“Cabildo Abierto” es un partido fascista. Pero, ¿cuál es la necesidad de esta definición, su importancia? ¿Es acaso una exquisitez teórica, una inclinación por las disquisiciones abstractas, intelectuales? No; por el contrario, es una cuestión urgente, una exigencia política-práctica insoslayable para la izquierda, para el progresismo, para el democratismo consecuente. Hace ya muchas décadas aprendí que el fascismo no llega al poder de golpe sino tras una escalada regresiva, más o menos larga, en la cual se van produciendo los reajustes reaccionarios de toda la vida social; en lo político, en lo cultural, a nivel jurídico, etc. Y también aprendí que cuanto antes se detecta el fascismo, cuanto antes se le denuncia, se crea conciencia social sobre su presencia y significado y se aplica una política acertada y consecuente para combatirlo y derrotarlo más fácil es evitar su ascenso.

Pero, cuando decimos fascismo debemos cuidarnos de vulgarizar su significado, el fascismo no es un insulto para enrostrar a un adversario circunstancial por una posición conservadora o reaccionaria sobre una cuestión dada o por ciertas inclinaciones arbitrarias, autoritarias.  No, el fascismo es otra cosa.  ¿Qué es el fascismo?  ¿Qué lugar ocupa en la historia? Es un sistema político que surge en una fase dada de la evolución del capitalismo. Es decir, cuando el capital financiero se convierte en la facción hegemónica de la clase burguesa y el capitalismo deviene imperialista. Por lo cual, el fascismo se transforma en un fenómeno inherente, siempre presente en la sociedad capitalista, ora latente y a la defensiva, ora abierto y a la ofensiva, en tanto el capitalismo no puede superar ya esta hegemonía y su carácter imperialista.

Es pura fantasía ingenua creer que las transformaciones de todo género que se desarrollan en nuestra época afectan en lo sustancial, en su esencia histórica-concreta los rasgos fundamentales de esta fase del capitalismo.  Es confundir apariencia y realidad, fenómeno y esencia; incapacidad de comprender la dialéctica que rige la relación entre estas categorías. Detengámonos un momento en estos rasgos fundamentales de nuestra época, no a través de la mirada de revolucionarios “ortodoxos e irredimibles”, sino de actores insospechados de tales pecados.

El proceso de centralización del capital se profundiza y con la desigualdad y la pobreza (no como un fenómeno abstracto, sino histórico-concreto): ocho personas en el mundo tienen la misma riqueza que la mitad de la población mundial (dos mil quinientas o tres mil millones de seres humanos), datos recientes de la ONU.
El carácter del capitalismo “parasitario y en descomposición” de la fase financiera e imperialista detectada por Hilferinig en su estudio sobre el capital financiero y criticado por Lenin por no dar a la cuestión la importancia que tenía, por no resaltar la relevancia fundamental de este fenómeno, que no disminuye sino que se acentúa tal como lo enseñan las sucesivas crisis del capitalismo hasta llegar hasta la crisis del 2008 sobre la cual los analistas más optimistas sostienen que se va saliendo lentamente, mientras los otros afirman que no está para nada claro como se superará la misma.
Sólo una posición interesada o una ingenuidad política puede alimentar expectativas en los pueblos sobre la posible superación del imperialismo y la guerra y el armamentismo que le son consustanciales, sembrando la falsa esperanza de que bajo el capitalismo pueda triunfar la paz. Trece conflictos armados, invasiones militares, guerras en menos de treinta años asolaron y asolan el mundo con la característica de que los mismos no terminan, sino que continúan, con la novedad de que los grandes medios de comunicación le dan sus quince minutos de fama a unos y a otros de forma alternativa según la conveniencia de las potencias imperialistas. No vayan a creer que son datos de la internacional comunista. No, es lo que dice la ONU.  Ni hablar del agravamiento de la situación internacional por los crecientes conflictos entre las potencias y bloques al que asistimos no en 1914, sino en 2019.
El fascismo es la expresión política del capital financiero cuando este advierte que la democracia se ha convertido en un estorbo y es necesario despojarse de ella. Es su poder directo, una dictadura “abierta y terrorista”, decía Dimitrov, contra la clase obrera, las clases subalternas, los comunistas, el marxismo, el movimiento revolucionario, pero que en su expansión ya no se detiene siquiera ante la democracia, los políticos liberales y lo mejor de la cultura, el pensamiento, el arte, etc. Cuando el fascismo logra asentar su influencia a nivel de masas, ella suele tener más éxito sobre elementos de la pequeña burguesía temerosa y descontenta atraída por la demagogia típica del fascismo y el reclutamiento de elementos para montar las provocaciones y los crímenes típicos del fascismo se produce entre el lumpen.

