en las condiciones materiales de nuestro continente es al mismo tiempo por sus formas socialista.
En esa construcción la relación entre centralismo y democracia se complejiza y será la realidad concreta en que la lucha se desenvuelve la que hará pesar más o menos circunstancialmente uno de esos polos.
Es también un partido que entiende la táctica como círculos concéntricos interrelacionados, el movimiento obrero y popular, su expresión política unitaria como frente democrático avanzado y el propio partido en un accionar unificado, dependiente de la correlación de fuerzas y del peso relativo de la clase obrera en su conformación como centro y columna vertebral del proceso político. Esto incluye al Partido.
La unidad de los sectores populares y la expresión de sus intereses de clase en un proyecto transformador, tampoco puede ser en esta perspectiva un frente coalición de partidos y organizaciones de izquierda, es por el contrario síntesis dialéctica de coalición y movimiento, que no se limita a un acuerdo político- electoral, -ni siquiera únicamente programático- y que actúa como expresión política, ética, simbólica y sensible de la acción popular. Coalición y movimiento que es capaz construir soluciones de la mano de un mito relato que también expresa identidades y sentimientos. Coalición y movimiento que es capaz construir soluciones de la mano de un mito relato que también expresa identidades y sentimientos.
Esto también supone alentar siempre la independencia de la clase obrera y sus organizaciones sindicales, haciendo realidad el pensamiento leninista que sostiene que los obreros deben ser independientes incluso de su propio estado.
En resumen un partido de nuevo tipo, que mediante una práctica política de masas contribuya al desarrollo de una democracia de nuevo tipo que aspire a construir un Estado de nuevo tipo, y que desarrolle el socialismo avanzando en democracia, para finalmente negar toda forma de Estado y construir la sociedad del pan y de las rosas.
Referencia
Báez Carlos (2020) en https://rebelion.org/leccion-aprendida-cuestiones-organizativas-en-lenin-y-rosa-luxemburgo/