Entonces, el fascismo no es un fenómeno nuevo en el Uruguay.  Estos sectores estaban en la sombra esperando el momento para volver a entrar en escena y ese momento ha llegado. Y la expresión de este momento es “Cabildo Abierto”. Hasta ahora estos sectores se expresaban más o menos camufladamente a través de los sectores más reaccionarios de los partidos tradicionales. Lo nuevo, en nuestro país, es que ahora se han organizado de manera independiente, separada, como partido fascista. Se han envalentonado impulsados, por un lado, por evidentes condiciones internacionales y regionales y, por otro, por factores del proceso político concreto de nuestro país que debemos analizar cuidadosamente. Quizás un elemento positivo de este fenómeno de cara a la lucha que se avecina para derrotar o disminuir este tumor en el cuerpo de la sociedad uruguaya, sea comprobar en que medida este movimiento ha depurado a los partidos tradicionales de sus elementos más reaccionarios permaneciendo en su seno las tendencias liberales y democráticas. Por otra parte, debemos estar alertas y aguzar nuestra inteligencia para no cometer errores estratégicos y tácticos. Sin olvidar que siguen siendo una minoría absoluta en nuestro país.

¿Por qué decimos que “Cabildo Abierto” es un partido fascista? En primer lugar, porque se inscribe en la estrategia del capital financiero norteamericano y el gobierno de Trump. Y sería una candidez, por lo menos inaceptable, sostener que aliada a ella no está la oligarquía financiera criolla.

En segundo lugar, porque “Cabildo Abierto”, es la pata de extrema derecha en Uruguay de la contraofensiva iniciada por el imperialismo yanqui en nuestro continente contra la izquierda, el progresismo y la democracia.  Paraguay, Venezuela, Brasil, Ecuador, Bolivia… ¿Uruguay?  Contraofensiva como en los años 60 y 70, ¿casualidad o necesidad histórica del sistema capitalista?   Dicen que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, ¿cuántas veces tropezarán algunos compañeros de izquierda que vacilaron en estos años mientras se les iban tendiendo celadas a nuestros hermanos? Que no nos suceda lo que nos advertía Brecht, cuando nos toque a nosotros que no “sea tarde”.  Cuando se desclasifiquen los documentos de la CIA quizás nos avergonzaremos de aquellas vacilaciones.

La demagogia típica del fascismo está presente desde un inicio.  Al igual que Hitler que denominó nacional-socialista a su partido, iguales siniestros personajes nativos denominan a su partido “Cabildo Abierto”, prestigiosos instrumentos políticos que se asocian a la gesta revolucionaria artiguista, al sistema democrático y al protagonismo de las clases subalternas (desde el indio Andresito hasta el “pardo” Encarnación Benítez), acontecimientos, gobiernos y clases sociales que deploran estos fascistas criollos.

Que la retirada de “Reina de la Teja” de 1991, en tiempos de dura derrota internacional, limpie y salvaguarde el nombre de estos hitos maravillosos de nuestra historia:

“Si hay Cabildo Abierto todo el pueblo anda despierto remodelar la ilusión la batea se levanta se duplica y agiganta pueblo y Reina es carnaval y amor”.

Demagogia fascista es el discurso de Manini Ríos la noche del 27 de octubre, cuando apela a los “débiles”, a su protección y cuidado estableciendo una relación paternalista y de dependencia personal.  Pero, ¿quiénes son los débiles?, una masa amorfa, una abstracción.  Aquí no aparecen las clases sociales, los sectores subalternos capaces de organizarse independientemente y elevar su nivel de conciencia con pretensión hegemónica.  Por el contrario, las organizaciones de los trabajadores, los estudiantes, la cultura, los movimientos reivindicativos, los verdaderos “débiles” bajo el capitalismo, serán reprimidos por “Cabildo Abierto”, como lo fueron en el pasado reciente.  Esta demagogia combina perfectamente con el objetivo del fascismo de volver a verticalizar artificialmente las contradicciones sociales, evitando la horizontalización real de las mismas que facilita la toma de conciencia de las clases sociales oprimidas.

¿Qué significa la “verticalización artificial de la sociedad”?  Es la política de las clases dominantes destinada a imponer en la conciencia popular contradicciones falsas, artificiales, que impiden a la clase obrera y a las capas subalternas asumir una posición de clase, un punto de vista independiente y, en consecuencia, una acción independiente ante las contradicciones reales que dividen a la sociedad y que evite ser arrastradas por los intereses y objetivos de las clases dominantes sino, precisamente, en contra de estos. Se trata de dejar inermes a los trabajadores y a los pueblos, incapacitados para comprender el carácter artificial de tales contradicciones y, consecuentemente, en condiciones de subordinarse a la política de la clase hegemónica. Ésta al imponer la falsa contradicción, la “verticalización artificial de la sociedad”, logra encolumnar tras de sí a sectores de trabajadores, a las capas medias, etc. La clase capitalista consigue así dividir y enfrentar entre sí a los sectores populares por “abajo” mientras consolida su hegemonía “arriba”.

Un ejemplo clásico lo encontramos en la situación de Alemania e Italia tras la primera guerra mundial. Las potencias capitalistas vencedoras impusieron a ambas potencias derrotadas, Tratado de Versalles mediante, condiciones humillantes y antipacifistas. Una venganza imperialista que ya llevaba en sus entrañas la futura guerra. Hitler y Mussolini supieron aprovechar al máximo la política antidemocrática de los vencedores de la guerra, convirtiéndola en un arma invalorable para, mediante la demagogia propia del fascismo, ganar a sus pueblos y subordinarlos a su estrategia fascista, guerrerista y revanchista. El nazi-fascismo consiguió así “verticalizar artificialmente” las contradicciones sociales: la contradicción ya no consistía en los intereses y la lucha de la clase obrera y los pueblos alemán e italiano contra sus oligarquías financieras que, en defensa de sus intereses de clase, lo llevaron a la guerra, a la muerte, a masacrase contra otros pueblos; sino que se subordinaron a los intereses y a la política de la clase dominante, ahora la contradicción consistía en vengar la humillación impuesta a la “patria”, a la “gran nación” alemana e italiana. Objetivo que unía verticalmente a toda la sociedad tras la dirección del capital financiero embarcado en una segunda guerra por la revancha en torno al “reparto del mundo”. Como veremos, es típico del fascismo en su política de subordinación irracional de la sociedad, imponer en el imaginario colectivo la falsa contradicción caos-orden.

Detengámonos nuevamente en la corta pero aleccionadora locución de Manini Ríos el 27 de octubre.   Los valores conservadores y las ideas reaccionarias a las que son particularmente proclives los fascistas vertebran la oratoria y son bien contextualizadas por el tono de voz, los gestos y la postura física. Tal el caso de la apelación a la idea de “orden y progreso” y la recurrente y sistemática cuestión de la seguridad. La falta del necesario orden conduce al descaecimiento de los “valores” y las “tradiciones”, lo cual hace imprescindible la seguridad que nos previene de los supuestos ataques de los “enemigos”. El agitar e insistir sobre estas ideas contribuye a crear un irracional sentimiento de inseguridad y desamparo (esta estrategia ya la vienen desarrollando de manera persistente los grandes medios de comunicación, ¡en uno de los países más seguro del continente y probablemente del mundo!).

Pero la presencia del fascismo supone siempre un accionar dirigido a provocar este clima de caos que genere las condiciones para dividir artificialmente, “verticalizar” la sociedad, entre los que provocan el “caos” y los que quieren el “orden” y sobre un clima de irracionalidad imponer la contradicción caos-orden. Los grupos de provocadores, los aparatos paramilitares, los escuadrones de la muerte, que actúan en la sombra son inherentes al fascismo como instrumentos encargados de crear la atmósfera de caos. A través de provocaciones, acciones violentas, se intenta confundir a la ciudadanía difundiendo que las mismas fueron realizadas por las organizaciones sindicales, los estudiantes, la izquierda, etc., para aislar a estos sectores de las masas populares para reprimirlas o eliminarlas. O llevar a sectores del movimiento popular o de la izquierda al terreno del “golpe por golpe”, el caos y el descaecimiento de la democracia. Este es, finalmente, el escenario propicio para el golpe fascista.   Este es el conocido y típico accionar del fascismo.

No se trata de falsas alarmas, pero, menos aún, de ser irresponsable.  ¿En qué momento de la escalada nos encontramos?  El partido fascista ya existe.  Y, ¿Qué significan los intentos de crear alarma sobre supuestos posibles fraudes electorales?  ¡En Uruguay, ni más ni menos!  En la misma media mañana del mismísimo 24 de noviembre comenzaron a difundirse mensajes y comentarios confusos sobre disturbios en algunas zonas de Montevideo.  No sería responsable tratarlos como hechos casuales, ingenuos.  Quizás estén ensayando las primeras pruebas, a ver que pasa…   Son particularmente interesantes las referencias a posibles fraudes.  Obsérvese, se repetiría la receta: Venezuela, Bolivia, etc.  ¿Casualidad? o repetición a pie juntillas del manual elaborado por la CIA y puesto a la moda para consumar lo que algunos analistas han calificado como un nuevo tipo de golpe de estado. Lo cual es absolutamente verosímil si tenemos en cuenta que en su época el nazismo proclamaba abiertamente que llegaba para sustituir a la democracia liberal, que era un sistema político débil para defenderse de sus “enemigos”. Cuando tocó la hora del fascismo en América Latina, el mismo estaba absolutamente desprestigiado ante los pueblos, por lo cual, nuestras dictaduras no se proclamaron como un régimen sustitutivo de la democracia, sino que llegaban para defenderla. Ante el rechazo de nuestros pueblos a las dictaduras y la profundización de su conciencia democrática, los golpes de estado actuales se producen, ¡curiosamente! para defender a la democracia de los “corruptos” y los “fraudes electorales” de gobiernos electos democráticamente.

Aquí también se puede detectar la demagogia fascista. “Cabildo Abierto” hace referencia a la patria, al nacionalismo, a los valores y tradiciones de forma insistente. Sin embargo, se trata de un nacionalismo local, estrecho, anti-latinoamericanista. En tanto, no son más que un instrumento servil de la contraofensiva yanqui contra los pueblos hermanos y contra su propio pueblo.

Las ideas reaccionarias, el oscurantismo irracional, el anticomunismo cerril, la servil subordinación a la estrategia yanqui para el dominio y esclavización del continente, en fin, su absoluta reacción contra la democracia la delata el panfleto fascista publicado en la revista “Nación” y difundido por el Centro Militar, presidido por Silva Valiente integrante de “Cabildo Abierto”.

“Este domingo culminará el proceso de redención de los derechos y valores del pueblo oriental, heridos, socavados, despreciados por quince años de asonada frenteamplista”.

Para el panfleto fascista los derechos y valores del “pueblo oriental” heridos han de ser la libertad y el derecho a impedir y perseguir la organización de los trabajadores o los estudiantes; la libertad y el derecho de hacer trabajar a los trabajadores rurales 16 horas diarias y que las trabajadoras domésticas trabajen sin protección ni derecho alguno; la libertad y el derecho de los empresarios a fijar salarios y condiciones laborales a su antojo; la libertad de enajenar a la mujer el control sobre su cuerpo; la libertad y el derecho a la discriminación racial y la negación a la reparación de siglos de explotación y opresión; la discriminación nacional y exclusión de los hermanos inmigrantes herederos del crisol de razas y nacionalidades que formaron nuestro pueblo, etc. Pero estos no son los valores y derechos “heridos” del pueblo oriental. Sólo son los derechos y valores de la rosca financiera, de una recalcitrante minoría de nuestra sociedad con mucho poder y de los fascistas.

Y, naturalmente, el panfleto fascista no pierde la ocasión para reafirmar su odio más sagrado: a la clase obrera y la organización sindical, a los estudiantes y la cultura, al marxismo y, por supuesto, a los comunistas:

“Pero también será el inicio de un compromiso en favor de la restauración de los vínculos que desde siempre unieron a los uruguayos y que la larga prédica y práxis del marxismo casi pone al borde de la irredimible bancarrota”

Aquí está el caos que nos llevará al abismo e incluso:

“…el intento claro de destruir la familia tradicional, la voluntad por envilecer las relaciones sociales en base al resentimiento y las divisiones artificiales, …”

O sea, todo puesto de cabeza con el objetivo de oscurecer la conciencia de los pueblos. Se trata de negar las verdaderas contradicciones sociales, las contradicciones e intereses de las clases sociales; es decir, la horizontalización real de la sociedad, considerándolos “artificiales” y productos del “resentimiento”, para poner en su lugar contradicciones, estas sí “artificiales”, del tipo caos-orden.   Esto expresa la necesidad del fascismo de establecer en la conciencia del pueblo la verticalización artificial de la sociedad sobre contradicciones falsas (“nacionales-foráneos”, “orden-subversión”, etc.).

Más adelante, dando muestras de su carácter apátrida y su servilismo a la estrategia norteamericano repiten como loros los ataques a los puntos neurálgicos de la contraofensiva yanqui sobre “nuestra América”:

“Los oscuros manejos de una política exterior corrupta y obsecuente dictada desde La Habana y financiada con el dinero sucio de la corrupción venezolana.”

Estos siervos nostálgicos sueñan con el maloliente panamericanismo, ¡nada de latinoamericanismo!

Y, por supuesto, los fascistas no pueden esconder su papel reaccionario y contra revolucionario en la historia y la irracionalidad inherente a dicho papel, por eso terminan el panfleto exteriorizando su odio más profundo. Así, los hospitales se habrían convertido en:

“…cajas de financiamiento de los inmorales dirigentes comunistas”.

“El marxismo debe empezar a ser definitivamente extirpado del horizonte de nuestro destino nacional”.

“Para terminar definitivamente con las muchas dolencias que nos habrá de dejar esa terrible pesadilla llamada Frente Amplio”.

Aquí estamos ante otro ingrediente inherente e imprescindible del fascismo: oscurecer, por medio del caos y el miedo que provoca, la conciencia de las masas llevándolas al punto de la irracionalidad y la creación de la necesidad de un “salvador”.

Pero de esto se encarga Domenech. Cuando Domenech dice que después de doscientos años (el demagogo se está refiriendo a Artigas que está en las antípodas de su pensamiento) la mano de dios nos dio al hombre destinado a “salvar” la patria; el irracionalismo propio del fascismo. Y el círculo se cierra con la aparición necesaria e irracional de el “salvador”.   Y para no dar lugar a vaguedad alguna Domenech es claro:  el “salvador” es Manini Ríos.

Volvamos al principio.  El compañero Ruben Yáñez enseñaba que el fascismo no llega al poder de golpe, requiere una escalada regresiva que cree las condiciones para su ascensión y usurpación exitosa del poder. Cuanto antes se detecte y se tome conciencia a nivel popular de la amenaza que se cierne sobre el pueblo y la democracia más fácil será evitar su éxito. Estamos a tiempo, aún son una minoría.   En este proceso el fascismo necesita crear un clima de caos para oscurecer el carácter horizontal de clases de las contradicciones sociales y sustituirla por contradicciones artificiales que verticaliza la sociedad. De esta manera impone la contradicción caos-orden, para imponer este clima se utilizan dos mecanismos fundamentales: la mentira, tiene los medios para difundirla (Goebbels decía que una mentira repetida mil veces adquiere el carácter de verdad) y la creación de aparatos paramilitares y de provocaciones. El caso clásico de la utilización de esos aparatos en la historia fue el incendio del Parlamento alemán por los nazis en 1932 y la acusación inmediata a los comunistas, lo que le permitía a Hitler asumir el poder absoluto en 1932-33.  En nuestro país el fusilamiento de los comunistas en 1972 buscaba cumplir el mismo efecto, que se correspondiera en el mismo terreno para eliminar al Partido Comunista. Sin embargo, en lugar de caer en el golpe por golpe, el PCU y el pueblo uruguayo convirtió el entierro de los compañeros en un multitudinario acto de masas.

¿Qué busca el fascismo con estas acciones? Llevar al movimiento popular y a las fuerzas democráticas a este terreno creando el clima de caos en la sociedad y de esta manera destruir la democracia y masacrar a los pueblos. ¿Cuál debe ser la respuesta de los demócratas, de los antifascistas? La denuncia y conciencia popular, la organización y la movilización de las masas, siempre la respuesta de las masas organizadas para aislar al fascismo.

Si el fascismo logra instalar este clima el siguiente paso es promover la irracionalidad y encontrar al culpable (en el caso de la Alemania hitleriana los sindicatos, los comunistas y los judíos). En la versión uruguaya del siglo XXI los culpables serían: el PIT-CNT, el Frente Amplio, y la praxis del marxismo.

Finalmente, la salvación ante el abismo es la aparición de un “salvador” (el Fhurer, el Duce, el Generalísimo Franco, ¿Manini Ríos? Para alcanzar este momento les es imprescindible haber generado un clima de irracionalidad absoluta. Y en ese sentido, la afirmación de Domenech también tiene su antecedente en nuestro pasado reciente. Por ejemplo, cuando Raumar Jude afirmó: “Yo estoy con Pacheco, porque Pacheco es Pacheco y nada más que Pacheco”.

Es decir, estamos una vez más ante el fascismo.  Y se explica, porque la hora de la política yanqui para nuestro continente es la contraofensiva antipopular, antidemocrática y contra-revolucionaria. Entonces, vuelven a recurrir a sus “buenos hijos de perra” como ellos llaman a los ejecutores de estas políticas.  Lo último que se puede hacer, lo más ingenuo políticamente e imperdonable es creer que estamos ante unos locos sueltos.  ¡NO! Estamos ante fascistas sostenidos por fuerzas muy poderosas.   No se trata de paralizarnos, sino de denunciar y crear conciencia a nivel de nuestro pueblo.  Defender la democracia y aislar al fascismo del apoyo de las masas, no dejarlo crecer.

Ante esta situación, la política del movimiento popular y de la izquierda debe ser clara, movilizar y negociar.  Enfrentar al nuevo gobierno y luchar contra las medidas que hagan retroceder los derechos conquistados y contra los intentos de retrotraernos a las políticas neoliberales. Pero al mismo tiempo, tendremos que estar atentos ante la nueva coyuntura. Sería un gravísimo error y una política infantil confundir a las expresiones políticas de la burguesía liberal (especialmente los Partidos Tradicionales), con el fascismo. Si se trata de la lucha contra el fascismo y en defensa de la democracia el campo de las convergencias se amplia y si hay voluntad política y decisión de las fuerzas democráticas incluidas, por supuesto, el resto de la “coalición multicolor”, en la lucha de impedir el ascenso del fascismo el movimiento popular y la izquierda deben ampliar su campo de alianzas siempre que sea posible.  Comprendiendo la dialéctica de amplitud-profundidad.

Brecht llamaba a los pueblos a estar alertas, apenas finalizada la segunda guerra mundial, porque “la perra que parió a la bestia parda está otra vez en celo”. 

Autor@: Aldo Scarpa

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